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Si bien todo el mundo intuye que posee una cualidad que lo hace irresistible para alguien que desea conocer, en verdad hay condiciones personales que le hacen único. Su humor, su ingenio, su inteligencia, el saber estar, sus gestos, sus miradas, sus expresiones corporales, el don de la palabra, sus características físicas, su cuidado de la imagen, su porte, todo influye a la hora de seducir.
Para seducir hay que reconocer, primero, cuál es nuestro punto fuerte y, segundo, saber desplegarlo hacia la persona adecuada. No se trata de obsesionarse con gustar a los demás y, menos aún, de dar una imagen que no se tiene. Aunque, al fin y al cabo, el arte de la seducción sea un juego.
Pero qué ocurre cuando comenzamos a darnos cuenta que no gustamos a nadie, que no seducimos o, como coloquialmente podemos decir, que no enganchamos. Para algunas personas es algo que puede resultar frustrante. Si esto ocurre, quizá sea el momento de cambiar de expectativa o de ponerse a trabajar sobre los puntos fuertes que cada uno tiene. Uno de los errores más habituales es no interpretar correctamente las señales del otro y convertirse en un auténtico plomo. El seductor sabe qué encanto desplegar, cuándo, cómo y a quién. Son personas especiales, que destacan por su originalidad. Según los psicólogos, son personas atentas a qué es lo que suele gustar, detectan lo que funciona y lo que no con esa persona. Incluso se ríen de sí mismos o de la situación, pero nunca del otro. Lógicamente el seductor es un poco pavo real: tan sólo despliega su hermosa cola cuando ha detectado a alguien que, quizá sin él saberlo, le haya seducido previamente.
Los seductores no suelen entrar al asalto. Se toman un tiempo, aunque sea unos segundos, para analizar a quién quieren seducir. Con los datos que obtienen empiezan su juego. Y una vez que han abierto las puertas de la autoestima, entonces empiezan a presentar sus puntos fuertes.
Unos tips que son muy a tener en cuenta en este juego de seducción son: A) Dejar que sea la persona seducida quien se sienta seductora. Es decir, permitir que sea el otro quien tome la iniciativa de acercarse, una vez que han descubierto esos puntos maravillosos.
B)El seductor maneja con gran acierto las distancias físicas, suele mantener la mirada algún segundo de más. Parece como si tuviera gran interés, pero no más de lo necesario, que podría resultar intimidatorio.
C) Puede dar algún toque ligero (en la mano, en el hombro, etc), pero sin que resulte incómodo.
D) Pregunta y se interesa por la otra persona, aunque en realidad no les interese más que por unos minutos suficientes para seducirlos.
Bueno, ahora, a seducir!