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Contra todos los pronósticos y las esperanzas de Occidente, y a pesar de las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin en contra de la consulta popular, las regiones rebeldes del este de Ucrania, Donetsk y Slaviansk, llevarán adelante hoy un referendo separatista del que se espera que participe hasta un 70% del padrón electoral, y que el resultado sea mayoritariamente en favor de la posición separatista.
Los líderes de la revuelta prorrusa del este y el sur de Ucrania usaron a la perfección el concepto de la “gran madre Rusia” para arengar a sus conciudadanos y para denostar las posturas prooccidentales del gobierno interino establecido en Kiev, la capital del país.
Y he aquí un concepto que para la mentalidad occidental es muy difícil de aprender. Cuando los eslavos de estas latitudes del globo se refieren a eso, están haciendo alusión a una historia tan intrincada de pueblos y etnias nativas y tan antigua como que tiene más de diez siglos.
La gran patria latinoamericana
Solo los rusos (desde Estonia a Siberia) pueden llegar a comprender lo que quiere decir. Para nosotros, sería como la alusión que hacía el desaparecido Hugo Chávez a la “Gran patria latinoamericana”. Un concepto de pertenencia a una etnia global y regional que los hace sentirse distintos al resto del mundo, desde China a EEUU, pero esencialmente distintos al mismísimo resto de Europa y, por supuesto, la UE.
Todos los pueblos rusos, incluyendo kazajos, tayikos, ucranios, bielorusos, etcétera, sienten bajo la piel la pertenencia de esa etnia regional a la que se alude.
Por eso, lo que aquí llama la atención de la revuelta de Ucrania, es casi una reacción natural para los que están viviendo el proceso de anexión de Crimea y secesionista de las otras regiones rebeldes.
Los prorrusos de la zona industrial y más rica de Ucrania, el sureste separatista, tildan con desparpajo a las autoridades interinas de Kiev de “fascistas”. es que a ellos pocos les importa el estilo autoritaria de un líder como Putin.
Mucho más les importa seguir perteneciendo a esa suerte de comunidad regional inmensa, que va desde Atlántico Norte al Mar de Bering, aun a pesar de los claros problemas económicos y la corrupción imperante en todos los estamentos de gobierno, aun a pesar de la guerrilla separatista musulmana del Cáucaso.
Por eso, todo el mundo en esa región respiró aliviado en noviembre cuando el depuesto presidente prorruso ucraniano Víctor Yanukovich pateó el tablero de la negociación que llevaba adelante su país para asociarse a la UE y casi en el mismo acto Putín anunció enormes ventajas económicas para Ucrania, desde bajas en los precios del combustible importado hasta un crédito de 15.000 millones de dólares para sanear la economía de Kiev.
Al revés de lo esperado por la UE, la alarma cundió en la zona cuando grupos proeuropeos coparon la plaza de la Independencia de Kiev y en un mes de revueltas -trágicas- logró que echaran a Yanukovih y pusieran Yatseniuk, presidente interino actual.
Crimea llamó a un referendo, se liberó del yugo de Kiev y Rusia la anexó, algo que la comunidad internacional desconoce pero es irreversible. La misma razón llevó ahora a Donetsk y Slaviansk a convocar sus propias consultas populares.