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Recientemente conocimos cifras y detalles sobre nuestros empleados y funcionarios públicos. En Salta ya estamos pisando las 90.000 personas que dependen del Estado. La cantidad de edificios alquilados para alojar los organismos y sus flamantes asesores y funcionarios se triplicaron los últimos ocho años.
En el Centro Cívico no paran de re-acomodar mobiliarios, ampliar baños y ganar espacios “como sea”. Es penoso ver escritorios ocupados por dos personas y cientos de asesores “trabajando” en sus casas.
Ya no es ningún secreto la política del gobierno provincial de incorporar a la Administración Pública cualquier “amigo” sin trabajo o desafortunado en su profesión.
Día a día se designan seudo- asesores que no saben bien que es el “Estado”. Algunos se esfuerzan por aparecer y buscar un escritorio donde sentarse. Otros declaran tener autorización para no ir a ninguna oficina. ¿Impunidad?.
De todo el daño que puede hacer un mal gobierno, este es el peor de todos. El empleo público es la parte más sensible del gasto público.
El flanco más vulnerable
El Presupuesto del Estado tiene tres tipos de gastos: flexibles, semi-
flexibles y rígidos. Los gastos flexibles pueden aumentarse o disminuirse sin afectar el interés público (obras de menor importancia) y los semi-
flexibles también, aunque con precaución para no afectar el normal funcionamiento del Estado (patrulleros, ambulancias y tecnología médica). Por el contrario, los gastos rígidos son erogaciones imposibles de reducir sin generar graves daños al interés público o provocar conflictos sociales.
Entre los gastos rígidos están los salarios del empleo público. Constituyen un costo social imposible de reducir o eliminar una vez creado. La carga tributaria sobre el ciudadano común nunca podrá ser menor al nivel de gasto rígido. Incrementar el empleo público sin necesidad implica condenar eternamente a la población a pagar impuestos para cubrir gastos que irán incrementándose indefectiblemente año a año. Y no implican beneficio alguno. Un gasto rígido inútil es fatal en épocas de crisis.
¿Ignorancia o irresponsabilidad?.
¿O ambas?.
El Estado por asalto
El costo del empleo público consume ya entre un 70% y un 85% del gasto público total. El gobierno provincial duplicó la cantidad de empleados, asesores y funcionarios.
Esta impactante estadística representa de manera grotesca y dramática una realidad irrefutable: la ausencia absoluta de políticas de Estado, suplida por un aumento atropellado y descalificado del personal que desempeña sus tareas en el Estado. Esta situación lleva a un empobrecimiento de la población que lo sustenta con sus tributos. La Provincia está a un paso de tener, a nivel productivo, menos ciudadanos contribuyentes que funcionarios mantenidos. Cuando eso pase estaremos en el peor de los mundos.
Una regla de oro de la política fiscal ordena mantener bajo el gasto rígido. Los países que le impusieron un genuino límite pudieron reducir impuestos y alcanzar superávit fiscal.
Los ejemplos más notables son Canadá (entre 1992 - 1997) y Suecia (entre 1992 2001).
Los funcionarios deberían estudiar también el exitoso plan que aplica Letonia desde 2008. Estos países salieron del déficit fiscal reduciendo el gasto del Estado y creando empleo privado. Un dato: en esos países los maestros cobran más que los ministros y legisladores.
En Salta se anularon los procesos formales de selección de personal (garantía de la evaluación y calificación), no se planifica a la Administración como un todo (cada ministerio es un “feudo”), no hay Evaluación del Desempeño (para identificar fallas y debilidades) y no se respeta la carrera administrativa (antigedad, esfuerzo y capacitación). Muchos empleados de planta están hace 20 años dejando todo por su trabajo y fueron pisados y humillados por improvisados amigos del poder.
¿Un negocio entre bambalinas?
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en los precedentes “Madorrán” y “Ruiz”, advierte que los contratos que ocultan una relación laboral de naturaleza permanente van a generar graves perjuicios económicos al fisco (indemnizaciones millonarias). Esto fue advertido al gobierno provincial hace 7 años, pero no sólo no hizo caso a la advertencia, sino que fueron los años con mayor cantidad de contrataciones.
¿Serán los actuales abogados del gobierno quienes harán esos juicios al fisco?.
Mentira de patas cortas
Abraham Lincoln (1809-1865) fue presidente de los Estados Unidos de América entre 1861 y 1865.
Obviamente, no conoció Salta ni su administración, pero, buenas y malas, hay cosas que son universales.
Lincoln, entre otras virtudes, se destacó por su integridad moral. Al asumir se enfrentó a un enorme gasto rígido fruto de miles de personas designadas por el gobierno anterior y un día la suerte quiso que se encontrara en público con funcionarios de ese gobierno.
Los miró a los ojos y expresó una de las frases más duras de la literatura política: “La lucha y desesperación por conseguir un empleo público, buscando una forma de vivir sin trabajar, probará finalmente la fortaleza de nuestras instituciones”, e inmediatamente remató “Ustedes pueden haber engañado a todo el mundo algún tiempo y a unos pocos todo el tiempo. Pero no pudieron engañar a todo el mundo todo el tiempo”.