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Con la proclamación de su marido como Felipe VI, Letizia Ortiz Rocasolano (nacida en Oviedo en 1972) se ha convertido a los 41 años en reina consorte, como fue Sofía de Grecia en 1975, en su caso a los 37.
Para los dos actos Letizia ha preferido apostar por lo seguro y, una vez más, se puso en manos del modisto español Felipe Varela, su couturier de cabecera para encarar dos de los días más importantes de su vida. El miércoles recurrió al “modisto de palacio” con un diseño blanco y negro que ya había estrenado hace dos meses durante el almuerzo de entrega del Premio Cervantes de las letras, mientras que para la ceremonia de proclamación del rey se presentó con un elegante y discreto vestido blanco hasta la rodilla. Por encima usó un abrigo de verano en crepé, con bordado degradé en cristal de rubí, amatista, ámbar y rosa talco con microperlas color crema. Acompañó con una cartera de ante, también de Varela, y unos zapatos de Magrit color nude completaron el look.
Las niñas
La princesa Leonor y la infanta Sofía llevaron dos vestidos iguales, aunque en tonos distintos. Leonor en rosa palo y su hermana en azul claro. Los vestidos están confeccionados con tela brocada, con manga francesa y un lazo zapatero en la cintura. En el caso de ambas niñas, los trajes fueron confeccionados por las modistas asturianas Teresa Fernández Castro y Nieves García Torres, de confianza de Letizia. Calzaron bailarinas y la menor, Sofía, llevó un diadema.
Para Leonor, ahora Princesa de Asturias y futura reina, su preparación comenzó fuerte. Mientras pasaban los minutos y avanzaba el discurso de su padre, su hermana se movía o sonreía mientras ella varias veces fue llamada al silencio por su madre.
Funciones de reina
La cuestión de la clase social y la sangre azul parece ya superada en algunas monarquías europeas. Precisamente, el signo de muchas ha sido aggiornarse al haber incorporado a princesas plebeyas como savia nueva en sus árboles genealógicos. En la agenda de Letizia, que se organiza desde 2006, han ido entrando materias comunes a las de otras princesas y reinas, como la defensa de los afectados por enfermedades raras y la colaboración con las organizaciones de la ONU en su caso, la Organización Mundial de la Salud, y también otras propias de su querencia formativa, como la innovación, la educación, la lengua y la comunicación.
Asumiendo cada vez más protagonismo desde que tuviera su primer acto oficial en 2004, dará a partir de la coronación de Felipe VI los pasos para consolidar un espacio propio de trabajo, sabedora de que en esos cimientos se apoya parte del capital político de la institución de la Jefatura del Estado.