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Con los brazos abiertos, Salta recibió a la Virgen de la integración

Sabado, 12 de julio de 2014 11:03
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Secundada por una escolta de más de tres kilómetros que la acompañaba desde el barrio Autódromo, Nuestra Señora de Urcupiña pasó ayer por la mañana por Solidaridad, donde se realizó la celebración de la palabra presidida por el arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello.

La Virgen se encuentra en territorio argentino desde el 8 de este mes. Ya recorrió Salvador Mazza, Tartagal, Orán, Perico y General Güemes en su primera salida desde el templo de San Ildefonso, en Cochabamba. Aquí en la ciudad ya visitó los barrios Autódromo, Solidaridad (adonde acudieron más de 5.000 personas) y Santa Ana, y fueron muchas las muestras tanto de espiritualidad personal como de religiosidad colectiva, de recogimiento piadoso como de ámbito festivo. Ayer por la mañana fue recibida en Solidaridad, donde banderas argentinas y bolivianas se agitaban en una misma asta.

Los vecinos, integrados y alegres, le ofrendaban a sus hijos en andas y alzaban sus imágenes engalanadas con sus mejores vestidos. La Virgen de Quillacollo, dentro de una urna de estilo misional, recogió las más preciadas intenciones de los presentes.

También asistieron el alcalde de Quillacollo, Charles Becerra Cejas, y la cónsul de Bolivia en Salta, Ingrid Zabala Castro, a quienes saludaron muchos integrantes de la colectividad boliviana. La ceremonia tuvo varios momentos festivos y culminó con una bendición en quecha impartida por el padre Juan Carlos, custodio de la imagen en Quillacollo y que llegó junto con la comitiva boliviana. 

“Hoy es la ciudad de Salta la que quiere abrazar a la Virgen con sus brazos que son las montañas y decirle que es nuestra y nosotros de ella, porque el corazón profundo de nuestro pueblo le pertenece”, destacó Cargnello. El arzobispo además subrayó que “somos un solo pueblo en el corazón de América Latina” y entonó, con la voz transida por la emoción, la “Canción con todos”, de César Isella. Por último, expresó que “ojalá que quede en el corazón de este pueblo. Estos 12 y 13 son el final de un camino y el comienzo de una avenida ancha que comienza con ustedes, hermanos bolivianos, cuando vinieron a trabajar en esta tierra sintiéndose necesitados y necesitados compartieron algo que estaba en lo hondo de su corazón: su amor por esta Virgen”.

En búsqueda de amparo

La Mamita de Urcupiña ha visto llegar a su templo en Quillacollo (Cochabamba, Bolivia) peregrinos con el corazón entorpecido por el dolor o el agradecimiento, venidos de lejanas latitudes y que como brazos de un generoso río confluyen y marchan juntos, durante la procesión en su honor, cada 15 de agosto.

También aquí ha escuchado las plegarias más apasionadas, más profundas y más estremecidas, que pueden brotar de la esperanza o la desolación, pero siempre surgen de la fe. Javier Mamaní, párroco de la iglesia del Pilar y uno de los organizadores de esta visita, expresó que “queríamos que llegara a Solidaridad, uno de los lugares que en su momento fue de los pobres entre los más pobres, porque la santísima Virgen siempre se ha manifestado así”.

Además dijo que “toda manifestación de fe nos moviliza interiormente y nos llama a ser experiencia del amor de Dios en nuestras vidas. Los cantos, las alabanzas, la reacción de la gente nos lleva a conmovernos de corazón”. Por su parte, Pedro Gualberto Ríos, párroco de Solidaridad, agradeció el recibimiento del barrio a los fieles de Urcupiña y realzó el sentido solidario del café y mate con pan o bollo que ofrecieron gratuitamente desde las 7 de la mañana. “Todo esto es iniciativa de ellos. Están pidiendo por sus familias y por los problemas de drogas, violencia y alcoholismo que hay aquí”, especificó.
 
Contra el vallado se habían ubicado Verónica Corregidor (36) y su hija Elsa (14), que aún camina ayudándose con una muleta. “Hace dos años que somos devotas de la Virgen. Le pido salud para mi hija, a la que operaron por una fractura de peroné y de un problema que tenía en el corazón. le pido a la Mamita que la proteja con su manto”, le contó Verónica a El Tribuno. No fue la única que le encomendó sus afectos más próximos.

Ramona Barnichea (64) tuvo un accidente cerebro vascular (ACV) hace cuatro años y estuvo un mes en terapia intensiva. “Me desperté dos días después de que me la llevaran a la clínica. Ella me salvó y no lo puede creer ni el médico”, ríe ahora. La fe se recibe en herencia, por eso también Miriam Vargas (48), hija de Ramona, estaba invocando la protección de la Virgen para Oscar Palavecino (7), su hijo, que nació con parálisis cerebral.

Juana Conde (100) es devota de la Virgen de Urcupiña desde que tiene memoria. Hace 33 años, cuando dejó Camargo (Bolivia), trajo consigo a Salta su fervor religioso por la Mamita. Abrazando una reliquia familiar y otra imagen más moderna, no contuvo su emoción al paso de la Virgen. “Es una bendición de la Virgencita que la tengamos acá a mi abuela con nosotros acompañándonos”, dijo Yamila (21), una de sus 17 nietos. Juana aún tiene dos hijos vivos y diez bisnietos. Mario Cargnello entonó “Canción con todos”, con los concurrentes, y destacó el mensaje de unidad y fraternidad que transmite esta advocación religiosa. La fe se hereda y muchos niños se acercaron para participar de la celebración de la palabra en 
Solidaridad. En andas de padres o hermanos mayores se las ingeniaron para ver a la imagen.


La devoción de los fieles de la Mamita

Miles de salteños traen en sus hombros sus historias de vida y lucha, que gracias a la Virgen de Urcupiña pudieron sobrellevar malos momentos. Es por eso que miles de fieles no quisieron perderse esta oportunidad.

María Luisa y Carmen son amigas de toda la vida y decidieron ir juntas a ver a la Mamita. “Estamos muy emocionadas de que haya venido desde Bolivia, y sobre todo para nosotras, que es la primera vez que la vemos. Venimos a recibir su bendición”, comentaron.

Nélida, de barrio Autódromo, vino especialmente para pedir salud por sus nietos y trabajo para sus hijos, “estoy feliz y muy emocionada de que haya venido”. 

Rosa se encuentra muy conmovida. “La verdad estoy muy agradecida con la virgencita por su visita. Le vengo a pedir que me de salud y fuerzas para seguir, ya que últimamente mi vida esta muy cuesta arriba”, comentó la vecina, con lágrimas en los ojos.

Gladis, de zona sur, es la primera vez que ve a la Virgen de Quillacollo y está feliz. “Siempre la vi por la tele o en imágenes y la verdad que es muy linda mi Mamita. No soy muy devota pero le tengo mucho respeto”.

La entrada folclórica,
una fiesta de devoción 

La festividad en honor a la Virgen de Urcupiña abarca una serie de eventos que marcan la vida en Quillacollo durante julio y agosto. En las celebraciones se conjugan tradiciones indígenas con la solemnidad propia de los ritos católicos y una gran muestra de variedades folclóricas. Los actos centrales empiezan con la entrada folclórica el 14 de agosto, un desfile de millares de bailarines disfrazados. Las fraternidades o grupos de danzarines de caporales, morenos, tinkus, diabladas y otras danzas, acompañados por bandas de música, se expresan con sus movimientos organizados y el colorido de los trajes y las máscaras.

Ellos comienzan su recorrido a media mañana y en ocasiones los últimos grupos terminan de hacer su presentación ya despuntando la madrugada. El 15 se celebra la misa central en la iglesia de San Ildefonso. A su término se inicia la procesión con la imagen de la Virgen de Urcupiña por las calles del centro de la ciudad de Quillacollo y la repetición de la entrada folclórica.

Conscientes de que aquí en Salta muchos fieles de la Virgen pertenecen a la colectividad boliviana o son continuadores de estos ritos, la comisión organizadora de la visita de la Virgen programó la entrada folclórica en el Centro de Convenciones. Participaron más de 80 agrupaciones entre tinkus, sayas, caporales y morenadas.

Héctor López, de la agrupación de saya y tinku Alma Latina, cuenta que su fe por esta advocación mariana se inició hace varios años y como suele suceder: producto de una dura prueba que le impuso la vida y de un llamado que empezó a latir débil pero profundo en su corazón. “Mi hijo Nicolás (5) nació sin un bracito y yo llevé dos zapatitos de él a Quillacollo. Como había ido sin plata, dormía en el sillón de un karaoke. Así ahorraba y les pude traer una imagen de la Mamita a mis hijos”, relata. Los integrantes de este nutrido grupo -son más de 200- organizan cada año un festival en honor de la Mamita en Villa Chartas, donde reciben a 400 personas.

“En mi barrio somos muy creyentes. Ella nos ayuda en todo. Cuando salimos de gira la llevamos en el colectivo para que nos proteja en las rutas y nos acompañe a las competencias”, agrega. También ocupa un sitial importante en la tradicional Morenada Plana Mayor, del barrio 20 de Junio y fundada por el orureño Luis Pablo Guachalla (70). Ana María Ortiz (54), presidenta actual del grupo, dice: “Me acerqué a la Virgen hace 10 años porque estaba en una situación económica muy mala. Recé la novena junto a una amiga que me invitó. Luego hice una promesa y voy siempre a Quillacollo para agradecerle por la salud de mi familia y que mis tres hijos sean profesionales”. 

Una caricia al corazón

La recepción de la Virgen de Urcupiña estuvo cargada de emotividad. Cientos de salteños recibieron a la Mamita con lágrimas en los ojos, para muchos de ellos era la primera vez que la veían. Los vecinos de barrio Autódromo fueron llegando desde muy temprano, sin importar el frío, ya que se sentían cobijados por el corazón de la Mamita. La Virgen hizo su primera parada en la avenida Asunción y poco a poco los salteños la fueron abrazando con el alma. Cientos de vecinos llegaban con réplicas de la imagen de la Virgen entre sus manos para que sean bendecidas. 

El marco fue multitudinario. Miles de salteños emocionados hasta las lágrimas le dieron la bienvenida a la Virgen de Urcupiña en la Catedral de Salta. Personas en sillas de ruedas, enfermos, ancianos, niños, gente con bebés en los brazos; se podían observar entre la cantidad de fieles que se reunieron al rededor de la plaza 9 de Julio. El interior de la Catedral Basílica estaba colmada. Todos querían tocar por primera vez a la Mamita, o a la Virgen milagrosa, como la llaman sus fieles.

La gran devoción que demostraron por la Virgen, tanto salteños como bolivianos, constituye un acto de impresionante. El padre Martín Farfán remarcó que la Mamita, es la Virgen de la integración y viene a unir a dos pueblos hermanos. Y durante toda la ceremonia se sintió esa unión entre hermanos. 

La imagen fue colocada antes de llegar al altar y sacada de su cúpula para que los fieles puedan tocarla y puedan cumplir su sueño más preciado. Acariciar a su mamita.

El padre Carlos Gamboa habló con El Tribuno y se mostró entusiasmado y emocionado con el recibimiento que le hizo a la Mamita el pueblo de Salta. “Queremos que la Virgen se quede con esta bienvenida que le dio el pueblo salteño. Salimos el 8 de julio desde Quillacollo y en todos los lugares que estuvimos la gente nos mostró su amor y respeto a la Virgen María. Estoy entusiasmado y emocionado por la devoción que están demostrando los salteños. La Virgen viene a traer tranquilidad y la fuerza espiritual que le da Dios”, comentó el párroco.

La fiesta duró más de lo pensado, ya que la Virgen tenía programado hacer una parada de 10 minutos, pero el retraso en Solidaridad hizo que los vecinos puedan disfrutarla un poco más.

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