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Drama, suspenso, terror y comedia con fuertes cargas de emotividad en el final. Por todos los géneros y estados transitó el angustiante camino de la Argentina a los cuartos de final. El elenco nacional se metió entre los ocho mejores del Mundial, acrecentando su sueño. Venció 1 a 0 en el minuto 27 del suplementario gracias a un vital balón que robó el ingresado Rodrigo Palacio con el último suspiro, a una genialidad de Messi, que dejó dos rivales en el camino para habilitar al gigante Angel Di María, quien las corrió todas y tuvo su merecido premio a la constancia con su gol, tras definición cruzada que batió al inquebrantable Benaglio.
Argentina, que se plantó con un 4-4-2, que mutó en un 4-3-3, asumió el protagonismo, tuvo la pelota un 60 por ciento del tiempo, pero careció de profundidad, a partir de una línea de volantes muy estática y por el cerrojo defensivo de Suiza. Así, se quedó sin respuestas futbolísticas, sumado al flojo nivel de Higuaín y las peligrosas contras helvéticas.
El dominio territorial de Argentina creció en el complemento. Pero la desesperación también jugaba a medida que corrían las agujas y así llegó el suplementario, el desgaste, los calambres y una Argentina que comenzaba a ceder la guardia. En el último suspiro apareció Lío, que habilitó quirúrgicamente a Di María, quien definió cruzado. Golazo.
Pero faltaba el milagro: Dzemaili apareció por el segundo palo sin marca y cabeceó libre, pero la suerte estuvo del lado de Romero y el tiro pegó en el palo. Era para agradecer de rodillas...
Liberaron al genio
La preocupante escasa gravitación de Gonzalo Higuaín en el ataque (la alarmante falta de puntería nos hizo sufrir más de la cuenta) contrastó con los méritos de un equipo que evolucionó en la presión, donde sobresalió un enorme Javier Mascherano, como también Pablo Zabaleta, Ezequiel Garay y Marcos Rojo. Pero las falencias también fueron eclipsadas por un genial Messi, que estuvo triplemente contenido por la marca, pero cuando encontró los espacios se liberó y le sirvió el gol a Di María. Y el Angel del gol recibió una retribución a tanto ímpetu, ya que fue el que más buscó el arco contrario.