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En el Mundial de la sorpresa, de la estupefacción y de las fuerzas igualadas, los cruces de los octavos de final estuvieron marcados por el valor específico de las camisetas pesadas y por la angustia interminable. Casi de “cajón”, Alemania, Brasil, Holanda, Argentina, Francia y Bélgica respondieron al “prode cantado”, a aquel que paga menos en las casas de apuestas. Se impusieron de prepo y acentuaron sus favoritismos por sobre selecciones “de menor fuste”, como solía decirse en tiempos de antaño y de disparidades marcadas. Brasil, con una selección escasamente identificada con su rica historia y genética, pese a tener consigo a Neymar, es un manojo de nervios y sus jugadores no parecen tener la fortaleza mental como para “bancarse” la presión. Pero hizo prevalecer la “verdeamarela” ante un entusiasta Chile, no sin antes forzar los penales. Los tanques alemanes también se vieron sorprendidos por un Argelia que respondió golpe por golpe y los llevó al extenuante suplementario, como Suiza a la Argentina de Messi. Holanda se despedía de la Copa de no ser por el “acting” de Robben y Francia la pasó mal ante Ni geria.
En cuartos de final, la historia será diferente. Argentina, Brasil y demás deberán mostrar algo más, pese a sus cracks. Porque los parámetros se acortaron y ya no se gana más con la camiseta.