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Ella ha logrado que ciegos, sordos y minusválidos sientan el placer de danzar y el documental que muestra su trabajo sorprendió ayer en el Festival de Venecia.
Este homenaje, generosamente aplaudido en la sección La Semana de la Crítica, fue realizado por el italiano Iván Gergolet, quien empleó cuatro años para preparar Dancing with Maria. "María es así, suscita emoción", confiesa el cineasta mientras recibe elogios y felicitaciones al término de la proyección.
La historia de la bailarina, nacida en 1922 proveniente de una familia ruso-judía, quien sigue enseñando en su escuela en el corazón de Buenos Aires, es sumamente original y demuestra, como dice ella, que "la danza no tiene edad, ni límites", porque sus estudiantes son sordos, ciegos, paralíticos, con síndrome Down, sin que por ello dejen de sentir y vivir la libertad que la danza ofrece. Es pionera de la danza contemporánea y en los años 50 y 60 formó parte de movimientos de vanguardia. Es conocida por su performance de danza sin música y por su interpretación en la película del trompetista Dizzy Gillespie, de la que se proyectan algunas escenas. Y fue la primera en incursionar en la llamada danzaterapia. Su método ha ayudado a muchas personas en todo el mundo a aceptar sus límites.