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Cierto día, el destino sorprendió al Chuni Ovejero caminado por las calles de la ciudad de Buenos Aires.
En ese océano de veredas había una baldosa que tenía algo especial: te invitaba a leer.
Así fue que descubrió que en ese mismo lugar, en ese pedazo de espacio, hace algún tiempo atrás, el terrorismo de Estado desapareció a una persona.
Con el nombre de esa víctima luego fue a buscar más información en donde pudo y luego hizo un análisis propio sobre los acontecimientos que describía la baldosa.
Pensó que si él hizo todo ese ejercicio de preguntar, investigar y conocer; sería bueno traer esa idea para Salta. Porque es necesario recordar, casi de manera permanente, que en nuestra provincia también se cometieron crímenes de lesa humanidad antes y durante la última dictadura cívico militar.
Su arte debía entrar en esa interminable lucha que desata la memoria.
Pensó que ese debía ser uno de sus aportes, el de buscar, reconstruir la historia de vida y reivindicar el compromiso político de las personas detenidas desaparecidas, a través de la confección y colocación de baldosas que recuerden el momento de su desaparición y aspectos de su vida.
Hoy el Chuni tiene 55 años y lleva realizadas 8 baldosas que están distribuidas por las veredas la ciudad de Salta.
La primera fue la del exgobernador desaparecido Miguel Ragone y luego realizó la de Martín Miguel Cobos.
Luego vinieron las de María del Carmen Alonso y Ramón Gerardo Gallardo, Chicha y Chicho para los amigos, ambos arquitectos que trabajaron en Obras Públicas de la Municipalidad, durante el gobierno de Ragone.
También las baldosas de Alfredo Colqui, Rodolfo Gómez y Lidia Gómez de Colqui, en Coronel Vidt 231.
Lo último que tiene este artesano, oriundo de Rosario de la Frontera, es la baldosa de Silvia Aramayo, que fue ubicada en la vereda de la escuela Martín Miguel de Gemes, en la avenida Belgrano.
"De alguna manera es hacer el homenaje a una generación impresionante, muy lúcida y comprometida. Hay que pensar que Silvia (Aramayo) tenía 23 años, era maestra de la escuela Gemes, integraba un equipo de cátedra de la Universidad de Salta y era militante política. Yo veo a algunos jóvenes de hoy con 23 años y son muy diferentes a esa generación. Parece que siguen en una adolescencia eterna. Pienso en Cobos que era un joven de 18 años que cursaba el quinto año de la secundaria o los Colqui que eran una familia de laburantes", dijo el artesano de la memoria.
Cada homenaje permite reivindicar la militancia de las personas que fueron detenidas y desaparecidas con el fin de traerlos de vuelta a la cotidianidad del barrio y a la vida de una manera más humana.
Cada baldosa de la memoria deja una marca, una huella en los familiares y refleja un proceso de memoria que está en continuo movimiento y construcción.
"Las baldosas de la memoria dan por tierra la creencia falsa de la militancia oscura y violenta. Desarma la idea siniestra de que los desaparecidos armaban bombas molotov y llevaban ametralladoras. A Cobos lo fusilaron por formar parte de un centro de estudiantes de un colegio secundario. Eso es conmovedor y por eso las baldosas forman parte de una territorialidad especial dentro de la ciudad", concluyó casi de manera académica, pero que en el lenguaje de la militancia se llama "marcar la cancha".
El hombre "comenzó el camino del arte cerámico, realizando reproducciones de piezas arqueológicas de antiguas culturas prehispánicas como vasijas, urnas funerarias, vasos ceremoniales, etc", según se puede leer en su blog donde se muestran las obras que realiza en su taller. Ese espacio de trabajo está arriba de su hogar. Tiene mucha entrada de luz natural y se pueden ver las herramientas ordenadas. Se puede decir que ese espacio se constituye como una cápsula en donde las víctimas se humanizan, vuelven y te cuentan su relato.