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Colorido encuentro de misachicos y quema de cardones

Domingo, 15 de marzo de 2015 00:30
Vista de la iglesia de Cachi.<br>
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La festividad patronal de Cachi comenzó la semana pasada y concluirá el próximo 19 de marzo, día de San José. Previamente, entre el 16 y 18 de marzo se rezará el triduo que concluirá con el encuentro de misachicos y la quema de los cardones.

En vísperas de la fiesta patronal, desde muy alejados parajes comienza a arribar una gran cantidad de coloridos misachicos. Estas pequeñas procesiones de promesantes marchan portando en andas diminutas imágenes de San José. Caminan al compás de un bombo legüero ejecutado por el bombisto, y que a veces es acompañado por un violinisto.

Cada misachico pertenece a una familia promesante, pero casi siempre es acompañado por vecinos y amigos del paraje de origen.

La preparación del misachico les lleva días. Adornan la urna con una gran cantidad de flores de papel o de tela y cambian el ropaje del santito, que confeccionan con sus propias manos.

Cuando el misachico parte del hogar de sus dueños, es acompañado por el permanente repiqueteo de un bombo legüero. Ese retumbo persistente sirve para acompasar la marcha y también para alertar a amigos y vecinos de que el misachico está en camino. Y así, muchos se irán sumando a la pequeña procesión de promesantes.

Arribo de misachicos
La llegada de los misachicos a Cachi debe ser uno de los espectáculos más emotivos que se puedan vivir. Arriban por la tarde y desde lejos se los puede escuchar gracias al repiqueteo de los bombos reproducidos por el eco de los cerros. Es el anuncio de su próximo arribo, pero a veces puede pasar más de una hora para que finalmente se lo vea a lo lejos, bajando lentamente por algún sendero del cerro, o para que aparezca en el extremo polvoriento de una calle del pueblo.

De pronto, dos, tres o cuatro misachicos se aparecen casi simultáneamente. Es entonces cuando Cachi es invadido por el retumbar de los bombos y el chillido de los violines. Cada vez los bombos suenan más fuerte mientras los vecinos ya salen a las calles para dar la bienvenida a los misachicos. Les ofrecen ramitos de flores frescas para el santito, y agua para los sedientos promesantes.

El misachico ingresa estruendosa y lentamente por las angostas calles de Cachi. Finalmente la pequeña procesión enfila para el lado de la iglesia, pasa frente a ella, la gente se persigna y bajo la galería del Museo depositan el anda con urna y santito. Allí pasarán la noche decenas de misachicos, llegados de todas partes. Uno más colorido que otro, pero todos con la misma fe y devoción por San José, el carpintero.

En la recova, los promesantes esperan la misa vespertina y la quema de cardones.

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