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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Rocas que se desploman y aplastan

Domingo, 15 de marzo de 2015 18:11
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Rocas que se desploman y aplastan

Casi todos los años se reporta un luctuoso accidente producto de rocas que se desploman de los cerros y aplastan vehículos. A comienzos de marzo de 2015 ocurrió un accidente en el camino a Cafayate, sobre la ruta nacional 68, cerca del paraje de Santa Bárbara, donde un auto familiar fue impactado, con el lamentable fallecimiento de una persona joven. La Quebrada del Toro, especialmente el tramo de cornisa entre Campo Quijano e Ingeniero Maury, registra numerosos accidentes de ese tipo que se cobraron vidas humanas. A veces se trata de rocas sueltas de tamaño considerable que se desprenden de las laderas y caen sobre autos o camiones. Hay algunos puntos críticos en la zona de El Alisar y de El Candado. Otras veces son desmoronamientos que arrastran rocas mezcladas con la débil cubierta de suelos. Es lo que pasó en El Mollar algunos días después del último sismo fuerte del 27 de febrero de 2010 y que le costó la vida al chofer de camiones Carlos Medina. También se han registrado accidentes por desprendimientos de rocas, a veces de muchas toneladas, en la quebrada de Escoipe y en la quebrada de Humahuaca. Todas las quebradas y cañones que forman parte de la fisiografía de la Cordillera Oriental del norte argentino están expuestas a este particular fenómeno. Y esto tiene que ver con numerosos factores tales como la naturaleza y disposición espacial de las rocas involucradas, las excesivas pendientes de las laderas, los agentes meteóricos, los movimientos internos o endógenos y el tránsito y su microsismicidad. Se genera un cóctel peligroso donde todos estos factores juegan entre ellos para generar laderas inestables o bloques apenas adheridos que pueden desprenderse ante cualquier evento mayor o menor. Los sismos son disparadores que pueden gatillar el colapso de laderas enteras. Se han descubierto grandes desplazamientos en varios puntos de la geografía del norte argentino que tuvieron su origen en terremotos del pasado. Incluso laderas enteras se han movido en el cerro El Zorrito cerca de Cafayate, en la quebrada del Toro, en algunas montañas y volcanes de la Puna, en varios puntos de la quebrada de Humahuaca, por mencionar algunos lugares claves. Una discusión amplia sobre este tema puede consultarse en mi libro Riesgos Geológicos del Norte Argentino (Mundo Editorial). En una escala menor se tiene la caída de bloques sueltos, que una vez desprendidos de su matriz, se mantienen en un delicado equilibrio inestable, donde una vibración o shock sísmico pueden ponerlos en movimiento. Ruedan entonces pendiente abajo con gran velocidad y pueden causar accidentes luctuosos como los antes señalados. La presencia de numerosas cruces como recordatorio de los fallecidos, se encuentran a la vera de los caminos de montaña y algunas de ellas corresponden a la fenomenología aquí tratada. Bloques de cientos de kilos a varias toneladas se desprenden regularmente de las laderas de montañas. Ello forma parte de la dinámica externa que va modelando el paisaje. La mayoría de las veces, esos bloques simplemente ruedan hacia el pie de una ladera donde no hay seres vivos o construcciones que puedan ser afectadas. Por lo tanto pasan desapercibidos. Nos enteramos del resultado si nos toca excursionar por un área de montaña y los vemos allí, pero desconocemos cuándo ocurrió el fenómeno ni cuáles fueron sus causas puntuales. La cuestión cambia radicalmente cuando los bloques deprendidos ruedan ladera abajo y llegan a impactar contra vehículos, personas, animales o construcciones. Y esto se da por una multiplicidad de fenómenos, en áreas montañosas de muchas regiones en el mundo. Especialmente nos llegan las noticias cuando ocurren en el marco de los Andes Centrales de Perú, Bolivia, Chile y el norte de nuestro país. Los sismos son uno de los disparadores de esos bloques sueltos o que se desprenden por la energía liberada. Ejemplos increíbles se vieron en las imágenes del terremoto de Sichuan en el sur de la China en mayo de 2008. Allí las grandes rocas que rodaron de los cerros destruyeron no solo casas y todo lo que se encontraba a su paso, sino también edificios enteros. Decenas de automóviles y camiones, con sus conductores y pasajeros dentro, quedaron aplastados por enormes rocas que se desgajaron de las montañas vecinas. Pero no es la única manera en que los bloques se descuelguen pendiente abajo. La microsismicidad que genera el traqueteo de los automóviles y especialmente los ómnibus y camiones pesados, van debilitando las estructuras de las rocas y laderas hasta que finalmente se pueden producir desprendimientos con consecuencias fatales. Los cortes que se hacen a la montaña para trazar las rutas y caminos son también uno de los motivos de la desestabilización de las pendientes y laderas. La naturaleza de las rocas es un factor importante. No es lo mismo una roca maciza que una roca estratificada y tampoco es lo mismo una roca fracturada que una roca sana. Las rocas estratificadas, cuando se inclinan en la misma dirección que la pendiente y con ángulos altos pueden ceder a través de los planos de estratificación. Las capas generalmente separadas por superficies arcillosas lubricadas pueden resbalar hacia abajo en función de la gravedad. En eso mucho tienen que ver los tipos de climas y el desarrollo o no de suelos con vegetación protectora. Las raíces actúan como clavos que fijan las rocas por debajo de los suelos. En climas secos, con escasas lluvias concentradas en una determinada época del año, los materiales sueltos, entre ellos bloques de distinto tamaño, pueden ponerse en movimiento y rodar cuesta abajo. La generación de los bloques está en muchos casos favorecida por un sistema de fracturas que se cruzan ortogonalmente. Esto se ve con facilidad en los granitos que cuentan con juntas o diaclasas perpendiculares. Los agentes meteóricos actúan en esas juntas y van atacando la roca que poco a poco se descalza del afloramiento madre. Si el ataque continúa pueden pasar de bloques cuadrangulares hasta convertirse en bolas rocosas. Un ejemplo magnífico de este estilo de bloques y bolas graníticas se observa sobre la ruta nacional 51, entre las localidades de Alfarcito y Tastil. En las decenas de viajes por la geografía regional hemos sido testigos directos de estos desprendimientos, muchas veces a escasa distancia en el momento que ocurrieron. Evito contarlos para evitar lo autorreferencial. Los días de lluvia o niebla y la noche y su falta de visibilidad, resultan sumamente peligrosos. Puede ocurrir la infausta casualidad de cruzar justo en el momento en que la roca se desploma, o puede ser la causalidad del traqueteo o hasta la bocina del vehículo. De allí que la señalización correcta de los lugares geológicamente peligrosos sea una verdadera necesidad para alertar a los viajeros desprevenidos. Esta es una responsabilidad ineludible del estado a través de las autoridades viales. Y también los propios viajeros deben tomar conciencia del valor que representan esas señales y por seguridad no soslayarlas cuando transitan los peligrosos e inestables caminos de montaña.

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