¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
13°
13 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos Humanos. Soledad abismosa | ascenso, Soledad

Jueves, 14 de mayo de 2015 09:19
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Laberintos Humanos. Soledad abismosa


Y mientras Carla Cruz huía, subía por los cerros hasta que la soledad se volvió abismosa. Ni plantas crecían ya en el suelo y el viento, que sabe de soledades, no podía soportar aquello tan alto y descendía contra el andar de la muchacha, que debía multiplicar sus fuerzas para seguir andando.

Subía pujando a contraviento como pariendo el ascenso, cuando sintió que en el bolsillo de su abrigo le vibraba el teléfono celular. Buscó una roca tras la que parapetarse y consultarlo, porque era el Abuelo Virtual quien la buscaba con sus consejos, y se sentó de espaldas a la piedra fría.

Allí abrió la tapa del aparato para ver que en el monitor se le configuraba el rostro del Abuelo sabio. La imagen no era tan clara como en lo bajo, pero se sintió protegida mientras la voz metálica bordaba en el paño del viento: en lo alto, 5.000 metros por encima de los hombres, hay uno que no te vendría mal escuchar, le dijo.

Carla miró por el lado de la peña para corroborar que en el abra, más alto aún que desde donde bajaba el viento, había una silueta que miraba hacia el ocaso. Por sobre la silueta, más alto que lo más alto que pudiera estar una persona, vio un cóndor que llevaba una serpiente entre sus garras, pero no era su presa sino que el ave y el reptil combatían.

Carla Cruz volvió a cubrirse del viento y levantó la tapa de su teléfono para escuchar lo que la voz metálica del Abuelo Virtual tenía para decirle: lo que ves es el más singular de los dramas, porque aún el sabio más solitario parece necesitar de compañía.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD