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Trapecio y telas. Volar, crear y soñar, para sumarse al circo | Tendencias

Miércoles, 27 de mayo de 2015 00:00
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Volar, sentirse libre, que nada pesa, que se puede despegar. Esa es la sensación que el profesor de trapecio quiere transmitirle a sus alumnos.
En sus caras se ve que la experiencias es más que grata. Pese al frío, y a que varios no viven cerca del centro cultural La Minga, Luis Güemes 1015, no dejan de asistir a las clases de trapecio.
"Las clases tienen como base un entrenamiento libre. Lo que hacemos es compartir nuestras experiencias y preparar muestras para que la gente conozca este espacio y qué es lo que hacemos", dijo el profesor Matías Cáseres, de 31 años. Hace 5 años que enseñá trapecio y su trabajo se complementa con el de otros profesores, que dictan clown, tela y música.
"Durante los 5 años que viví en Córdoba estudié trapecio. Luego que mi esposa terminó la carrera en la facultad nos vinimos. Ahora, durante las horas de la mañana trabajo en una empresa de comunicaciones y por la tarde me dedico a las clases de trapecio. Para mí son una pasión, porque me permiten sentirme libre, volar", agregó.
Para la práctica de trapecio se realiza un entrenamiento de calentamiento para poner el cuerpo en movimiento, además de correr o realizar alguna actividad física que permita estar liviano.
Los primeros pasos de la clase consisten en ejercicios de precalentamiento, seguidos de un circuito de resistencia y práctica de fuerza, para aprender a sostener el peso del cuerpo con los brazos.
Para la práctica lo mejor es asistir con ropa cómoda pero justa, para evitar enganches en los aros y la telas.
A todo esto, como siempre hay que sumarle ganas y entusiasmo.
Muchos de los que asisten a La Minga vienen de otros espacios culturales a entrenar.
La Minga
"La Minga se crea luego de que varios profesores fueran desplazados del centro cultural Aristenes Papi. Muchos terminaron dando clases en la calle, hasta que se lograron organizar para volver a trabajar. Actualmente, La Minga cuenta con una gran agenda de actividades culturales, donde los alumnos solo pagan un bono de $100 para pagar el alquiler de las instalaciones en las que se encuentran trabajando", explicó Analía García, profesora de circo y psicomotricista.
Las clases en La Minga incluyen talleres que se dictan los sábados. Las edades de quienes se acercan al centro cultural van desde los 20 a los 45 años, y próximamente se apunta a la creación de talleres para menores, con la particularidad de que serían gratuitos.
"Viene mucha gente del barrio y es un espacio social donde los chicos pueden encontrar un lugar de encuentro".
Los talleres que se dictan en La Minga son: formación en recreación desde un abordaje sociopedagógico y psicosocial, percusión escuela comunitaria, música andina, laboratorio de artes circenses, capoeira, ensamble de música latinoamericana, fotografía, teatro, colectivo de varones antipatriarcales y lutheria.
La Minga significa la unión de todos para el beneficio de uno de sus miembros. Y eso es lo que hacen estos artistas unidos. Disfrutar de la actividades culturales en beneficio de todos y de quienes se suman al grupo a participar.
Claudio Yapura:
Técnicas de aprendizaje del clown. Es salteño pero ha recorrido el mundo haciendo arte. Tiene 45 años y desde hace 20 que no visitaba Argentina. Ahora, recorre el país enseñando las técnicas del clown.
¿Cómo fue tu vida en el exterior?
Hace 20 años que me fuí del país para estudiar circo en Europa. Durante tres años estudié la dinámica corporal del actor. Ahora que estoy en el país recorro varias provincias mostrando lo aprendido y enseñando sobre las artes.
¿Cómo son los talleres?
Los talleres de clown tienen el objetivo de enseñar las técnicas del payaso, pero desde lo teatral. La diferencia entre el payaso y el clown es que el último no busca los motivos externos para hacer reír, sino que se ríe de él mismo. Mientras que el payaso es un estereotipo de las personas universales. Este busca en las otras personas la gracia, la fealdad, los defectos, para burlarse del otro y causar risa. El clown trabaja al revés, porque no se ríe de las personas, sino que busca ser amado. Los talleres tienen una duración de tres días. Durante la clase se enseña sobre la técnica corporal del actor, luego se dan herramientos del clown; que son la utilería. Lo que la persona lleva dentro de sí: un látigo, un silbato o una bocina, un globo, un pañuelo. Y finalmente se hacen ejercicios básicos. Se dictan durante el año, en distintas fechas. Esta semana se dictará un nuevo taller, y luego se realizarán en Entre Ríos y en Buenos Aires.


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