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El mensaje que intentará compartir a lo largo de su travesía tiene que ver con el amor por los animales y, transmitido por él, sonará contundente y sincero porque Federico ha movido todas las piezas de su vida para que, entre el dicho y el hecho, no exista ningún trecho: "Hago este viaje para concientizar sobre los derechos de los animales. Lo hago en bicicleta porque quiero demostrar que uno puede estar sano y fuerte sin consumir ningún tipo de animal ni sus derivados. Hace tres años que soy vegano; no uso productos de perfumería que provengan de marcas que testean con animales y renuncié a la agencia de publicidad donde trabajaba porque no me sentía cómodo haciendo campañas para esas marcas", contó.
Federico Sordo tiene 32 años, vive en un monoambiente en Capital Federal y hace trabajos freelance de diseño. Su familia está conformada por Barón, que tiene entre 4 y 5 años (no lo sabe exactamente porque llegó a su vida siendo ya un perro adulto), la gatita Kuno y el gatito Ikuro. "Soy el único humano de la familia", aclara.
El 24 de noviembre de 2011 encontró en el palier de su edificio al primer perro con el que compartió su hogar. Estaba acurrucado, era de porte grande y, a simple vista, "estaba bastante cascoteado", contó Federico. El animal llevaba las huellas del abandono en la mirada y en la piel. El joven no pudo ser indiferente y le abrió las puertas de su casa a Cascote -así lo bautizó-. Días después creó una fan page en Facebook llamada "Cascote, un perro macanudo", con el objetivo de reunir fondos para la atención veterinaria de su amigo, que había entrado a su vida justo a fin de mes, cuando las arcas estaban casi vacías.
Cascote fue el primer animalito recuperado: luego de un difícil período de curación, finalmente fue adoptado. Después de él, el monoambiente de Fede se convirtió en hogar de tránsito de decenas de animales. Por ahí pasaron ya 21 perros, una gata y una paloma. Para Fede, la falta de espacio y de recursos no es pretexto para seguir de largo. "Solo se necesita tener el corazón abierto y aprender a dar sin esperar nada a cambio, como hacen ellos. Después, el resto fluye", dice con conocimiento de causa.
Un viaje de pelos
Barón llegó a la vida de Federico Sordo de un modo similar a Cascote. "También lo encontré en la entrada del edificio. Estaba herido porque lo había atropellado un auto. Fue necesario hacerle una cirugía de cadera y tuvo siete meses de rehabilitación. Hice una campaña buscando a su familia pero nadie lo reclamó. Después aparecieron adoptantes, pero cuando llegó el momento de entregarlo nos miramos fijo a los ojos y terminé asumiendo que Barón me había adoptado a mí, que ya éramos una familia". Y Barón se quedó a llenarle los días, junto a Kuno e Ikuro. Y en unas semanas más será su copiloto en el viaje que Sordo realizará desde La Quiaca a Ushuaia siguiendo la ruta 40, y de Ushuaia a Buenos Aires, remontando el mapa por la ruta 3. "Con Barón tenemos una relación muy profunda. Como yo trabajo desde mi casa estoy mucho tiempo con él. Me pareció que no había ningún motivo para no llevarlo en este viaje", explicó Federico. Él pedaleará y Barón disfrutará del paisaje sobre un trailer que le están construyendo a medida y donde viajará con pretal y cinturón de seguridad.
Durante su periplo, Federico brindará charlas orientadas a mejorar la comunicación de asociaciones y proteccionistas independientes que trabajan a favor de los animales. También dará charla a chicos de 13 años en adelante sobre "ideas y cómo llevarlas adelante", tomando como eje principal la confianza en ellos mismos. En síntesis, va a hablar de lo que sabe, de lo que aprendió de Cascote, de Barón y de cada animalito al que, en algún momento, le dio una mano: "Cascote me enseñó a confiar en los deseos, a ser persistente y a entender que la angustia es un error de perspectiva. Me enseñó que en el momento que uno obra por amor, las cosas siempre salen bien", dice Fede, agradecido.