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Pero a poco -resalta Hinojosa-, la revolución del 6 de septiembre de 1930 interrumpió el proceso democrático. Ajena a esos avatares de la política, María Greitein vio el "negocio" y pronto entendió que el trabajo que venían ejerciendo las mujeres en los burdeles debía mejorar, "para una esmerada atención al hombre y para mayor resarcimiento económico de quienes habían tomado a la prostitución como medio de vida. Lo comprendió y lo entendió ampliando el horizonte y mirando otras zonas, otros barrios, otros lugares que fueran de fácil acceso, no muy cerca del centro de la ciudad y a la vez, lejos de las molestas miradas de la alta sociedad, que no se resignaba a tolerar tamaño agravio.
La primera casa
Así fue que, con la ayuda de algunos amigos, doña María alquiló una casa en Córdoba al 700, calle que al prolongarse hacia el sur se transformaba en el camino a La Isla. Allí aumentó el número de meretrices e inauguró el "dancing", que pasó a ser el complemento obligado de la noche salteña, dándole brillo, esplendor y categoría a la zona sur. Y así nació "El Armenonville", nombre de uno de los cabarés más lujosos de Buenos Aires de la segunda década del siglo XX y emplazado en el barrio de Recoleta.
En "El Armenonville" María Greintein comenzó a brillar con luz propia. Había adquirido entre parroquianos y habitúes la carta de ciudadanía que tan solo otorga el soberano.
Y todo el sector de la zona sur de la ciudad asumió la notable transformación que "El Armenonville" arrastró tras de sí. No era para menos, teniendo en cuenta que al compás de los vestidos de seda, de las miradas furtivas, de los automóviles y de los innumerables coches de plaza, se sumaban el colorido, la música, los hombres y las bellas mujeres, traídas de lejanas tierras de ultramar.
Y así la Rusa María tomo vuelo y junto a ella nacieron en la zona otras casas "non sanctas", que también se adueñaron de las miradas y de los comentarios de quienes habitaban la Salta de los años 30 y 40. Y también de los que llegaban de otros lugares y de otras provincias. Buenos Aires miraba con ojos de asombro lo que hasta esos momentos formaba parte de los espectáculos de las grandes ciudades. Salta había obtenido, merced al trabajo de la Rusa María, el reconocimiento en todo el país, de ser uno de los más notables centros de la vida nocturna y de la prostitución de alto vuelo".
Por sus dominios
"El Globo", en Córdoba y Zabala, fue el primer reservado con garaje.
"Las Vegas" fue otro "dancing" de la Rusa que portaba su marca de esplendor y glamour.
Y "Sans Coucí", en Rioja 113, regenteado por un cordobés.