¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
18°
28 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Agua de Castilla

Lunes, 13 de febrero de 2017 01:30
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
Dado que el agua es universal, sus topónimos también lo son. Las aguas pueden ser dulces, salobres, saladas o salmueras; frías, calientes o templadas; turbias o claras; potables o venenosas; limpias, sucias o contaminadas; ácidas o alcalinas; blandas o duras; de ríos, arroyos, vegas, manantiales, oasis, lagos, mares u océanos, y así largamente por sus propiedades físicas, químicas y de ocurrencia, con lo cual dan lugar a miles de topónimos que las designan. Antiguamente, se hablaba de aguas vivas y aguas muertas para diferenciar las aguas corrientes de las estancadas. A los topónimos españoles con la palabra agua se añaden aquellos provenientes de palabras indígenas. Entre ellas yaco o yacu, del quechua, en el sentido tanto de agua como de arroyo o aguada. Yacochuya, Cuchiyaco, Yacoraite, Burruyacu son algunos ejemplos ilustrativos. En otras lenguas agua se dice "unu" (aimara), "i" o "y" (guaraní) y "co" (mapuche). Iguazú, por ejemplo, es agua grande. Río Bermejo, río Colorado, río Amarillo, río Blanco, río Negro hacen referencia a la coloración de las aguas en parte por la carga en suspensión debido a las rocas que atraviesan en su recorrido o bien al reflejo del fondo de su cauce. Agua mala hace referencia a un lugar donde las aguas son insalubres hasta venenosas. En el Valle de la Muerte (California) es famoso Bad Water, un charco pestilente en las orillas del salar, que tiene la curiosidad de ser el punto topográfico más bajo del país, encontrándose dentro del continente, pero debajo del nivel del mar. Muchas veces la vida en el desierto, o en montes secos y calientes como los del Chaco, depende de charcos de agua sucios y contaminados de donde beben por igual personas y animales. Las aguas que circulan por rocas donde hay sulfuros pueden ser muy ácidas, mientras otras tienen contenidos de sales que las hacen alcalinas. Algunas contienen en forma natural anhídrido carbónico que las convierten en aguas ligeramente gasificadas, muchas de ellas de gran valor comercial para ser embotelladas. Otras contienen sulfatos que las convierten en purgantes. Generalmente las aguas con sulfatos tienen gusto amargo. Su naturaleza hacía que fuesen buscadas con fines medicinales. En el viejo mapa de Orán (Salta) de Ramón García de León y Pizarro de 1794 aparece representada una fuente con estas características. Comenta este caballero que en los recorridos por la región dieron con "tres ojos o manantiales de sal catártica que analizada por médicos y químicos se encontró ser superior a la de la fuente de La Higuera de España". Esto en razón de que "teniendo las mismas virtudes es menos punzante su amaritud"; o sea el amargor. Aguas catárticas eran precisamente eso, amargas y purgantes. Algunos campos termales como el de Rosario de la Frontera (Salta) son un muestrario de aguas con distintas composiciones y propiedades. Entre otras se tienen las fuentes o aguas silicosa, salada, sulfatada, ferruginosa y carbonatada. Y así podrían seguir nombrándose cientos de lugares y sus respectivas aguas a lo largo y ancho de cualquier geografía. Baste con citar a Maceió, en Brasil, donde según ellos se reconocen siete distintos tipos de agua. En Argentina algunos topónimos con la palabra agua en el sentido de aguada: Agua de Canale, Agua de Fonseca y Agua del Barro en Neuquén; Agua Tapada en La Rioja; Agua del León y Agua de las Mulas en Chubut; Agua Mora y Agua del Piche en La Pampa. También se tiene Agua Negra en San Juan; Agua Hedionda en San Luis; Agua Dulce en Tucumán, entre muchísimos otros.
Esta larga introducción tiene que ver con uno de los tantos topónimos que hacen referencia al agua y cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Es el de "Agua de Castilla", que aparece en nuestra geografía y la de otros países de América Latina. Aun cuando no hay referencias en diccionarios geográficos ni toponímicos, es obvio que se trata de un término de origen español que hace mención a "agua" y a la región de "Catilla", en la península Ibérica. Debió llegar, suponemos, de la mano de los conquistadores, quienes en sus travesías designaron así a los lugares donde se encontraron con aguas dulces, frescas y potables. Seguramente debieron ser viejos castellanos que recordaban las fuentes, manantiales y pozos artesianos de su tierra.
Un buen muestrario de esas aguas se encuentra a lo largo de la cuenca del río Duero. Recuerdo muchos ejemplos en la provincia de Zamora, entre ellos la fuente de Ayoó de Vidriales, que se ha mantenido viva por siglos. Son lo que se llaman "aguas firmes" por ser perennes. Su uso viene desde el tiempo de los romanos y se han encontrado en sus alrededores monedas y otros restos de aquella época.
La fuente de Ayoó es un manantial de aguas cristalinas que surgen filtradas luego de su paso por rocas ordovícicas de naturaleza lajosa, no muy diferentes a las que conforman los núcleos de las montañas salto-jujeñas. Ayoó de Vidriales, pueblo de mis ancestros, se encuentra muy cerca de Tábara, donde naciera el excelso poeta español León Felipe, cuyo paso por Salta y su amistad con Pajarito Velarde, el Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, José Botelli, Raúl Aráoz Anzoátegui, entre otros, constituye una página imborrable de nuestra rica bohemia y literatura.
Durante la conquista de América los españoles recorrieron miles de kilómetros por tierras absolutamente desconocidas y en su mayoría desérticas.
El agua era indispensable para la supervivencia de hombres y de bestias, tanto de carga como de cabalgadura. Seguramente se encontrarían con cientos de ríos y manantiales con aguas de dudoso origen. Y otras veces con fuentes de aguas frescas, dulces y cristalinas, verdaderos tesoros que les recordarían los manantiales de su España natal. Muchos de esos manantiales seguramente recibieron el nombre de "agua de Castilla", pero pocos de ellos perduraron en el tiempo.
En Salta se tiene un topónimo agua de Castilla en el municipio de San Antonio de los Cobres, en el Departamento de Los Andes. Este lugar de la Puna salteña se encuentra en un pequeño cañadón, a orillas de la ruta nacional 51 y al pie de la cuesta y abra de Chorrillos. Corre sobre rocas antiguas, ordovícicas, y sus aguas forman parte de la cuenca imbrífera del río San Antonio de los Cobres. Algunos puestos de pastores aprovechan el beneficio de estas aguas.
También en Salta se encuentra el cerro Agua de Castilla en las nacientes del río Ampascachi. Otro topónimo idéntico se encuentra en la Puna de Jujuy y dio lugar al poblado que lleva ese nombre. Agua de Castilla corresponde al departamento Cochinoca y se encuentra al pie de la sierra de Aguilar, frente a la laguna de Guayatayoc. Las aguas allí brotan filtradas al cruzar por el putón granítico de Abra Laite, el cual atraviesa a las rocas ordovícicas de la sierra de Aguilar. La región se caracteriza por una flora peculiar de cardones, queñoas y churquis, que están ausentes en el resto de la Puna. El poblado de Agua de Castilla es además reconocido por sus festejos típicos del carnaval, que atrae a otros moradores de la comarca.
En Bolivia se conocen varios lugares que llevan por nombre Agua de Castilla. Entre ellos la quebrada Agua de Castilla en Sud Lípez, el paraje Agua de Castilla cerca de la ciudad de Potosí y la estancia Agua de Castilla en Oruro.
También se registra un topónimo Agua de Castilla en el municipio de Altamira (Tamaulipas) en México.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD