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Miguel Ángel Solá: “Con El último traje hice el papel más difícil de mi vida actoral”

En El último traje, que se estrena hoy en las salas salteñas, Miguel Ángel Solá narra la historia de Abraham, un sastre judío de 88 años que regresa a Polonia tras la promesa de encontrar al amigo que le salvó la vida en la Segunda Guerra Mundial.
Jueves, 25 de enero de 2018 09:00
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Marina Cavalletti
El Tribuno

El destacado actor se puso en la piel de ese octogenario que retorna a Europa en una historia escrita y dirigida por Pablo Solarz, que emociona de principio a fin y carece de lugares comunes. Es una película que todos deberían ver.
En una conversación con El Tribuno, el artista, que vuelve a la pantalla grande del país después de 20 años sin filmar en la Argentina, habla de las emociones y los desafíos que llegaron con este protagónico.

¿Cómo recibiste el guión?
Me llegó de manos de Gerardo Herrero. Me preguntó si me animaba a hacerlo. No lo pude leer entero porque estaba en gira haciendo El diario de Adán y Eva en el sur, donde nos presentábamos en un pueblo por día. A pesar de eso, ya sabía que sí, que quería hacerlo.
Tanto él como Pablo, que se vino de Neuquén para hablar conmigo mientras yo ya había terminado de leer el guión, fueron muy sinceros: me dijeron que el papel había sido ofrecido a Alterio, a Soriano y a Briski, que por tres razones diferentes no habían podido congeniar con las fechas de filmación. Agradecí la sinceridad, terminé la gira y casi un mes después hicimos unas pruebas de maquillaje y vestuario, y comencé a filmar.

Tu personaje tiene veinte años más que vos, ¿cómo lo atravesaste?
Fue muy agotador, muy duro. En cine, fue el personaje más difícil que me ha tocado en la vida. Fue muy intenso, con dieciséis horas de armado del personaje, entre dos de maquillaje y una para sacarlo. Fue de mucha incomodidad física, porque por el látex, luego de tres horas, empieza a picar y a arder en la cara. Es muy difícil, pero tenía que cuidar esa obra de arte que hacía diariamente Almudena Fonseca, que ha sido maravilloso. Veíamos la gestualidad de cada día para que resultase natural. Fueron varias jornadas de muchas horas, lejos de la familia, lejos de las cosas que uno quiere y que necesita para buscar un cable a tierra.

Abordar el Holocausto es también de mucha intensidad emocional...
Sí. Creo que esos temas siempre son necesarios; reinstalar el tema del peligro de quiebre en la sociedad, de que terminen no admitiendo al otro porque siente, piensa o actúa diferente. Cuando vi por primera vez la película, no paré de temblar y de llorar.
Abraham busca el amor de sus hijos y lo obtiene de quienes aparecen en su viaje...
El amor narrado desde el desamor. Es el tema central. Él se encuentra frente a dos encrucijadas en su vida: la primera es que lo despojan de todo unos criminales, y la segunda es que su familia lo despoja de todo. Él siente que le pasó exactamente lo mismo que cuando tenía 18 años. Su entorno no se atreve a hacerse cargo de él porque es un tipo muy tozudo, muy especial. No va a ver al médico. Tiene una pierna muy mal, pero él dice que todo está muy bien, que no hay ningún problema. La verdad es que la familia no se comporta con él como él se comportó con la familia, o quizás sí y es un reflejo de cómo él se comportó: con sus rencores, con sus silencios, con sus prejuicios, ese volcán que tenía adentro, con tanto dolor acumulado, con la herida que no cerraba. Y todo eso es lo que va borrando a medida que va viajando.

¿Pensás que él se reconcilia consigo mismo?
Creo que él se abraza con todo aquello que lo excluyó de la vida. Tiene que pasar por territorio alemán aunque no quiera, tiene que nombrar a Polonia aunque no quiera. Es la vida a pesar de todo, es la única que ha podido vivir. Por fin toma una elección y va atrás de ese coraje. Las personas con las que él se encuentra ven que quiere llegar a una meta, no saben cuál es, pero lo alientan. Cuando va a una maratón, puede ver cómo llega el primero o el segundo, pero después, la gente que se queda, se queda para ver a los que sufren. Y empiezan a alentarlos, los arengan, ven la desesperación del tipo por llegar. Y eso es lo que pasa con los que ven la película: quieren que llegue a un estadío de felicidad, en los brazos de un ser querido, del tipo que lo salvó siendo al mismo tiempo parte de la familia que le quitó todo. Porque el drama fue que, en su gran mayoría, los polacos católicos señalaban a los judíos para quedarse con una bolsa de verduras o con sus casas, con sus pertenencias. Eso es lo que vive este hombre y eso es lo que tiene que derrumbar.
El tiempo pasó, pero sigue instalado en él, no puede sacárselo de encima. Es lógico también, pero la película intenta contar que tenés que dejar de lado la creencia de que todo tiene que repetirse igual en tu vida.

¿Y entonces?
Quizás él podría haber hecho este viaje mucho antes, pero en 70 años no se comunicó con su amigo. Sin embargo, él cree que está vivo y lo espera porque él le prometió que iba a ir, que le iba a contar cómo le había ido en la vida. Y quizás todo lo que vivió aquí supongo, donde aprendió de su padre la profesión de sastre, donde llegaron los hijos... fue un tiempo que no pudo vivir en plenitud porque lo embargaba ese dolor, esa tristeza, esa laceración, esa cosa de haber perdido toda su vida anterior. Quizá eso condiciona a los seres humanos y los obliga a ser de una determinada manera. Quien no muerde para afuera, muerde para adentro. Y quizás las mordeduras que se dio después de lo vivido, de ver cómo mataban de un tiro en la cabeza su padre y a su tío, de ver cómo le arrancaban a su hermanita que era un sol y que inventaba historias para todos... ellos eran felices, pero no lo sabían hasta que llegó el horror. Quizá todo eso le impidió vivir con plenitud toda esa segunda vida que hizo después.

¿Y qué es lo que te hace feliz?
Con respecto a la vida, ver y abrazar a mis hijas y a las personas que quiero. En lo laboral, me hace feliz hacer un trabajo bien hecho, decirles a mis hijas: su padre ha sido decente en su trabajo y ha hecho trabajos con humanidad, con conciencia, con inteligencia, con sensibilidad. Están expuestos, la gente irá a verlos o no, seré simpático para algunos y antipático para otros. Hay infinidad de cosas que dependen de mí que tienen que ver con el trabajo hecho con amor y absoluta honestidad, eso es lo que yo ofrezco. Lo demás, es lo de menos.
 

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