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La Fundación Alfarcito apoya a las familias y escuelas de los cerros de El Toro en el cultivo de sus huertas a fin de obtener alimentos y lograr un menú más variado, siempre con el asesoramiento del programa Escuelas de Pedagogía Susten table.
"Sabiendo la importancia de agregar a la dieta las verduras y frutas, la fundación decidió incentivar a familias y escuelas a tener una huerta propia y trabajar en ella. La idea surgió porque algunas escuelas habían organizado su propia huerta y obtenían resultados excelentes, en lugares cuyas características del clima -están situados a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar- y la geografía no ayudaban, pero el esfuerzo y la imaginación lo hicieron posible", explicó Carlos Figueroa, vocero de la Fundación.
Teresa Juncosa, miembro de Escuelas de Pedagogía Sustentable, se sumó a este trabajo con sus amplios conocimientos, asesorando, y con el aporte de plantines y semillas a las huertas de altura. Muchos voluntarios y amigos de la fundación dedicaron su tiempo y apoyaron esta campaña, visitando a las familias y a las escuelas de los cerros. Los resultados son maravillosos.
"Se puede sentir la alegría de ver crecer esta iniciativa en lugares a más de 3.000 metros de altura, donde la tierra es dura, reseca, y fue necesario picar para poder ablandarla y luego se la mezcló con el guano y se la regó. En muchos lugares por iniciativa de las familias del lugar se protegieron los almácigos del viento y los animales, haciendo pequeños corrales utilizando la madera de cardón. En algunas huertas se colocaron plásticos para poder cubrirlos y se efectuaron trabajos para traer agua de pequeñas lagunas y arroyos", detalló Figueroa.
De esta manera se promueve una conciencia, aprendizaje y compromiso sustentable en la comunidad, logrando concretar el anhelo del padre Chifri, de mejorar la vida de las familias de los cerros del departamento Rosario de Lerma.
La iniciativa de Raúl
Los miembros de la Fundación Alfarcito visitaron a Raúl en su casa del paraje El Toro, y quedaron sorprendidos por el trabajo que hizo en su huerta.
Raúl tuvo la iniciativa de rodear la huerta con madera de cardón para protegerla de los vientos y los animales, también colocó un águila disecada, que sirve como espantapájaros. Así, este hombre logró mejorar la calidad de las comidas de su familia, incorporando verduras que produce en su huerta.
El verde en la casa de Angélica
También llegaron hasta la casa de Angélica Guanuco, quien junto a su hijo trabajaron intensamente, logrando que los almácigos estén dando importantes resultados.
"Nos recibió con mucho afecto, nos mostró sus plantas y el trabajo que está realizando para llevar agua desde una pequeña laguna hasta su huerta; que en medio del paisaje ocre resalta con un verde intenso", contó Carlos Figueroa.
Angélica hizo un cerco con madera de cardón para proteger las plantas de los animales y los fuertes vientos, también la zanja para enterrar una manguera que le entregó la Fundación para llevar el agua hasta sus plantas.
"Antes de irnos Angélica nos invitó unas exquisitas croquetas que terminaba de preparar. Ella es una verdadera luchadora que nunca pierde la generosidad", finalizó el vocero.
Buenas costumbres que se multiplican
Los directores y los maestros de escuelas de la Quebrada del Toro, junto con sus alumnos, trabajaron haciendo la huerta de sus escuelas, y lograron consumir las verduras, hortalizas y frutas frescas, actividad que se extendió a los hogares de los chicos, donde casi todos cultivan su propia huerta.
La Fundación invita a visitar sus medios: http://www.fundacionalfarcito.org.ar/ https://www.facebook.com/fundacionalfarcito/ o escribir a: [email protected]