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El estadio de San Petersburgo hervía. A pesar de haber redondeado un primer tiempo, Nigeria dejaba a la Argentina afuera de la Copa del Mundo. El tiempo pasaba en forma acelerada. La Argentina necesitaba un gol para soñar. Lionel Messi, faltando muy poco, pasa cerca del banco y Jorge Sampaoli se le acerca. La escena, captada por la TV, la prueba el doble comando entre el DT y los referentes en la conducción de la Selección.
El diálogo dura 10 segundos, pero la pregunta, dirigida al capitán, se lee perfectamente en los labios del Sampaoli. “¿Ahora pongo al Kun?”. Messi asiente levemente, tal vez más astuto, atento a la cercanía de las cámaras. Por algo la Pulga suele taparse la boca al hablar con compañeros, rivales o el árbitro. El Kun Agüero ingresó al campo a falta de diez minutos para el epílogo.
El capitán de la Selección volvió a sonreir. Marcó un gol y un cambio. Jorge Sampaoli le preguntó si era positiva la entrada del Kun Agüero y el “10” asintió. Para varios, fue una muestra de que el DT perdió toda autoridad. En otros tiempos hubo situaciones similares que no se juzgaron con la misma vara.
Muchos técnicos de fútbol llegan con una táctica preferida y eligen los mejores jugadores para llevarla a cabo. Otros, eligen los mejores jugadores y buscan la mejor táctica para que se destaquen.
En Brasil 2014, hubo dos momentos en los que Alejandro Sabella escuchó a los jugadores: en el entretiempo del partido ante Bosnia-Herzegovina, contra Holanda y en la final ante Alemania.
Contra Holanda (terminó 0 a 0), el capitán le sugiere que haga ingresar a Sergio Agüero por Gonzalo Higuaín que estaba cansado. Sabella mandó a calentar al Kun que ingresó por el Pipita.
Lo mismo ocurrió en la final. Messi se acerca al banco de suplentes e implora: “Poné al Kun Agüero”. Sabella hace caso y saca a Lavezzi, de muy buen partido, para darle lugar al mejor amigo de “La Pulga”. Por entonces nadie hablaba de “la mesa chica”, “el club de amigos” o “el equipo de Mascherano”. Sabella era un estratega que sólo tuvo la mala suerte de que Rodrigo Palacio no le pegara por abajo en la clara ocasión de gol que se perdió ese día.