La vorágine económica nos hace perder el sentido de orientación -por no decir el sentido común- y la diferencia entre los precios de los combustibles que se comercializan en las provincias y Buenos Aires sigue siendo abismal. La situación afecta negativamente desde hace décadas al ciudadano de a pie, a los costos de transporte y al sector netamente productivo, es decir lisa y llanamente a las economías regionales. El interior queda así en una clara posición de inferioridad y hasta de cierta parálisis respecto de la centralidad porteña.
Todos hemos escuchado alguna vez a los voceros del sector explicar, que las razones residen en los costos de logística y también a decisiones comerciales. Mientras que algunos expertos señalan que no existe motivo alguno que sustente las diferencias, que en algunos casos superan holgadamente el 12% promedio como es el caso de Salta y Jujuy, y algunas provincias del NEA.
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La vorágine económica nos hace perder el sentido de orientación -por no decir el sentido común- y la diferencia entre los precios de los combustibles que se comercializan en las provincias y Buenos Aires sigue siendo abismal. La situación afecta negativamente desde hace décadas al ciudadano de a pie, a los costos de transporte y al sector netamente productivo, es decir lisa y llanamente a las economías regionales. El interior queda así en una clara posición de inferioridad y hasta de cierta parálisis respecto de la centralidad porteña.
Todos hemos escuchado alguna vez a los voceros del sector explicar, que las razones residen en los costos de logística y también a decisiones comerciales. Mientras que algunos expertos señalan que no existe motivo alguno que sustente las diferencias, que en algunos casos superan holgadamente el 12% promedio como es el caso de Salta y Jujuy, y algunas provincias del NEA.
En cualquier lugar del planeta un diferencial de costos en torno al 12% es un determinante a la hora de proyectar, emprender, producir y vivir.
Pese un debate que aún no alcanzó niveles masivos, se sucedieron una serie de “intentonas” legislativas desde el interior que apuntaron a alcanzar una uniformidad en los precios de los combustibles líquidos, pero que lamentablemente no prosperaron. Y como resultado, hoy bajo una misma bandera (nacional y comercial) conviven distintos precios de acuerdo al punto cardinal del país en que se habite.
El tema parece abandonar la “modorra” intelectual frente a los constantes y significativos aumentos. Con la suba anunciada para el próximo fin de semana, que rondaría entre un 5 y un 6%, serían 10 los incrementos apuntados en el haber de 2019, pese al pseudocongelemiento que rigió durante algunos meses.