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3 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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PASO: una encuesta muy cara y que no resuelve nada

Editorial de diario El Tribuno. 
Domingo, 11 de agosto de 2019 00:30
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Hoy se cumple el primero de los capítulos electorales nacionales de este año, y los argentinos iremos a votar, porque las elecciones primarias son obligatorias, en medio de una campaña signada por el desencanto que generan ocho años de recesión económica. El clima se enrarece, además, por el fuego cruzado de agravios y profecías catastróficas entre los candidatos que, justamente, representan a los dos gobiernos que se sucedieron en esos ocho años.

Toda la información política gira en torno de este "juego de tronos", que eclipsa la razón de ser del debate republicano, que es la cosa pública y el bien común.

La democracia es la forma de gobierno que asigna a la participación ciudadana un rol esencial. No obstante, la compulsión de tener que votar repetidamente en un año no contribuye a fortalecer esa participación, que debe expresar las convicciones íntimas y profundas de cada persona.

Las primarias abiertas y obligatorias instituidas hace diez años fueron la respuesta a la nula concurrencia ciudadana a las elecciones internas de los partidos políticos. Ese fenómeno es un síntoma de los tiempos, cuando la política y sus principales dirigentes y candidatos aparecen distantes y ajenos a la vida cotidiana de la gente.

De ese modo, se tomó como referencia el sistema estadounidense, donde se vota una vez en cada Estado para elegir entre varios candidatos de cada partido, y entre los elegidos se realiza la elección general.

Pero en la Argentina, al no resolverse el punto central, que es el deterioro de los partidos políticos y de la calidad institucional, el mecanismo se distorsionó por completo.

En muchas provincias, Salta entre ellas, los ciudadanos deberán votar cuatro o cinco veces, pero en la mayoría de las categorías y especialmente, respecto de la fórmula presidencial, no habrá nada para elegir, porque las fórmulas ya están conformadas.

A lo sumo, quedarán fuera de carrera los candidatos que no superen el 1.5% de los votos.

Según fuentes del Ministerio del Interior, las PASO costarán $ 4500 millones de pesos, casi el 45 % del total del presupuesto destinado a las elecciones de este año, que (actualizado) alcanza los $10.600 millones.

En un país agobiado por la presión tributaria y el déficit público, resulta un despilfarro asignar semejante fortuna a lo que no es más que una mega encuesta de opinión pública. En los hechos, un sondeo, y no una elección propiamente dicha, pero que en la etapa preparatoria generó gastos incalculables, del Estado y del sector privado, en concepto de financiamiento electoral.

Esta politización compulsiva convierte, poco a poco, a todos los espacios de comunicación pública en sustituto de las unidades básicas o comités, al tiempo que por las redes circulan en forma vertiginoso las intervenciones rentadas de legiones de trolls, además de robots que funcionan desde cualquier lugar del mundo.

La democracia es compromiso y es debate, como se señala más arriba pero también es mesura y racionalidad. El ciudadano elige, en un acto soberano, pero esa decisión requiere un tratamiento respetuoso, que la política no suele depararle.

El respeto a la voluntad ciudadana supone, como primer requisito, garantizar la información sobre la realidad, sobre el pensamiento de los candidatos y sobre lo que se proponen hacer en el futuro.

Esto va mucho más allá de la sinceridad o mendacidad de cada candidato, una cuestión ética importante, por cierto; existen mecanismos institucionales que reglamentan la obligación de una información pública transparente, y que no son respetados. En el fragor de la política argentina, atrapada en una "grieta" antidemocrática y que enfrenta a todos, funcionarios y medios, esa comunicación pública también se ha distorsionado.

Este año se realizará la novena elección presidencial desde 1983. Hace 36 años, el país puso en marcha un viraje institucional, luego de medio siglo de golpismo. En 2019, las instituciones y la cultura política argentina necesitan un nuevo viraje, hacia la transparencia y a la participación genuina de la ciudadanía en las decisiones que han de marcar el rumbo a seguir en las próximas décadas.

 

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