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La sexualidad prohibida y su laberinto

Martes, 03 de septiembre de 2019 02:21
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La psicología y la medicina dicen que no hay vida humana que carezca de deseo sexual en sentido amplio, libido que perdura necesariamente con el sacerdocio o con cualquier otra actividad humana, aunque sea en formas sublimadas o reprimidas.

Siempre hubo sociedades y grupos humanos con aversión hacia la homosexualidad o las personas homosexuales (homofóbicos) y muchos menos, casi siempre ocultos, actualmente muchos menos, tolerantes hacia los homosexuales (homofílicos). Hay que llamar a las cosas por su nombre "homofilia", "amistad amorosa" e "inclinaciones" cuando hace falta. No hace mucho tiempo, la homosexualidad era considerada una enfermedad y también un delito.

Oscar Wilde (1854-1900) se movía con la soltura de una gacela: vestía extravagante, polemizaba con todo el mundo, provocaba a los pacatos. Como todo personaje destacado, tenía sus detractores que se ofendían con todo aquello que reflejaba algo fuera de serie.

Por aquellos tiempos la homosexualidad era un tabú, una enfermedad y un delito en Inglaterra. Nadie se animaba a salir del armario porque las represalias no sólo merecían cárcel, también el escarmiento de toda una sociedad.

Alfred Douglas (1870-1945) era un joven escritor de la nobleza escocesa. Era amigo y amante de Oscar Wilde. Su padre lo sospechaba y le parecía una herejía. Entonces, sin más paciencia que la de un padre defraudado, le escribió una carta a Wilde, que estaba en ese momento en la cresta de la ola: lo trató de "aquel que presume de sodomita". Así comenzó todo. El contraataque fue una denuncia por calumnias. Llegaron los juicios y finalmente la cárcel, acusado de sodomía y de grave indecencia. Las repercusiones se desplegaron como un dominó y la intolerancia hacia los gays -no existía algo llamado comunidad gay- recrudecieron en Europa llevando a muchos artistas e intelectuales homosexuales al exilio. Oscar Wilde estuvo dos años en la cárcel pero su obra continuó y continúa siendo una de las más influyentes de la historia del Occidente moderno.

No dejó de escribir: De profundis (1897) y La balada de la cárcel de Reading se concibieron tras las rejas -lo dejó abatido emocionalmente-. Su familia desaprobó el incipiente romance, su esposa le prohibió ver a sus hijos (Wilde tenía dos niños). Al salir de la cárcel, se reencontró con Alfred Douglas en la ciudad francesa de Ruan y vivieron juntos, unos meses, en un pueblo italiano cerca de Nápoles. Finalmente, se separaron.

Alusiones e insinuaciones

Dante Alighieri (1265-1321) no era homófobo. En la Divina Comedia hay cuatro referencias a la homosexualidad en las partes llamadas "Infierno" y "Purgatorio", pero no hay ninguna en el "Paraíso". Dante siente simpatía por su personaje gay, Brunetto Latini (1220-1294), que había sido su profesor de retórica. Aunque lo sitúa en el tercer giro del séptimo círculo del infierno y siente respeto por su condición homosexual.

Alusiones ocultas hacia la homosexualidad se evidencian en la literatura y el cine: los poemas de Pasolini, Leopardi (1798-1837), Carlo Coccioli (1920-2003), las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar (1903-1987) o las películas de Visconti (1906-1976), sin olvidar las figuras homosexuales de la Divina Comedia de Dante.

Grandes figuras literarias católicas, como el escritor Fran‡ois Mauriac que con la publicación de la biografía escrita por Jean-Luc Barré (1957-), bien documentada, confirmó su homosexualidad de un modo definitivo.

La obra de Maritain y de sus relaciones, a veces tormentosas, con André Gide (1869-1951), Julien Green, Fran‡ois Mauriac (1885-1970) y Jean Cocteau (1889-1963), todos ellos, escritores franceses de antes de la guerra que tenían talento y también eran homosexuales. Sí, es posible aunque no se crea, que Maritain, hombre erudito, laico y misógino, miembro de la Academia Francesa, se mantuvo casto durante casi toda su vida y se casó tardíamente con una mujer de la que habló muy poco y a la que casi nadie vio, enviudando precozmente sin tratar de volverse a casar. Sus amigos como Julien Green, Fran‡ois Mauriac, André Gide, Henry de Montherlant (1895-1972) y Jean Guitton (1901-1999), todos estos amigos son sin excepción homófilos u homosexuales.

La influencia duradera de Maritain arranca de su reflexión teológica y su pensamiento político, pero también se nutre de su ejemplo vital. En el centro del misterio Maritain están su boda con Ra‹ssa, su esposa, y el pacto secreto que les unió. El encuentro de Jacques y Ra‹ssa se produjo, de entrada, con una espectacular doble conversión al catolicismo: él era protestante y ella judía. Unidos por un amor loco, su matrimonio no fue ni blanco ni de conveniencia. Tampoco fue un matrimonio burgués ni de sustitución, aunque es posible que Maritain hubiera querido huir así de la soledad y de lo que a veces se ha llamado "la tristeza de los hombres sin mujeres".

Los amigos de Maritain

Jean Cocteau manifestó su verdadera identidad, en su Libro blanco, en el que confiesa su homosexualidad. "Es un plan del diablo", le escribe Maritain. Es su primer acto público de adhesión al Mal. Acuérdese de Wilde y de su ruina hasta la muerte. "Jean, es su salvación lo que está en juego; es su alma la que debo defender. Entre el diablo y yo, escoja a quién quiere. Si usted me ama, no publicará ese libro y me dará el manuscrito para que lo guarde". "Necesito amor y hacer el amor a las almas", le contesta Cocteau, con una frase desafiante.

El Libro blanco se publicó y la incomprensión entre los dos hombres se agravó, pero su relación de pura "amistad amorosa", enfriada momentáneamente, se mantuvo contra viento

y marea, como revela su correspondencia. En el convento de los dominicos de Toulouse, Jacques Maritain pasó los últimos años de su vida. Jean Cocteau siguió visitando a Maritain hasta su muerte, y había ido a verle a Toulouse.

Julien Green lucha contra su deseo masculino, que ha experimentado desde su juventud como un peligro difícilmente compatible con el Amor a Dios. Por su parte, Maritain ha adivinado enseguida el secreto de Green, aunque no lo menciona de forma explícita durante los primeros decenios de su correspondencia. Ninguno de los dos habla de la “inclinación” que les corroe y se andan con rodeos en todos los sentidos. Maritain, él mismo converso, admira a Julien Green por su conversión en 1939, resultado de la “campaña” de un fraile dominico convencido de que el sacerdocio era la solución a la homosexualidad (después se supo que ese sacerdote también era gay). Maritain también admira al escritor por su continencia, dictada por su fe. Pero con el pasar de los años Julien Green evoluciona y da el paso: empieza destapándose en su obra, que se vuelve abiertamente homosexual (Sud, su gran libro), y tampoco oculta su vida amorosa, como revelan su Journal y los amantes que se le conocen.

Maurice Sachs (1906-1945), un judío convertido al catolicismo es un amigo de Maritain que lo llama “Jacques querido”, pero también un homosexual exaltado. Es piadoso, pero no puede evitar ser un seminarista escandaloso por culpa de sus amistades especiales y venenosas. En su novela El sabbat, el narrador les cuenta a sus amigos que ha ido al “seminario” ¡y le preguntan si se trata de un nuevo club homo!

Sachs acabará aspirado por todos los abismos: después de 1940 este protegido de Jacques Maritain acabará siendo colaboracionista y pétainista y, pese a ser judío, soplón nazi antes de morir al final de la guerra, se cree que de un tiro en la nuca que le disparó un SS al borde de una fosa; un recorrido impensable.

Jacques Maritain pone en evidencia, junto con otros datos, la obsesión homosexual de este filósofo; la cuestión gay es más que evidente.

Durante demasiado tiempo, en los libros de texto, se ha escrito que Arthur Rimbaud (1854-1891) un joven místico en estado salvaje, homosexual y anticlerical y Verlaine (1844-1896) eran “amigos” o “compañeros” y todavía hoy se lee en los Museos Vaticanos referencias a Antínoo como “favorito” del emperador Adriano, cuando se trataba de su amante.

Amores de los genios

La relación entre Shakespeare (1564-1616) y el joven llamado Fair Youth en los Sonetos; entre Leonardo da Vinci y su joven discípulo Salai o entre Miguel Ángel y el joven Tommaso dei Cavalieri. Los escritores Montaigne (1533-1592) y La Boétie (1530-1563), para quienes también se usó la expresión “amistad amorosa”. No desnaturalicemos aquí una relación que quizá no fuera nunca sexual. La expresión “amistad amorosa” también se utilizó para describir la relación entre el padre Henri Lacordaire (1802-1861), uno de los restauradores de la orden de los dominicos en Francia, y su “amigo” Charles de Montalembert (1810-1870).

Las personalidades diferentes experimentan actos de grandeza como Oscar Wilde que, cuando se le advirtió del peligro que corría por su relación con el joven Bosie, se mostró a su lado más que antes; o de un Verlaine, cuya familia le pide con insistencia que se aleje del joven Rimbaud, y que decide con más fuerza aún irse a vivir con él, cosa que costó a Oscar Wilde y a Verlaine dos años de cárcel. “L’injure des hommes, / qu’est-ce que cela fait? / va, notre coeur sait / seul ce que nous sommes” (“La injuria de los hombres, / ¿qué nos importa? / vamos, solo nuestro corazón / sabe lo que somos”)

En el caso de Leonardo da Vinci, se trata, según Freud, de la homosexualidad reprimida en el conocimiento, la investigación, el arte y la belleza no consumida de los muchachos (estudios más recientes contradicen claramente a Freud, ya que el pintor fue un homosexual practicante). Por otra parte, Leonardo da Vinci escribió en sus cuadernos esta frase muy comentada: “La pasión intelectual expulsa la sensualidad”.

Platón (427 a. C.-347 a.C.) y el amor platónico más que Sócrates (470 a.C-399 a.C.) y los amores socráticos; es Haendel, Schubert, Chopin y tal vez Mozart; es Leonardo da Vinci con su San Juan Bautista el andrógino con rizos de color rubio veneciano con el índice de la mano izquierda que apunta al cielo; se cree que el modelo fue Salaï, un muchacho pobre y delincuente, afeminado y seductor, de una extraordinaria belleza angelical y andrógina, al que Leonardo encontró por casualidad en las calles de Milán en 1490: ese pequeño diablo de largos rizos fue su amante durante mucho tiempo; es Miguel Angel y Tchaikovski (1840-1893).

Escritores y artistas homosexuales los hubo siempre y en abundancia, cantaron el amor pasional que sintieron por su madre, efusión sentimental que no solo fue esencial sino, con frecuencia, una de las claves de su autocensura; muchos escritores, curas y gente del común no aceptaron su homosexualidad hasta después de la muerte de su madre.
 

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