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Salarios, ingresos y distribución

Miércoles, 16 de diciembre de 2020 00:00
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Oferta y demanda son una pieza central del funcionamiento de la economía.

¿Cuál es el papel de la demanda en la distribución?

Que el ingreso se reparte entre salarios y beneficios, principalmente, parece un lugar común, toda vez que son los trabajadores y empresarios quienes fundamentalmente aportan lo suyo para que los bienes y servicios estén disponibles para su consumo.

Sin embargo, no es menos evidente que tales bienes y servicios se demandan en determinada cantidad, y esa cantidad depende, por supuesto, de la demanda. Tampoco es menos inmediato, por cierto, que, volviendo al conocido ejemplo del lavacopas: "quien se establece en una economía de mayor desarrollo obtiene ingresos más altos que quien se desempeña en una de menor desarrollo". Por mucha habilidad que este lavacopas exhiba, si sus servicios no son requeridos, su retribución será muy limitada, con lo que parece claro que los ingresos de los propietarios de los recursos productivos o factores de la producción, dependen, por una parte, de sus habilidades y aportes al proceso productivo, pero también, de la demanda que enfrenten.

Problemas teóricos

En la nota anterior se mencionaba como "una cuestión de sentido común" el hecho de que los ingresos de los factores productivos se relacionan con el aporte que estos efectúan a la determinación del PBI.

Sin duda, esto es inobjetable, pero a los efectos de la medición de estos aportes se presenta un problema porque, en tanto los que corresponden al trabajo no crean complicaciones toda vez que las personas son todas equivalentes e intercambiables (los trabajadores pueden en principio emplearse en todas las actividades productivas), en el caso del aporte de los empresarios, estos se evidencian a través del capital que está presente en la producción, y este recurso productivo, a diferencia del trabajo, no puede expresarse como un todo porque los bienes de capital son esencialmente diferentes entre sí y muy pocos de ellos son intercambiables (no se puede viajar en carretilla si no se consigue un taxi).

Distribución, oferta y demanda

Cuando se tiene en cuenta la oferta y la demanda a escala de toda la economía a la vez que se toma nota de las dificultades señaladas en el párrafo anterior, se encuentra que la distribución del ingreso depende de tres parámetros principales, que son la disposición a consumir de quienes reciben ingresos del trabajo (la "propensión a consumir de los trabajadores"), la de los perceptores de beneficios (la "propensión a consumir de los empresarios") y la participación de la inversión en el PBI, ya que, en tanto el ingreso es generado por trabajadores y empresarios, es razonable que su conducta respecto de su consumo e inversión esté también presente.

La distribución así hallada muestra las participaciones de los salarios y beneficios en el ingreso, y no arroja dificultades para su medición porque esas participaciones son números que pueden expresarse en porcentajes (55% para los trabajadores y 45% para las empresas, por ejemplo).

Lo que no es tan entusiasmante es que, aparentemente, no hay una intuición evidente que ilustre el por qué de estos parámetros, con el agravante de que, cuando cualquiera de estos se eleva (una mayor disposición a consumir de alguno o ambos de los participantes en el ingreso, por ejemplo), la participación de los salarios disminuye y recíprocamente, y otro tanto ocurre con la cuota de inversión en el PBI.

Aunque no es evidente, la razón por la que un aumento en los parámetros mencionados implica una modificación en contra de la participación en los salarios es que, como en la economía se cumple una ley que establece que la mayor producción implica siempre precios más elevados, hasta tanto las nuevas inversiones descompriman estos efectos al proveer una mayor dotación de equipos, esa mayor producción, con precios más elevados, debilita el poder de compra de los salarios hasta que estos se corrijan con las nuevas paritarias.

El factor estabilidad

Sin perjuicio de lo anterior, en tanto las economías exhiben incrementos moderados en su PBI (las "tasas chinas" por lo general, son la excepción) al mismo tiempo que los precios ascienden a tasas también reducidas (en ambos casos, los incrementos son no mayores a un 2 o 3 % anual), y considerando también que la participación de la inversión y las tendencias de consumo no se alteran demasiado, la distribución del ingreso no se ve mayormente afectada, fenómeno que se observó desde finales de la II Guerra Mundial hasta la década de los noventa, aproximadamente, del Siglo XX.

¿Y la redistribución del ingreso?

En las últimas décadas del Siglo XX se produjo una revolución tecnológica si puede decirse así - traducida en la aparición de los teléfonos móviles, la televisión con pantallas planas y otras muchas innovaciones importantes.

Dichas innovaciones, evidentemente empujaron las tendencias al consumo, casi con seguridad entre los trabajadores y muy verosímilmente también entre los perceptores de beneficios. 

Al mismo tiempo, tales innovaciones muy probablemente tuvieron lugar a través de aumentos en la participación de la inversión en el PBI, todo lo cual, como se destacó en párrafos anteriores, empujaba hacia abajo la participación de los salarios en el ingreso y recíprocamente la de los beneficios.

Al reunir los aspectos de la oferta junto con los de la demanda en la explicación de la distribución del ingreso, se puede entender por qué esta distribución se manifiesta razonablemente estable en algunos períodos, a la vez en otras circunstancias se ponen de manifiesto modificaciones en dicha distribución, esto es, redistribuciones que pueden jugar en contra de algunos de los dos componentes del proceso de producción, salarios o beneficios.

El gasto público 

El enfoque propuesto, por supuesto, es muy esquemático y se reduce a la explicación de la distribución del ingreso entre solamente dos factores de la producción, por otra parte, los más importantes, que son los trabajadores y empresarios. Nada impide, sin embargo, incluir el sector gobierno y externo, cuya presencia impacta naturalmente en la explicación de la determinación del ingreso, debiendo destacar que una mayor participación del gasto público en el PBI también complica aquella parte que les corresponde a los salarios (la reduce). 

Por otra parte, a diferencia de una mayor participación de la inversión que agranda el equipamiento de maquinarias, herramientas e infraestructura, el mayor gasto público no tiene estos efectos benéficos de largo plazo.

Por último, el planteamiento propuesto explica el aumento de la “brecha de desigualdad”, que sería tal vez un efecto no deseado, pero aparentemente inevitable del progreso tecnológico que, sin ninguna duda, trae por otra parte aparejadas importantes ventajas y abre nuevas posibilidades a la economía.

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