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En la América del Sur, el desarrollo cultural más alto se registró en los Andes centrales. En esta región, progresivamente, las tribus de cazadores y recolectores dieron paso al surgimiento de sociedades de organización social más compleja; se sedentarizaron a la vez que desarrollaron la agricultura. Simultáneamente, construyeron los primeros centros ceremoniales de la región.
Entre 1476 y 1534, los incas desarrollaron un Estado que desde el Cuzco irradiaba hacia el norte, hasta las fronteras de Ecuador y Colombia y, por el sur, hasta Chile central y el noroeste de Argentina. En este escenario se consolidó un imperio, el más grande en la parte sur del continente.
La recurrente tendencia a formar imperios no debió estar motivada exclusivamente por agresión, ambición o afanes de grandeza, sino también por la misma geografía del oeste de Suramérica, por su diversidad y su potencial, que estimulaba la necesidad de adquirir cosas dentro de su periplo, y por la enorme variedad de recursos dentro de unas distancias cortas, aunque difíciles de recorrer.
Una herencia espléndida
Una de las fuerzas más importantes para la interacción y la conquista fue el agua. La exigencia de regadío en el desierto costero y la necesidad de controlar los ríos que bajaban de la sierra, condujeron a la mayor organización social y política que distingue a estas culturas. A medida que las sociedades se expandían, se necesitaban más tierras de regadío.
El uso de los canales de albañilería más antiguos que se conocen en las tierras altas con fines aparentemente rituales se ha descubierto cerca de Cajamarca, en el altiplano septentrional en el II milenio a. C.
Las obras hidráulicas no se limitaron a los centros mayores ni a los Andes centrales. Zanjas de regadío se han encontrado en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y también en Costa Rica. Estas obras siempre fueron esenciales, y probablemente no siempre se separaron su uso práctico y su significación religiosa. Cabe considerar que, en el pensamiento incaico, los elementos: tierra, fuego, aire y agua configuran una apreciación del mundo que contempla y revela su entorno natural y cultural.
Desde los primeros tiempos, todas las culturas a lo largo de la evolución de la humanidad, han tenido que asumir una concepción donde se explica la existencia del mundo y de sí mismos. Si bien el legado cultural de los incas abarca a la totalidad de los aspectos de la producción económica: agricultura, ganadería, minería, metalurgia, cerámica y, especialmente, los textiles. Hay también una herencia intangible de superlativo valor que todos los citados. Producto de la elaboración de su pensamiento la cultura inca nos lega un interesante saludo ancestral: "Ama sua, ama llulla, ama quella, ckanpas inallatac" cuya traducción del quechua significa: "No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas perezoso, tú también haz lo mismo". Este saludo se constituye en una guía moral, principios éticos que orienta la vida cotidiana del habitante del incanato y contenido de obligatoria observancia.
Más allá de la costumbre ancestral, esta salutación configura una breve guía, muy oportuna para los hombres que habitan nuestro tiempo.
No seas ladrón
El hombre tiene alma y todo lo que lo rodea posee vida (plantas, animales y montañas). El hombre y la naturaleza se armonizan y se adaptan para coexistir en esa naturaleza, para ser parte de ella. En este contexto, el trabajo se constituye en un bien principal y fuente de los frutos de una civilización de notables avances culturales. Este progreso se basaba en el trabajo mancomunado, era el fruto de la labor de los hombres y mujeres. Los bienes de producción, requerían de los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aprovechara al mayor número de personas.
Tomar o retener los bienes del prójimo injustamente era perjudicar a la comunidad. El bien común exigía el respeto del destino universal de los bienes.
En nuestro tiempo, "no seas ladrón" es una expresión que debería interpelar a una clase dirigente que ha sepultado a la sociedad argentina en una crisis económica para la que aparentemente no tienen un plan de salvataje. Así también es menester que los inmensos patrimonios mal habidos al abrigo de licitaciones de dudosa legalidad, sean restituidos al soberano. Quienes ejercen la responsabilidad de conducir al Estado, no deben enajenar la esperanza de la ciudadanía; antes bien; deben comprender que es imperativo y función de la autoridad trabajar en función de la construcción de un bienestar material y espiritual para los habitantes de la Nación.
En otro orden es grosera la aplicación de una enorme carga impositiva que desalienta la inversión privada. La imposición de tributos debe ser moderado, no convertirse en un robo manifiesto a la actividad privada.
La incuria de la autoridad educativa, ha privado a niños y jóvenes la posibilidad de un tiempo de estudio áulico, con el correlato de graves daños psicológicos y la escasa apropiación de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.
Otros ladrones de nuestro tiempo, roban inocencia, virtud, pudor e ilusiones. Se roba la posibilidad de la construcción del futuro, y este robo de la intimidad, sepulta a niños y jóvenes en una perpetua tiniebla.
No seas mentiroso
Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral. Son infidelidades básicas. El hombre busca naturalmente la verdad. Está obligado a honrarla y atestiguarla, tiene la obligación moral de buscarla.
La mentira es funesta para toda la sociedad, socava la verdad entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales. La mentira constituye una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Veracidad, sinceridad, franqueza son los elementos que configuran la posibilidad de vivir en sociedad.
El hombre necesita convivir con otros individuos y es sobre la confianza mutua que se puede lograr una sana convivencia.
Ayer, la falta a la verdad laceraba a los integrantes del pueblo inca. Hoy, un porcentaje de la ciudadanía reclama a las autoridades veracidad, conocer con claridad las políticas que signarán su destino, Y se requiere de sinceridad particularmente en las promesas de campaña al electorado, las que deben cumplirse.
Los magistrados de Comodoro Py, no contribuyen a la verdad cuando no se resuelven causas de larga data y que violentan a la sociedad.
Esta reclama en las calles conocer la verdad y dictar sentencia al delincuente, sea quien sea. La autoridad debe informar de todo acto de gobierno y de todo elemento que le permita al Soberano poder ejercer sus derechos ciudadanos con propiedad.
No seas perezoso
El desarrollo de las actividades agropecuarias y metalúrgicas y el crecimiento de la producción de esta explotación estaba destinada a satisfacer las necesidades de la cultura precolombina. La vida económica no tendía solamente a multiplicar los bienes producidos, estaba ordenada ante todo al servicio de las personas de toda la comunidad.
Cada uno debía poder sacar del trabajo los medios para sustentar su vida y la de los suyos y prestar servicio dentro de la comunidad andina.
Cada habitante del incanato podía usar de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos. En el trabajo, la persona ejerce y aplica una parte de las capacidades inscritas en su naturaleza. Y es también un deber moral trabajar y aportar a la comunidad.
En nuestro tiempo, por impericia de políticas que excluyen al individuo se cercena la posibilidad de acceso al trabajo genuino.
La falta de empleo real vulnera las posibilidades de crecimiento material y espiritual del hombre, toda vez que lo subordina a erráticas políticas cortoplacistas que solo devengan beneficios económicos o electorales a la dirigencia. Un segmento de la sociedad, deviene en “perezoso forzoso por decreto”.
En nuestros días, la ayuda directa del Estado constituye una respuesta apropiada a necesidades inmediatas. Pero esta solo debería ser aplicada en situaciones extraordinarias, como las causadas por catástrofes naturales, o epidemias. La extensión indefinida de la ayuda estatal solo degenera la calidad humana del individuo porque destruye sus capacidades y talentos que la naturaleza y nuestro Señor le han proporcionado. Empero, varias generaciones de argentinos no tienen la posibilidad real de acceder al trabajo.
Es incumbencia del Estado generar políticas que posibiliten la creación de fuentes laborales, y garantizar a quien trabaja y produce, que pueda gozar de los frutos de su trabajo y lo realice con eficiencia y honestidad. Es responsabilidad de los funcionarios del Estado, generar las condiciones de desarrollo material y espiritual de los individuos que habitan el territorio argentino.
Epílogo
Desde los majestuosos e imponentes Andes, y de remotas centurias, una cultura nos aporta en simples y breves palabras un contenido moral que sería conveniente tener presente y mantener su vigencia. Las culturas antiguas tuvieron claridad meridiana sobre la importancia de mantener la convivencia en base a rígidos códigos éticos.
Quienes habitan este tiempo presencian el superlativo desarrollo de las comunicaciones, los avances científicos y técnicos. Empero, se ha retrocedido en materia de valores y virtudes. Las acciones delictivas se relativizan en un maremágnum de recursos jurídicos. Es legítima la demanda ciudadana por vivir dentro de marcos morales y éticos: justicia, seguridad, respeto a la integridad física, trabajo.
Robar, mentir, promover la pereza, es cercenar y faltar el respeto a la dignidad humana. Y todo aquello que vulnere la dignidad humana, es también en definitiva un atropello al estilo de vida democrático y destruye a la República.
La trilogía del saludo inca está dirigido; desde una ética simple; a honrar la vida. Hay mucho por aprender del pasado.