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Si alguien trata de esbozar una explicación del naufragio del socialismo del siglo XXI, más que escuchar a los opositores le bastaría prestar atención a los dirigentes oficialistas. Alberto Fernández, por ejemplo, invitando a la gente a que celebrara una victoria imaginaria. Ayer el ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Jorge Capitanich, después del susto del domingo en su provincia, decidió celebrar a su modo la derrota en todo el país: pidió reglamentar la libertad de prensa. Además, se mostró espantado por las críticas al Gobierno que circulan por las redes sociales y reconoció que lo diarios son más creíbles para la gente que los discursos políticos y que los periodistas militantes.
"El problema es que al no poner límites al periodismo se permite a este "construir marcos mentales'". Sería difícil encontrar una antropología más fascista en Mein Kampf, Pravda o Granma. El horror a la libertad. La inteligencia humana es, para Coqui Capitanich, un objeto maleable que debe ser llevado de las narices; y la derrota se explica porque hay mucha prensa independiente que es más persuasiva que ellos. Hasta el Indec les juega en contra! ¿Pensarán volver a intervenirlo? No sería extraño: "Están permeando más en nuestros votantes y nosotros tenemos una impermeabilización de los votantes opositores", se quejó. Pero no son los medios los inventores del cierre de 40 mil pymes, el 50% de inflación, el desempleo masivo, la multiplicación de los pobres; y no fueron opositores los que hicieron público el cumpleaños clandestino de Fabiola en Olivos ni la ineptitud para gestionar vacunas. Las películas de Mi villano favorito y sus "minions" parecerían expresar el pensamiento de Capitanich. La conciencia y la libertad de pensamiento están en la esencia de la democracia. Este tipo de desvaríos, que menosprecian al ciudadano, explica por qué fracasó el "plan platita" y la contratación de centenares de miles de remises, con fondos del Estado, para llevar a votar a la gente. Y también el encandilamiento con regímenes autoritarios como los de China, Rusia e Irán.