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No hay precisión pero, por tradición oral, se sabe que el español Manuel Muñoz fundó en Cerrillos, hace más de un siglo, la primera panadería mecanizada del Valle de Lerma. Ello fue posible porque a mediados de la década de 1910 había instalado, en sociedad con el italiano Juan Macaferri, la primera usina del pueblo. Aquella panadería se llamó "La Estrella" y llegó a ser, gracias a la electricidad, la más moderna del Valle de Lerma, según testimonios del extinto doctor en Historia Muñoz Moraleda, hijo del fundador del establecimiento.
Pasaron los años y en 1942, quizá ya cansado de lidiar con la panadería, Muñoz la arrendó a don Francisco "Paco" Martín Pardo. Un año y medio después de aquel arreglo, y echando mano a uno de los artículos del contrato, Martín Pardo adquirió la fábrica y la casa de Muñoz. Y así fue que se aquerenció definitivamente en Cerrillos junto a su esposa Mercedes Comajuan, natural de Barcelona, España, y sus niños Francisco Miguel (Buby) y Susana. Dos años más tarde llegó el último de sus vástago, Domingo "Mingo" Martín.
Una de las primeras cosas que encaró Martín Pardo fue cambiar el nombre de la fábrica, que de "La Estrella" pasó a ser "La Unión", en memoria de la que su padre Francisco había creado en Salta 20 años antes, en una de las esquinas más prósperas de entonces: Mitre y Ameghino.
En 1950, la panadería nuevamente cambia de nombre y, coincidente con el centenario de la muerte del Libertador, pasa a llamarse "Panificación San Martín". Pero este no fue el único cambio ya que ese mismo año, el fornido horno de material dejó la leña y comenzó a funcionar con un moderno inyector de fueloil, permitiéndole a la fábrica ganar tiempo e higiene.
Pero en la etapa de prueba del inyector se produjo un grave incidente que podría haber tenido consecuencias fatales. Al intentar encenderlo se produjo una llamarada en retroceso que alcanzó a don Paco y a su hijo mayor, que debieron ser internados.
Las pasiones
Pero Francisco Martín Pardo no había llegado a Cerrillos solo para continuar con el noble oficio de su padre. También traía con él su pasión por la política, en especial por la UCR, la radiofonía y la música clásica. La primera le permitió ser concejal, intendente y senador por su partido, además de conocer a Ricardo Balbín y al expresidente Arturo Illia, a quien recibió en su casa. La segunda, lo llevó a ser "radioaficionado", y la tercera, a construir sus propios equipos de música, incluso hasta el advenimiento de la estereofonía.
Su interés por la radio lo llevó a instalar en su nuevo hogar de Cerrillos, en el extremo de una larga galería, su primer "cuarto de radio", transformándose en los años 40, en el primer radioaficionado del pueblo. Mientras tanto, en la techumbre de su establecimiento pudo hacer convivir una rara antena de radio junto a una chimenea de ladrillo visto que al alba exhalaba la inconfundible fragancia del pan recién sacado del horno.
Cuando el 25 de agosto de 1948, un violento terremoto sacudió nuestra provincia, varios técnicos norteamericanos ya estaban trabajando para la futura construcción del dique Cabra Corral. Al amanecer, estos hombres llegaron a Cerrillos para comunicar a sus familias que estaban sanos y salvos y acudieron al "cuarto de radio" de Martín Pardo.
En 1942 don Francisco Martín Pardo tomó a su cargo la panadería, que tenía su despacho de pan pero carecía de reparto callejero. Entonces adquirió cuatro jardineras con sus respectivos arreos y animales de tiro. Uno de los repartos tenía un recorrido diario de casi 30 kilómetros (ida y vuelta) para llegar hasta La Merced y San Agustín. Este se hacía con una yunta de caballos. El segundo reparto con media yunta (un caballo), atendía a los vecinos del camino de Los Vallistos (RP N°49) hasta la altura de la estación de La Merced. El tercero, a los vecinos de la calle 3 de Febrero (Ex RP.N°23) hasta las fincas La Blanca y El Perchel de don Emilio Espelta. Y por último, el cuarto reparto era en el radio urbano de Cerrillos, que por entonces era muy reducido.
Las hojas de ruta de estos repartos variaron con el tiempo hasta que a mediados de los años cincuenta llegó el primer automotor para reparto: un furgón inglés marca Morris, modelo 1947.
Pero el reparto con jardineras concluyó abruptamente en diciembre de 1960, cuando en un accidente falleció el repartidor "Labruna" Mamaní. Ocurrió en el centro del pueblo, cuando e un colectivo de la empresa "Víctor M. Villa" atropelló la jardinera que conducía.
La historia de los repartos a sangre dejaron nombres, no todos: Néstor Vivas, Teodoro Gonza, Hipólito Morales y Ernesto Añatuya entre otros que escapan a la memoria.
Según recuerda "Mingo" Martín, los seis equinos de la panadería estaban "a pasto" en la finca de don Juan Macaferri, mientras que don Dolores González atendía el herraje de los animales y el mantenimiento de las jardineras. Y así fue que la modernidad reemplazó las viejas y trajinadas jardineras por automotores, entre ellos los nobles e inolvidables Rastrojeros que permitieron ampliar sustancialmente las rutas de distribución.
Y estos repartos también dejaron nombres: "Mingo" Martín, que de primer y "veloz repartidor en Rosario de Lerma pasó a ser quien ahora encabeza el centenario establecimiento. Pero también quedaron los apellidos de Miguel Guaymás, Alcoba, Gijón y Russo.
Toda panadería tiene su propio "despacho" donde expende sus productos. En el caso de la panadería de Cerrillos, su primitivo "despacho" ocupó hasta los años 70 un local sobre la calle principal. Por varios años, estuvo a cargo de su dueña, doña Mercedes Comajuan de Martín. Luego ese local también dejó nombres para recordar: Antonio "Toto" Russo y más tarde su hermano Alfredo, Anita Yáñez, Graciela Escalante y ahora las hermanas Pistán Lobo.
Impacto comercial
A principios de los 60, don Francisco Martín Pardo enfermó y entonces se hicieron cargo de la panadería sus hijos "Buby" y "Mingo" Martín. A poco, la nueva generación introdujo cambios importantes, tanto en el proceso de fabricación como en los productos. El que causó un gran impacto comercial fue la "prepizza", una masa precocinada que era desconocida hasta entonces y pronto se popularizó.
En cuanto a la modernización de la planta, permitió que el establecimiento fuese más competitivo hasta lograr en 1966, ser proveedor de Panedile Argentina, empresa que por entonces construía el dique Cabra Corral, obra que en su apogeo tuvo más de cuatro mil personas trabajando.
Entre los años 60 y 70, continuó la expansión y a fines de los 70 se incorporó un grupo electrógeno para sortear los reiterados cortes de energía. A principios de los 80, cuando la red de Gas del Estado llegó a Cerrillos, la panadería instaló en su añeja "cuadra" el primer horno túnel a gas de la provincia. Lamentablemente, a poco de estos importantes logros, fallecieron Miguel "Buby" Martín en 1982, y luego su padre Francisco (1983) el fundador de un establecimiento que hizo historia y que hoy la continúa Domingo "Mingo" Martín junto a su familia.
Los maestros panaderos más recordados en el pueblo son: Adrián Villar, Loseph Kochocle, "Maistrito" Figueroa, Modesto Barrio, Alberto Pistán, Eduardo Madariaga y los hermanos Lobos.