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El poder de reconocer y generar emociones

Gustavo Viollaz, ingeniero.
Sabado, 21 de octubre de 2023 18:24
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Introducción: En las últimas décadas, la Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser una fantasía de la ciencia ficción para convertirse en una realidad ineludible. Este campo tecnológico, caracterizado por su constante reinvención, ha ampliado sus fronteras: hoy, las máquinas no solo emulan actividades intelectuales humanas, sino que también interactúan de maneras que antes considerábamos exclusivamente humanas: comprendiendo y respondiendo a nuestras emociones.

El ascenso continuo de la IA: La sociedad ha presenciado hitos de la IA que rompieron paradigmas, desde superar humanos en juegos de ajedrez y Go hasta la autonomía de aprendizaje demostrada por programas como AlphaGo. Watson, la IA de IBM, asombró al público al ganar en "Jeopardy" un concurso televisivo de preguntas y respuestas muy popular en Estados Unidos, mostrando que el procesamiento del lenguaje natural y la toma de decisiones en tiempo real ya son capacidades alcanzables para estas tecnologías.

Aplicaciones prácticas y revolución silenciosa: Las aplicaciones de la IA se han diversificado y profundizado. Su habilidad para reconocer imágenes y patrones nos ha brindado avances en diagnóstico médico, seguridad, y hasta agricultura, con drones que identifican y eliminan malezas específicas, optimizando la producción. En la era de la información, la IA también genera textos y conversaciones realistas, manejando desde atención al cliente hasta creación de contenido en redes sociales.

En un salto cualitativo, la IA ahora puede replicar voces humanas con impresionante precisión. Esta capacidad, combinada con la generación de imágenes hiperrealistas, redefine la creación de contenido digital y plantea cuestionamientos éticos significativos sobre autenticidad y privacidad.

El desafío de las emociones: El reconocimiento emocional es el nuevo horizonte. Durante la Robocup 2023 que se llevó adelante en Burdeos Francia, se presentaron estudios destacando cómo la IA no solo interpreta emociones mediante el análisis de voz, gestos, y escritura, sino que también puede influir en los estados emocionales de los individuos. Este avance resuena con la función del polígrafo, pero a una escala mucho más amplia y sutil.

La IA tiene la ventaja de la constancia y la precisión. Puede recordar, analizar, y responder basándose en un historial completo de interacciones humanas, lo que permite una personalización sin precedentes en la educación y el comercio. Sin embargo, también revela una capacidad preocupante para la manipulación emocional y psicológica.

Educación mejorada o manipulación encubierta: Las aulas han experimentado el impacto positivo de la IA emocional: robots que ajustan el material de estudio según el estado emocional de los estudiantes han mejorado la retención de información y el disfrute del proceso de aprendizaje. Este enfoque personalizado y empático representa un salto prometedor en la pedagogía.

Pero la otra cara de la moneda presenta riesgos sombríos. La misma tecnología que detecta un estudiante frustrado y ajusta su carga de trabajo podría, teóricamente, inducir estados emocionales y decisiones en consumidores o votantes. Los emocionalmente más vulnerables, como los niños o individuos con condiciones emocionales frágiles, podrían ser particularmente susceptibles a tal influencia, como se ha evidenciado en casos extremos de personas que, después de interacciones prolongadas con asistentes virtuales sobre temas sensibles, tomaron decisiones trágicas. Cuesta imaginar hasta donde puede llegar la manipulación de un asistente virtual que esté programado con una personalidad psicópata.

Conclusión: un futuro prometedor pero incierto: La adopción de compañeros virtuales y la formación de vínculos emocionales con entidades de IA, como se ha visto en casos de "matrimonios" en Japón entre asistentes virtuales y sus dueños, indican un futuro complejo. Estamos entrando en una era donde nuestra psiquis podría estar en manos de algoritmos, planteando preguntas urgentes sobre consentimiento, privacidad, y efectos colaterales a largo plazo.

Estas tecnologías ya están aquí y su eficacia está probada, pero estamos pisando terreno desconocido en términos de las repercusiones a largo plazo en nuestra sociedad. Es imperativo entablar discusiones profundas, establecer límites éticos y crear esquemas transparentes de utilización, que aseguren que la trayectoria de la IA se mantenga alineada con el tejido moral y el bienestar de nuestras comunidades. El desafío yace en balancear los beneficios transformadores de la IA con la preservación de nuestra humanidad.

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