Etimológicamente la palabra Geohistoria se compone de Geo igual a Tierra e historia, o sea historia de la Tierra. Sin embargo, como ramas del conocimiento, hay una Geohistoria de los geólogos y una Geohistoria de los geógrafos e historiadores.
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Etimológicamente la palabra Geohistoria se compone de Geo igual a Tierra e historia, o sea historia de la Tierra. Sin embargo, como ramas del conocimiento, hay una Geohistoria de los geólogos y una Geohistoria de los geógrafos e historiadores.
Se reconoce al sabio francés Fernand Braudel el haber definido a la Geohistoria en función del hombre, la geografía y la historia. Bajo esa lupa, la Geohistoria es el estudio del hombre en función del tiempo que le tocó habitar un espacio determinado. Y cómo ese hombre, de cualquier época, fue condicionado por el territorio que habitó, el medio ambiente y los cambios climáticos que se sucedieron. A lo cual deben agregarse las migraciones, invasiones, mortandades, catástrofes y todo lo que hace al hombre y sus circunstancias.
Braudel tomó como gran ejemplo el Mediterráneo, crisol de razas y de culturas de Europa, Asia y África. La Geohistoria del Mediterráneo en función del hombre se extiende desde la llegada de los primeros humanos a sus costas. Atapuerca en España es un magnífico ejemplo de esa ocupación ancestral. Y más acá en el tiempo los neandertales y mucho más acá todavía los fenicios, griegos, romanos, otomanos y otros pueblos que fueron marcando el devenir de la región hasta nuestros días.
La edad del planeta
Para la geología, esa Geohistoria es solo una porción ínfima de tiempo. Se reduce prácticamente al último millón de años de la vida del planeta. Una corta unidad temporal en el abismo del tiempo geológico que se sumerge a 4.566 millones de años del nacimiento del planeta Tierra.
El "Glossary of Geology", la obra de referencia de la geología mundial, acepta que Geohistoria y Geología Histórica son sinónimos. Toma prestada la definición de un trabajo clásico de Raymond C. Moore de la Universidad de Kansas titulado "El significado de las facies", publicado en 1949 en la Memoria N° 39 de la Sociedad Geológica de América (GSA). En la página 3 de dicho artículo Moore señala que la historia geológica "comprende todas las condiciones químicas, físicas y biológicas que han existido arriba y debajo de la superficie de la Tierra, todos los procesos que han operado para crear y modificar estas condiciones, y todos los eventos que han afectado a cualquier parte de la Tierra, incluidos sus habitantes, desde los comienzos del planeta hasta el presente".
A todas luces un tema súper enciclopédico que abarca el origen y evolución de la Tierra y de la vida conservada en el registro fósil. A manera de clave filosófica, Moore dejó constancia que esa historia no está circunscrita "en modo alguno por lo que creemos saber sobre ella". Téngase presente que a lo largo de su evolución muchos de los registros de la Tierra desaparecieron sin dejar rastros. En un paquete sedimentario, por ejemplo, hay más tiempo perdido que tiempo representado. Son los hiatos o discontinuidades espacio - temporales en el registro geológico ya sea porque no hubo depositación o bien porque hubo una erosión que la eliminó. De allí que haya que reconstruir la historia como quien recoge las páginas rotas de un libro lanzado al viento.
Del Génesis al Big Bang
Hasta hace pocos siglos la idea era que la Tierra, según el Génesis, fue creada en una semana. Más tarde un obispo calculó que tenía solo 4.004 años. El punto es que no había tiempo ni tenía sentido pensar en el tiempo. La cuidadosa observación de las rocas, su superposición y discontinuidades, dieron pie a meditar de que había un tiempo profundo, muy profundo: abismal.
La historia de la Tierra se sumerge en el abismo del tiempo geológico hasta un periodo llamado Hádico o infernal. En tiempos en que una colisión asteroidal arrancó de cuajo a la Luna.
La historia de la Tierra está escrita en la Luna y viceversa. El alejamiento progresivo de la Luna quedó grabado en los corales fósiles que como los anillos de los árboles registran los crecimientos diarios, mensuales o anuales. Por otro lado, parte del manto de la Tierra forma hoy la superficie de la Luna. La craterización de la Luna nos enseña que todas esas heridas fueron borradas de nuestro planeta por la tectónica de placas y la dinámica erosiva del agua, el viento y los glaciares. La Luna es un mundo seco y fósil, dinámicamente pasivo. Las huellas de los astronautas, dejadas allí hace medio siglo, siguen tan frescas hoy como cuando fueron impresas.
En nuestro planeta se han conservado pisadas de dinosaurios, mamíferos, aves y hasta de humanos solo cuando ocurrió algún acontecimiento singular de causa efecto que permitió su conservación. Una huella en una playa o en una duna es efímera salvo que sea cubierta a tiempo por un material que la preserve en el registro fósil. Algún evento singular como tempestades o tormentas de arena. Tal como las tormentas de arena que preservaron dinosaurios y sus huevos en Mongolia. O las cenizas volcánicas frescas que conservaron después de una lluvia humectante las huellas de homínidos bípedos en Laetoli, África, de unos 3 millones de años de antigüedad. O las resinas de coníferas transformadas en ámbar y que conservaron insectos y otros pequeños animales como reptiles y anfibios a la manera de un frasco con formol. Organismos que conservan sangre, comida y bacterias en su interior. Incluidos el ADN que abre perspectivas en cuestiones de manipulación genética. Como se puso de manifiesto en las creaciones fantásticas de Jurassic Park. O más aún con los mamuts congelados de Siberia que conservan frezados tejidos, sangre y semen. Lo que abre una ventana a su potencial resurrección a través de sus parientes, los elefantes actuales. La historia de la Tierra ha quedado escrita en cristales, fósiles e isótopos.
Los cristales más viejos registrados son los de zircones que tienen una gran capacidad de reciclarse a través de los eones. Los zircones más viejos se encontraron en Jack Hills (Australia) y alcanzan los 4.200 millones de años. En Cachi (Salta) se encontró un zircón reciclado de los viejos cratones brasileños con una edad de 3.446 millones de años y es por ahora el objeto salteño más antiguo conocido.
Vida y dinámica de la Tierra
La vida en la Tierra apareció hace más de 3.000 millones de años. Las colonias de estromatolitos en el Arcaico dan cuenta de ello. Fue si se quiere la primera gran revolución planetaria. En aquellos tiempos la Tierra era anóxica y reductora. Luego se volvió oxidante cuando la vida liberó el oxígeno y se produjo la segunda gran revolución. Ello dio pie a que se depositaran mantos de hierro en el fondo oceánico formando los grandes yacimientos de ese metal conocidos como los hierros bandeados (BIF), fuente principal de aprovisionamiento de la siderurgia mundial. Al punto que ese momento de la Tierra en el Proterozoico ha sido llamado Sidéreo.
Australia y Brasil lideran en la producción de esos minerales férricos que abastecen las acerías del mundo y en especial las del sudeste asiático. Bolivia tiene uno de esos gigantes, el Mutún, que todavía no pudo ponerse en marcha. La Tierra tuvo otros grandes eventos como la enorme depositación de carbón en el período Carbonífero y de petróleo en el Cretácico.
El calentamiento global del Cretácico hizo que se expandieran los mares someros por encima de los continentes y en algunas cuencas se depositaran gigantescas cantidades de materia orgánica que terminó madurando para dar hidrocarburos. Los países árabes fueron los mayores beneficiarios de ese evento geológico. La Tierra pasó en su recorrido histórico por grandes momentos que incluyeron el ensamblado de la corteza en supercontinentes y superocéanos, los últimos de los cuales fueron Pangea y Panthalassa. Pasó por una etapa de glaciación global llamada Tierra Helada (Snow Ball) que dio lugar a que dicho periodo del planeta se denomine Criogénico. También un bombardeo asteoridal, del cual quedaron rastros difusos. El último de esos grandes bombardeos produjo la extinción de los dinosaurios y otras formas de vida hace 66 millones de años y su registro más notable quedó en Yucatán en el cráter de Chicxulub. El impacto de Popigai en Siberia convirtió, por la presión de choque, terrenos de grafito en diamantes. El choque de la India con Asia dio lugar al nacimiento del Himalaya y el Tíbet. El Mediterráneo fue un enorme salar.
El río Amazonas corría hace algunos millones de años hacia el Pacífico y hoy corre hacia el Atlántico. La selva amazónica desapareció varias veces durante los periodos interglaciarios del Cuaternario. Estos son algunos pocos ítems de la gran Geohistoria de nuestro planeta.