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Los números de la elección y dos advertencias

Miércoles, 24 de mayo de 2023 00:00
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¿Fuiste a votar? Terminada la elección, empieza la hora del análisis. ¿Por qué ganó Gustavo Sáenz? ¿Por qué Emiliano Estrada no logró concretar la polarización que se vendía? ¿Nanni y Juntos por el Cambio hicieron una buena elección?

Estas y muchas otras preguntas serán parte de las sobremesas de acá hasta por lo menos junio cuando las elecciones nacionales devoren de nuevo la realidad de cada ciudadano. La elección de Salta tampoco puede verse por sí sola, sino en un contexto de contiendas previas y propias del domingo 14 de mayo. Hasta ahora, la tendencia es que los oficialismos provinciales no son vistos como culpables de la triste realidad nacional.

Tiene cierto sentido y, a la vez, no

Si bien un gobierno provincial no tiene injerencia en la política económica nacional, a la vez, tiene toda la responsabilidad de buscar el crecimiento humano y productivo de su distrito. Creo, en esta elección, el odio que hoy se visualiza en tercios para la elección Presidencial, queda puesto en el plano nacional. No por nada ya no tenemos en contienda al expresidente Macri y al presidente en funciones (aún sin poder real)

Las elecciones también se desarrollaron en un contexto atípico de ingeniería electoral que realmente, si uno lo mira pensando en experiencias como la de Formosa, fue una ley de lemas encubierta. La oposición real, y su armado político integral nunca existió, y de las 12 candidaturas, más de la mitad simularon proyectos alternativos, pero sin efecto. Dividir para reinar. A nivel departamental y municipal se vio la misma dinámica. Vimos a la figura del gobernador como cabeza de opción del Ejecutivo provincial tanto en una lista "oficialista" como también en listas alternativas. ¿Qué dicen los números? Por ejemplo, elegíamos 60 intendentes, de ellos 53 ganaron su reelección; de esos 53, los 15 más votados apoyaron a Gustavo Sáenz como gobernador. Los otros 38 restantes, en listas alternativas, también. Concentrar la oferta para dividir en competencias sin impacto al Ejecutivo provincial más que en garantizar un cúmulo de votos colectores de todos los segmentos políticos alienados al gobernador.

Quizás el caso más ejemplificador se vio en la Capital donde dos proyectos diferentes de ciudad apoyaron al gobernador pero antagonizaron entre ellos, así, protegiendo la victoria y dejando la competencia electoral en estratos que no inciden en el premio mayor. Básicamente lo opuesto a las PASO, que fueron canceladas en pos de cuidar al electorado, pero termina arruinando la posibilidad de elegir entre opciones reales que tiene proyectos alternativos de cómo desarrollar Salta a futuro.

Las PASO hubiesen desafiado el poder del armado electoral del gobernador, pero hubiesen ordenado una oferta electoral digna de los 40 años de democracia que festejamos. Así, sin PASO y con cobertura total en el armado electoral, también hubo derrotas significativas. Por ejemplo, en Tartagal, y por escasos 144 votos, perdió el candidato del gobernador a favor del diputado Franco Hernández. En Rosario de la Frontera, por ejemplo, la oferta de cambio dejó sin reelección a Solís, que perteneció desde el 2019 hasta 2023 al espacio del Frente de Todos. La tendencia apunta a que los electores municipales derivaron su opción de cambio dentro de lo posible en categorías a intendente y concejal, por ejemplo, dejando sin ningún edil a Bettina Romero en Capital. La victoria del gobernador, de todas maneras, fue total. Si en 2019 perdió en Rivadavia, San Martín y Santa Victoria, en 2023 ganó todos los distritos provinciales, en algunos por márgenes de más de 30 puntos.

Los números

El padrón de la elección fue de 1.082.462 personas, 55.242 más que en 2019 (1.027.220). De la elección participaron 742.238 electores; comparado con 721.519 en 2019, teniendo en cuenta la expansión del padrón total, la participación en 2023 llegó a 68,53%, una marca por debajo del 2019 (70,2%) y el 2015 (73,68%), ambas con PASO incluidas. Estos números sirven para desmitificar la presunción de que al ciudadano no le gusta ir a votar más de una vez dentro de un proceso electoral. Al contrario, cuando participa en las PASO, la elección general se beneficia de más concurrencia. La legitimidad de cada elección depende de su concurrencia. La eliminación provisional de las PASO -o de un mecanismo alternativo que aliente la competencia electoral intrapartidaria- es una condición necesaria para oxigenar a la política. Ojalá las decisiones políticas se basen en evidencia y menos en coyuntura.

De los 742.238 votos afirmativos en 2023, Gustavo Sáenz ganó la elección con 333.156 (47,51%) votos. En 2019 había cosechado 377.389 votos (53,65%), perdiendo entonces, en 2023, 44.233 afinidades. Parte de la estrategia de dividir la oposición contribuyó al porcentaje y al volumen, porque entre las candidaturas opuestas de Nanni (17,34%) y Estrada (16,06%) combinadas todavía queda una diferencia de 98.860 votos. Inalcanzable. Parte de esto se explica en la elección de las dos alternativas del Frente de Todos y el sector de Paz Posse. El escenario de consenso opositor para un armado electoral competitivo nunca existió y es la explicación del triunfo del gobernador.

Por ello, comparado con 2019, la oposición representada por Leavy del Frente de Todos (con Estrada de vicegobernador) sacaba 184.987 votos (26,29%), hoy, un caudal muy superior a los 121.648 votos de Juntos por el Cambio. Gustavo Sáenz, entonces, reelige como gobernador repitiendo la historia de Juan Carlos Romero y Juan Manuel Urtubey, pero con un porcentaje menor de votos que ambos exmandatarios al momento de su primera y segunda reelección. El dato solo sirve para tener en cuenta el contexto de hartazgo hacia la política. Aunque todavía sobreviva el poder local, no se proyecta un apoyo concreto hacia futuro si la gestión no cambia prioridades hacia demandas más cercanas al ciudadano. Otro dato que puede afirmar esta teoría está en el número de votos en blanco. La reciente elección batió el récord de las últimas tres contiendas. La cantidad de personas que fueron hasta la pantalla y no se sintieron representados por ningún espacio político fue de 40.635 (5,47%), un incremento de 22.535 personas más que en 2019 (2,50%). En 2015 el dato de voto en blanco era de 3,14%. Es un mensaje claro para el gobernador y su equipo.

Por ello, hay dos advertencias finales que salen del análisis de la elección. La primera es el larguísimo período de transición entre victoria y toma de poder. Para la provincia no representa un problema mayor, excepto un cambio de gabinete, pero sí para los distritos con cambios de gestión, como la Capital. Es de enorme peligrosidad ejercer poder como "lame duck" (pato rengo) sino hay que fijarse a la figura del Presidente para más claridad. Desdoblar tiene sus riesgos y una transición desordenada con oportunidad al caos y a la gestión oportunista debe ser examinada con cuidado. El esquema de transición necesita de colaboración y un interés cauto para dejar de lado cualquier riesgo de gestión fraudulenta. Si las transiciones no ponen marcos estratégicos para el paso de poder, el ciudadano lo sabrá y esto condicionará aún más a las gestiones entrantes y al humor social negativo que reina hacia la política. La segunda advertencia es de grado institucional. Resta un debate profundo sobre el rol de la oposición. La victoria amplia del gobernador es justa. También lo es una oposición que ejerza el rol republicano de control y enriquecimiento del debate político. Salta necesita más debate, más riqueza de ideas, más confianza en sus instituciones, más pensamiento a largo plazo. Todo esto es solamente posible en un marco de respeto político, pero con enfrentamiento de ideas. La discusión es sana para cualquier gobierno, y hoy en Salta, no hay un esquema de oposición digna de ese rol. Es una advertencia que puede derivar en riesgos mayores de estancamiento o gestiones sin desafíos de mejoría. La oportunidad de ser oposición es justamente querer hacer más por Salta que el contrincante de turno. Tener una o más fuerzas políticas queriendo lo mejor por Salta, en vez de un solo oficialismo, es sano y necesario.

El gobernador tiene una oportunidad y una responsabilidad de inaugurar un segundo periodo haciendo la Salta que todos queremos. La oposición también.

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