¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
12°
7 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

De la dignidad del trabajo a la mezquindad de nuestros días

Sabado, 01 de julio de 2023 02:25
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Incalculables son los servicios que el monaquismo y más en concreto el benedictinismo ha prestado a la cristianización de Europa, a la conservación de la cultura antigua y a la misma educación civil y política de Occidente. Bien ha sido llamado San Benito "el Padre de Europa" por la labor omnipresente y soberanamente civilizadora que desarrollan sus hijos hasta el siglo XIII.

Benito de Nursia (480 – 547) abandonó su hogar para seguir estudios literarios en Roma, sitio en el que pudo percibir el verdadero significado de la vida y de contraponer a la vida disoluta y licenciosa de sus compañeros. Decidió abandonar Roma y se encaminó a Subiaco.

En el año 530 se dirigió a una colina entre Roma y Nápoles donde fundó el monasterio de Monte Cassino, construido sobre los restos de templos paganos y con oratorios en honor de San Juan Bautista (al que siempre consideró un modelo de práctica ascética) y de San Martín de Tours (iniciador en la Galia de la vida monástica). Allí compuso su Regla siguiendo los ejemplos de las reglas de San Casiano, San Basilio, San Pablo, San Cesario y la Regula Magistri de autor anónimo, y los adaptó para su Regla Benedictina.

La nueva orden debía seguir los preceptos de la buena disciplina, del respeto por la personalidad humana y de las habilidades individuales. La orden habría de ser una familia unida en oración y trabajo, siendo ambos su lema: "ora et labora"; la traducción al español, "reza y trabaja".

En el capítulo 48 leemos: "La ociosidad es enemiga del alma. Los hermanos deberían participar en unos momentos concretos en el trabajo manual y en otros momentos concretos en la lectura de la palabra de Dios" (Lectio divina)

Esta dignidad otorgada al trabajo manual, que se equipara a la lectura de la palabra es revolucionara para la época de San Benito. Cabe recordar que, en las sociedades del mundo antiguo, las labores manuales estaban reservadas para los individuos de clases inferiores y esclavos.

La ocupación principal del monje debía ser la liturgia (opus Dei) y después el trabajo manual: llevar el cultivo y laboreo de las granjas monacales, dirigir y encargarse personalmente de la siega y de la recolección de las mieses.

Nuestros días

En nuestro amado suelo argentino, el trabajo que debería ser un bien apetecido y ordenador de la sociedad, no parece representar una preocupación central en la definición de políticas públicas. Esto desmerece el valor que el trabajo tiene para el individuo: la posibilidad del pleno desarrollo de sus facultades espirituales y materiales.

Una primera problemática para abordar el tema del trabajo es la calificación que se requiere para cubrir diversas ofertas. Una escolarización que incluye a los educandos, pero que proporciona unos saberes mínimos y no siempre suficientes de acuerdo con las demandas actuales que se requieren en este siglo, la juventud, como potenciales empleados no llenan las expectativas de los empleadores.

Es menester que educación y trabajo dialoguen a los fines de posibilitar al sujeto del aprendizaje la apropiación de las herramientas que son necesarias en las diferentes actividades.

Otro elemento que configura el complejo panorama laboral actual, está centrado en que hay una importante parte de la población que lleva varias generaciones sin ver trabajar a sus progenitores. Una larga secuencia de concesión de diversos planes sociales, eclipsó la cultura del trabajo. El asistencialismo no puede constituirse en política perenne. Debería ser una medida de coyuntura con el firme propósito de direccionar estrategias que superen la problemática. Empero, los planes sociales, lejos que cerrar su ciclo se mantienen. Sus beneficiarios quedan rehenes de punteros políticos que lucran con ese segmento de la población a los que tienen cautivos de una ideología mezquina y que atenta contra la dignidad del individuo.

Cabe recordar que el séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. No son pocos los punteros políticos que se apropian de parte de los planes que administran y no les permiten la escrituración de las casas que supuestamente tienen un destino social y que han sido producto de dineros del Estado.

La persona humana no ha sido creada para integrarse parasitariamente en la sociedad. Ella está llamada a desarrollar sus potencialidades espirituales y materiales, siendo estudio y su correlato necesario, el trabajo la expresión por antonomasia para que el Hombre se desarrolle en su total dimensión.

La dignidad humana

El ser humano es lo más excelso dentro de la creación, está llamado a incorporar bienes a la cultura de su tiempo. Más, si se le coarta la posibilidad de expresarse a partir de una actividad digna, de un trabajo honorable, asignándole un corto dinero a cambio de participación en actividades proselitistas a favor de una dirigencia política que no tiene sentido de grandeza, ni patriotismo, ni respeto por el pueblo, el "demos" al que usaron para entronizarse en el poder y eternizarse en él, con prácticas notablemente reñidas con los valores democráticos que, mendazmente, dicen defender.

El Estado a través de sus representantes tienen la obligación de gestionar políticas para posibilitar el pleno empleo a sus ciudadanos, y especialmente otorgar un horizonte para las nuevas generaciones. Cabe recordar que, a fines del siglo XIX, la bendita tierra argentina fue el lugar de la oportunidad de crecimiento para una masa de inmigrantes los que encontraban atractivas fuentes laborales.

Quienes nos gobiernan deberían comprender que no puede por falta de gestión política eficiente, tener continuamente una importante parte de la ciudadanía en permanente estado de movilización por demandas salariales o de otra naturaleza. Marchas, paros, huelgas no pueden ser la postal de todos los días. La sociedad necesita vivir en paz, transitar sin obstáculos. No se puede estar en permanente zozobra.

La destrucción del trabajo

La actividad privada, que siempre ha sido dinámica y sus capitales fueron fuente de generación de empleo, hoy se encuentra atenazada por la elevada carga impositiva y por un régimen legal que no incentiva a la contratación. La errática gestión política opera en desmedro para que el sector privado colabore en la generación de empleos. Desalienta al inversor extranjero, el infernal estado de inseguridad jurídica que reina en nuestra república. Décadas de giro de 180 grados en una escalada de privatizaciones y nacionalizaciones gestionadas desde un mismo partido que pasa por el humor de la dirigencia de turno, no permite la radicación de capitales con vistas a contratar empleados. Y esto deviene porque no hay una política de largo plazo. No hay partidos, no hay proyectos, las plataformas políticas son cosa de un pasado para estudio de historiadores. El presente parece ser ganar una elección y perpetuarse en el poder.

Así, sin rumbo, sin horizonte claro, el trabajo en negro se ha enseñoreado en nuestra sociedad. Incluso el Estado paga una parte del salario de sus empleados en negro. El individuo, se encuentra sin posibilidades de acceso a los bienes de asistencia sanitaria o sin los beneficios legales y de una futura jubilación. Si a esto se suma que los fondos para el pago previsional se destinan a la cobertura de asignaciones sociales, el sistema se desfinancia y hay una enorme masa de ciudadanos que no sostienen el sistema, en perjuicio de quienes han trabajado toda la vida para percibir unos magros dineros que sepultan a los adultos mayores a una vida de indignidad, privándolos de alimentos y medicamentos.

Sindicalistas multimillonarios frente a obreros que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de la vida cotidiana. El trabajo es básico en la construcción de la dignidad del hombre. En él se manifiesta su potencial espiritual, su creatividad, su capacidad de socialización y ofrecer su producto a los semejantes.

"El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común" (Catecismo de la Iglesia Católica, Comisión Episcopal Argentina, 2005, p. 601)

En varios milenios de Historia de la Humanidad los hombres han contribuido mediante su trabajo a la ciencia, a la técnica, al arte. Ello ha permitido el crecimiento de las civilizaciones. El trabajo es uno de los rasgos identitarios más importantes en el proceso civilizatorio. Subordinar indefinidamente con planes sociales al individuo es una involución social, es como regresar a un tiempo de caza y recolección de frutos, un tiempo prehistórico.

Orar, es un acto privado para muchos practicantes de diferentes religiones según la creencia del sujeto. Pero "labora" es decir, trabajar es un imperativo para toda persona adulta saludable. Esto requiere necesariamente de una dirigencia que piense no en si misma, sino en quienes le confirieron el poder para conducir los destinos de la Nación.

Quienes nos gobiernan deberían recordar que los próceres fundadores de la Patria, tuvieron como vértice la "felicidad del pueblo", no la felicidad de si mismos. Ellos subordinaron lo material y lo personal por un sentido de grandeza. La hora actual requiere del abandono de mezquindades y retomar el proyecto primigenio de construir una Nación donde las personas gocen de dignidad. Y esto se consigue si se gestiona la parte de "labora".

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD