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Elecciones en España: saltar el bloqueo

Jueves, 27 de julio de 2023 00:00
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Votar con 40 grados de calor. Una apuesta riesgosa del Partido Socialista Obrero Español esta de llamar a elecciones generales de las Cortes en medio del verano y después, apenas, de cortas semanas de una derrota histórica en las elecciones autonómicas. Como lo explicaba el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la estrategia era a todo o nada. Si la sociedad española buscaba un cambio de rumbo no era necesario esperar a noviembre, lo que puede definirse en julio. Los que fueron a votar con el aire acondicionado a full saben que el costo de la frescura en su vivienda es 10 veces menor que la de un alemán, un francés o británico.

La llamada "excepción ibérica" garantizó en 2022 y 2023 un precio diferencial por la energía en España y Portugal. Los 500 euros de media mensual en Italia fueron menos de 70 en España.

La gestión de Sánchez

Sánchez -o el "sanchismo" como lo pintó la campaña electoral del Partido Popular- también lideró la bajada más importante de inflación en toda la Unión Europea. España, en mayo, ya alcanzaba el objetivo del Banco Central Europeo de lograr un índice del 2% en la eurozona. En mayo España ya llegaba al 1,9%, mientras que en Holanda -de los duros con la política fiscal- se disparaba al 6,1%. Los debates políticos nocturnos de la Comisión Europea fueron en el último año un espacio para que España les explicara a los fundamentalistas del gasto fiscal cómo protegió 4,1 millones de personas y más de medio millón de empresas de la ruina total entre pandemia y guerra. Con una inversión de 40 mil millones de euros, España elaboró un escudo social, que con estudios actuales evitó que 1,5 millones de personas cayeran en la pobreza.

En parte esos fondos fueron solicitados a las grandes fortunas y la banca. Nada nuevo bajo el sol de la política pública socialista, como la noruega. A todo esto, España, según la Comisión Europea, es la economía más pujante de la eurozona. Mientras que Francia, Alemania, Italia pelean mes a mes la recesión, y la eurozona prevé crecer 1%, España roza el 2% para el 2023, y el 2,5% para el 2024. Esto es por dos grandes razones: la inversión del escudo social y la reforma laboral integral que mejoró las condiciones del mercado y evitó la temporalidad extrema, sobre todo, del sector de servicios.

No se trata, como quiso instalar el Partido Popular, de un cambio de cálculos de desempleo.

Fue una política pública apoyada por tan solo un voto de diferencia (de un diputado conservador que dijo que se "equivocó" de botón en el tablero) que frenó la temporalidad anual a una discontinua con puestos fijos que se activan de acuerdo con la demanda. Una diferencia enorme para una economía que depende 12,4% de su PBI del turismo. En otras palabras: gestión y más gestión. La buena gestión tiende a dar buenos resultados electorales. Así sucedió el pasado domingo para el PSOE.

La ilusión de la derecha

Mientras se esperaba un gobierno de coalición entre la derecha clásica en el Partido Popular y la extrema derecha quasifascista en Vox, el PSOE salió segundo aumentando 2 diputados y sacando casi 800.000 votos más que en 2019.

El Partido Popular ganó las elecciones mejorando su marca del 2019 en 47 diputados y sacando casi 8 millones de votos. Los Populares, de la mano del no tan carismático Núñez Feijóo, plantearon una campaña personalista contra Sánchez y su "sanchismo", al mismo tiempo que coqueteó con la ultraderecha de Vox para llegar a los necesarios 176 escaños o diputados para formar gobierno.

El resultado fue bastante magro. El Partido Popular sacó 136 escaños y Vox fue la fuerza que más apoyo perdió entre 2019 y 2023, unos 19 diputados menos, llegando a 33. Entre ellos, bastante lejos de los necesarios 176 para la investidura o proclamación de un nuevo gobierno. La concurrencia de la elección apenas pasó el 70%, con más de 10 millones de votos ausentes de las urnas.

Viéndolo desde el punto de vista de la legitimidad política, que el 30% se quede en casa -con el aire acondicionado- es un montón, sobre todo en una elección tan vital como polarizada entre modelos de España. Vox, que proponía la vuelta de la inquisición, los toros y el machismo como política, movilizó al votante progresista, el femenino por sobre otras categorías, y desmotivó al desencantado de la derecha, que sufrió una campaña plagada de errores del Partido Popular y la vergüenza de revindicar al dictador Franco.

No tengo el espacio suficiente para describir a Vox con precisión, pero piense en Trump, Bolsonaro y Bukele combinados en una sola fuerza política, solo que también súmele que el cambio climático es un invento, que los femicidios son "accidentes domésticos" y que la inmigración es la fuente de todos los males. Vox cree, milita y actúa pensando que bajo Francisco Franco España era mejor país. Del ridículo no se vuelve, pero dadas las condiciones, puede ser gobierno.

Los árbitros de un empate

Así las cosas, España entra en un período de dos meses de negociaciones. Si en dos meses no hay investidura, llegar a los 176 escaños, habrá que votar de nuevo en Navidad. El cuarto partido -Sumar- que confluye a Unidas Podemos con otros sectores de la izquierda, integran una coalición que en teoría darían lugar a la continuidad de Sánchez, pero con un condicionante vertiginoso: alcanzar los votos de los partidos netamente independentistas en Cataluña y el País Vasco. Por el otro lado, los ganadores populares quieren gobernar en minoría con los apoyos programáticos de otras fuerzas en el congreso. De Vox ya no pueden depender.

Para que eso ocurra el PSOE debería abstenerse de votar durante la investidura de Feijóo como presidente, cosa que se descarta después de una campaña de ataques personales contra Sánchez.

Para que Sánchez siga como presidente necesita de toda la izquierda y sectores moderados, incluidos los partidos netamente independentistas en Cataluña y el País Vasco. La historia constitucional española es bastante compleja pos-Franco y merece las apreciaciones de un experto, que no soy, pero si me atrevo a una rápida explicación: las tradiciones políticas en el País Vasco y Cataluña son muy específicas a sus condiciones históricas y su relación con el poder central español, dígase Madrid. En breve los partidos catalanes y vascos suelen participar de las elecciones generales con políticas ultraenfocadas en sus distritos y sus realidades sociales. Con tal agenda suelen ganar dejando de lado al PSOE y PP. Los dos distritos comparten el objetivo político de más autonomía hasta una independencia total de España.

En Cataluña el intento de referéndum de independencia en 2014 produjo heridas y problemas que persisten hasta hoy. Los líderes del "proces" todavía son perseguidos por la Justicia española. Entre ellos el líder de Junts, Carles Puigdemont. Junts sacó 7 votos que serán claves para la aritmética en las Cortes y la reelección de Sánchez. Si toda la izquierda va unida con Sánchez y Junts se abstiene, el PSOE lograría un nuevo mandato de 4 años. Si Junts vota en contra, las elecciones en Navidad pueden traer de regalo el resurgimiento de Vox. Por eso hoy en España se habla de cómo saltar el bloqueo. La pregunta sería ¿qué querría Puigdemont a cambio de sus 7 votos? Durante la campaña el líder exiliado en Bruselas lo dijo bien claro: un referéndum legal, vinculante y urgente. ¿Sánchez pasará a la historia como lo hizo David Cameron en 2016 llamando al referéndum del Brexit? ¿O habrá otra forma de compensar esos 7 votos con ofrecimientos menos riesgosos, como el cambio de reglas fiscales para Cataluña en detrimento del resto de España? ¿Cuánto cuestan 7 votos?

España entra en período de negociaciones entre sí para decidir si quiere proteger una trayectoria positiva y abrir debates identitarios o arriesgarse a nuevas elecciones impredecibles. Tienen dos meses para decidir.

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