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El escrutinio definitivo delata que más del 70% del padrón votó en contra de la continuidad del oficialismo zombi que, partido en tres tribus marcadas, hizo la peor elección del peronismo en su historia. Un 70% quiere cambio, lo quiere rápido y no tolerará más gradualismos en piel de candidatos testimoniales y poderes presidenciales de apariencia.
Hace más de un año, el profesor Mario Riorda aseguraba que su investigación de opinión pública remarcaba un giro hacia ideas (no ideologías) relacionadas con aspectos más conservadores y valores relacionados al orden, un aparato estatal más acotado y la vuelta de criterios económicos más liberalizados. Claro, no es lo mismo creer que Javier Milei es la garantía de orden, pero sí lo es de romper con la agonía de ver los problemas económicos cada vez más grandes ante la inacción de los grandes partidos políticos del país. Ahora, un viraje a valores y principios que pueden ser capitalizados por la derecha política es parte del análisis, solamente. Los votantes de Massa, de la izquierda, de Hacemos por Nuestro País y afines, llegaron a ser más del 30% de los votos. No hay un solo sentido para interpretar las dimensiones del cambio buscado.
¿Una continuidad bajo otro liderazgo político capaz de romper con la inercia, a lo Massa?
¿Un cambio dentro del sistema, a lo Patricia Bullrich?
O ¿un cambio por afuera y rompiendo el sistema?
Con los datos nuevos que van apareciendo del escrutinio definitivo pos-PASO, podemos ver hasta qué punto las campañas políticas van a descifrar las dimensiones del cambio hacia las elecciones generales el 22 de octubre. ¿Qué campañas electorales vamos a ver? ¿Qué le conviene a Massa, a Bullrich, a Milei? Si Milei gana en primera vuelta, ¿puede gobernar?
Al rechazo tan profundo, se suman 11 millones de compatriotas que se quedaron en casa y esto representa el punto de partida. Esos 11 millones de personas van a ser el foco principal del mensaje y las estrategias de campaña venideras, sobre todo, para Massa y Bullrich.
Ambos candidatos saben que sus propuestas deben moderarse para lograr ser amenos al votante promedio -que, dicho sea de paso- tiende a pensar mucho su voto, pero decide al frente de la urna. Es muy posible que veamos una campaña microsegmentada a esos 11 millones de votantes que cruzan todos los horizontes y verticalidades de la sociedad argentina y que no fueron movilizados por el voto libertario.
Las razones por las cuales no salieron derecho a romper la urna con "un rugido de león" es porque los votantes moderados entienden que las ideas se debaten mejor en la calma, con menos gritos, y en la evidencia, con empatía hacia las explicaciones. Pero cuidado: eso no quita que al ver una inflación del más del 180%, como la proyectada, Milei sea lo único que garantiza la paliza emocional de destronar a las dos grandes coaliciones, en gran parte, responsables de la desidia actual. Por eso, los 11 millones de votantes son el público a convencer.
Y ya empezó el juego
Massa - ministro anunció medidas para recomponer el salario y Bullrich presentó a Melconian como su ministro de Economía y vocero de temas económicos de la campaña de Juntos por el Cambio. La lógica sería así: "plan platita" (una buena nueva viejísima en los ciclos electorales de Argentina) versus "shock económico controlado". Melconian, ladero de Cavallo (héroe de Milei) y conocido por sus formas didácticas de explicar la economía, hace décadas que pregona desde su actividad privada la necesidad de reformar los pilares macroeconómicos del país de un solo saque, sin vueltas, "gradualismos" o versiones efímeras de Planes Primavera. Si Milei no estuviese en el plano analítico, Melconian todavía sería el personaje que asusta por las verdades que dice de forma tan brutal y sin escalas mediante. En la campaña del Frente de Todos en 2019, lo trajeron siempre al escenario para demostrar la falta de humanidad del macrismo en la economía. Hoy, Milei de por medio, Melconian suena sensato. En este contexto hay dos cuestiones para tener en cuenta en los próximos 14 días. Primero la capacidad de la campaña de Unión por la Patria para lanzar una estrategia con pilares territoriales fuertes y controlados. Evitar los cortes masivos de boleta, la falta de concurrencia y el juego doble de alfiles políticos que especulan con el resultado. Todo esto, si no habla la vicepresidenta o publica una de sus famosas cartas. Los silencios dicen mucho y en especial en este caso, mientras menos hable la vicepresidenta peor es. El recuerdo del acto en Racing y la ya famosa frase "funcionarios que no funcionan" fue premonitorio a la desastrosa PASO del 2021. Massa tiene que salir de su piel de ministro y encarar -a lo Kafka- el rol de candidato.
Proponer, vender esperanza, y no banalizar el riesgo Milei porque la gente, a medir por los datos de las PASO, no tiene miedo al cambio brusco.
La segunda cuestión es la económica. Por más que haya actuado con las medidas de bono, recomposición y (no) acuerdo con el Fondo, cada dato que marque el ritmo de inflación es una daga al argumento massista y su proyecto de elección. Los estudios sociológicos más profundos -como el de Pulsar de la Universidad de Buenos Aires- ya decían en julio que la preocupación que dicta el voto es la económica y social, como la inseguridad. Hoy, dos temas que no son ni siquiera posibles de encarar desde la gestión en dos meses.
Patricia Bullrich depende de Mauricio Macri. Bullrich puede terminar siendo Larreta. Horacio Larreta terminó avalando a Macri primo en la Ciudad de Buenos Aires, avalando a Mauricio Macri apoyando a Patricia sin quejarse de desigualdades y dejando que el fundador del PRO se parara en frente suyo en medio del escenario durante la noche de las PASO. No es casualidad que, queriendo o no, el calabrés marca el pulso de Juntos por el Cambio, que dejando afuera a Morales y Losteau, es más PRO que nunca. Mauricio Macri parece haber elegido ganar o ganar. O gana Patricia o gana Javier, pero ambos con la venia de la necesidad de un padrino político que sostenga un plan de gobierno. Jugar a dos puntas con el libertario es la prueba de muerte de Patricia Bullrich. Lograr el apoyo infinito y único es la gran prueba en los próximos días. De igual manera, la campaña de Juntos por el Cambio tiene que sortear el gran problema de captar votantes proclives al cambio violento que hoy capitaliza Milei. Jugar a la izquierda también es incómodo porque Massa ya ocupa la frecuencia del voto que todavía piensa que el Estado tiene un rol estratégico que cumplir en la vida de un país. ¿A dónde va Bullrich a cazar votos? Parte de la respuesta son los 11 millones que no votaron en las PASO. Otra parte de la respuesta es urgentemente retener los votos de Larreta, extraerle votos a Milei, a Massa y usar dispositivos de campaña para ser la garante del cambio controlado, a lo Melconian.
¿Javier Milei? Los libertarios ganaron las PASO. Equipo que gana no se toca. Pero también es verdad que equipo que gana es vulnerable a la derrota si no estudia al rival. Javier Milei, más allá del amor, tiene que mantener la esencia de la revolución libertaria del 1848, moderar el discurso de cambios acelerados e intentar mostrar gobernabilidad propia. Aquí entra de nuevo el rol de Mauricio Macri, pero también la conformación de un equipo de trabajo que respalde sus intenciones de gestión.
Si bien nos vamos enterando a qué se dedicaron todos los exfuncionarios menemistas después del blindaje, Milei tiene el riesgo enorme de ganar, pero caer al poco tiempo. Todo esto en un contexto de victoria en las PASO menos abultada ahora con los números del escrutinio definitivo. Los números muestran que la diferencia entre los tres contendientes es realmente muy pequeña para decir con claridad que la victoria de Milei es total. Milei baja de 30% a 29,8%, Bullrich y Larreta sumados del 28,27% al 27,9% y Massa del 27,27% al 27,3%. Milei no llega a los 30 puntos, con el efecto psicológico que eso tiene, y la diferencia entre Bullrich y Massa es efímera. Todos los candidatos dentro del margen de error. Pero recordemos, falta la decisión de 11 millones de votantes. En definitiva, el juego está abierto y Milei, aun saliendo primero, tiene detrás suyo, muy cerca, a dos coaliciones con aparato, estructura y vergüenza por el resultado PASO. Por eso ahora empieza otra campaña presidencial, esta vez -a lo futbolero- por los puntos.