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24 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El general Belgrano marcha hacia la batalla de Salta

Una penosa travesía, bajo una lluvia implacable, no frenó al ejército patriota que, a pesar de las adversidades, hizo valer el factor sorpresa en la gloriosa jornada del 20 de febrero de 1813.
Viernes, 14 de febrero de 2025 22:34

El derrotero que siguieron los patriotas y el lugar por el que ingresó la columna al valle de Lerma días antes del nuevo enfrentamiento, todavía son discutidos. La presente exposición aspira a interpretar las razones del verdadero trayecto transitado por el general Manuel Belgrano al mando del ejército durante los días 13 al 18 de febrero de 1813.

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El derrotero que siguieron los patriotas y el lugar por el que ingresó la columna al valle de Lerma días antes del nuevo enfrentamiento, todavía son discutidos. La presente exposición aspira a interpretar las razones del verdadero trayecto transitado por el general Manuel Belgrano al mando del ejército durante los días 13 al 18 de febrero de 1813.

Soportando duras condiciones climáticas durante la marcha hacia la ciudad de Salta, a pocos meses de haber derrotado al enemigo en Tucumán, el esfuerzo de los patriotas volvió a ser compensado con éxito en aquel enfrentamiento del 20 de febrero al realizar una inesperada maniobra estratégica que el enemigo nunca imaginó. Un soberbio ejemplo de "Batalla de Frente Invertido" que pasaría a la historia militar.

Geografía y geología

En primer lugar tenemos que considerar a cada uno de los valles de Lerma y de Cianca como pisos ecológicos con características propias que se encuentran separados por el ancho cordón de las sierras del Mojotoro y a la vez, conectados por el cauce y el amplio cono de deyección que formó el río Mojotoro descargando sus aguas durante miles de años, mediando entre ellos una diferencia de 700 metros de altitud.

El valle de Cianca se localiza al este del valle de Lerma y ambos son fosas tectónicas compresivas formados por el empuje andino que genera bloques elevados que conforman las sierras y bloques hundidos que conforman el piso de los valles.

El sistema de fallas profundas se evidencia por el surgimiento de aguas termales a partir de Río Hondo, Rosario de la Frontera, El Sauce, Aguas Calientes, Termas de Reyes, el Río Jordán y Caimancito, fenómeno geológico resultante del calentamiento de las aguas subterráneas en profundidad por grado geotérmico.

Bajo el cauce del río Mojotoro y en cercanías de El Angosto o Punta del Agua, existen fallas por las que percola gran parte de su caudal, aunque continúa discurriendo de forma subyacente hacia el oriente y surge unos kilómetros aguas abajo del Fuerte de Cobos. Razón por la que esa parte del cauce permanece seca la mayor parte del año y, al haber crecientes temporales, se observan importantes riadas debido a que el volumen de agua supera la capacidad de filtración.

Las sierras del Mojotoro presentan formaciones intrincadas y abruptas con un tapiz fitogeográfico de transición que se mantuvo sin mayores intervenciones hasta principios del siglo XX; territorio en el que ciertas áreas aún se mantienen intactas y permiten observar cómo se intercala la flora nativa del Bosque Chaqueño con algunas especies típicas de las Yungas.

También, por investigaciones paralelas, sabemos que en tiempos recientes hubo en ambos valles explotación indiscriminada y desmontes sin control que ocasionaron la extinción de algunas especies y alteraron el paisaje.

Al presente, casi todo el cordón serrano muestra la vegetación nativa, variada y espesa, integrada por arbustos y especies espinosas que dificultan e incluso impiden el tránsito, siendo aún mayor obstáculo en cañadas y quebradas.

Es necesario considerar las condiciones climáticas de la época. De acuerdo a registros documentales y a esquemas de evolución, entre mediados de los siglos XVI al XIX aproximadamente, o sea, entre 1550 y 1850, aconteció una Pequeña Edad de Hielo global (LIA) y las temperaturas fueron entre 3 y 5 grados centígrados más bajas que las medias actuales y en consecuencia, menor el índice de lluvias.

La diferencia de altitud entre ambos valles -Lerma y Cianca- resulta significativa, pero el gradiente entre el punto de Cobos y el lugar de nacimiento del río Mojotoro -en Vaqueros- se suaviza notoriamente al estar separados por una distancia de 32 kilómetros.

El derrotero

Luego de la victoria obtenida en Tucumán en setiembre de 1812, Belgrano y sus oficiales consideraron apropiado atacar nuevamente a Pío Tristán, quien entonces permanecía con su ejército acantonado en Salta y confiado en que las lluvias impedirían su marcha.

Además, el Fuerte de Cobos era un importante puesto de observación y vigilancia en el que mantenía una reducida dotación de sus soldados.

La frecuencia de lluvias durante el mes de febrero hizo que el avance de la columna fuese lento, exigiendo al máximo a hombres y bestias; el encajonado río Pasaje fue el mayor escollo a superar. Habiendo cruzado el grueso de las tropas, el general Belgrano recibió la comunicación que le ordenaba jurar fidelidad a la Asamblea del Año XIII, así se hizo y en adelante pasó a llamarse río del Juramento.

El principal factor a favor de los patriotas sería la sorpresa. El general escribió "(…) a marchas forzadas, chapoteando en el barro, deteniéndose a empujar las carretas atascadas, mis hombres sufrían sin chistar el terco diluvio. El camino se hacía intransitable. Demandaba grandes esfuerzos cruzar los cursos de agua que por todas partes se habían abierto, o los engorrosos lodazales (…)", mientras se dirigían dificultosamente a Cobos.

Para que el avance no fuese delatado, Belgrano envió al comandante de vanguardia Antonio Silva al mando de cien hombres a rodear y hacer prisioneros a los realistas que lo custodiaban. Al día siguiente, Silva le comunicó que: "(...) solo había diez hombres, con este motivo avancé y he tomado prisioneros a seis y el comandante muerto, ocho carabinas, un par de pistolas y (...)".

El desatino de Silva permitió la huida de tres realistas que llegaron a la ciudad y dieron aviso. Pío Tristán organizó la defensa en el portal en que desembocaba el Camino Real.

El numeroso ejército patriota recaló en Cobos y sin descansar forzó la marcha durante los días 16 y 17 bajo una llovizna implacable. Estaba integrado por 3.096 hombres de armas entre oficiales y soldados de los distintos cuerpos de caballería, artillería e infantería; además de médicos y casi mil personas de servicio y apoyo.

Mujeres y hombres, nativos, negros y criollos encargados de trasladar doce cañones, ganado en pie y cincuenta carretas con alimentos, proyectiles, pólvora y demás equipo. A poco de abandonar el fuerte transitaron por el cauce del río y avanzaron sin adversidades, siguiendo en contra la mínima corriente enmarcada por la extensa sierra de La Ramada.

El estado de salud del general Belgrano era delicado; padecía paludismo, fiebre amarilla y una dolorosa úlcera que le provocaba vómitos de sangre y lo obligó a hacer este trayecto, acostado en un carruaje.

Debido al error de Silva la sorpresa no sería tal, de manera que acordó una estrategia con sus oficiales inmediatos y poco antes de El Angosto o Punta del Agua, envió al mayor Eustoquio Díaz Vélez con una partida de la caballería a internarse por la quebrada El Cuarteadero y pasar la finca de La Lagunilla hasta alcanzar la Zanja de Sosa; hendidura natural ubicada a seis kilómetros de distancia sobre el Camino Real que ingresaba por El Portezuelo.

Utilizando carbón, pólvora y aceite, Díaz Vélez y sus soldados, esa noche encendieron cerca del zanjón unas fogatas simulando el campamento que concentraría a los patriotas.

Fueron divisadas desde el puesto de vigilancia que los realistas tenían en el cerro San Bernardo y la estratagema provocó la alarma esperada.

El ingreso a Castañares

Con respecto a este punto, la interpretación más difundida dice que toda la columna patriota entró a la hacienda de Castañares desde La Lagunilla por una senda que recorría la quebrada de Chachapoyas. Pero, quien conozca y haya caminado por el lugar, sabe que hubiese resultado imposible, porque la distancia entre estos puntos es de tres leguas y hubiesen tenido que abrir o ensanchar una senda en terreno dificultoso y cubierto de espesa maraña vegetal para permitir el paso de la gente, animales y carretas. Es decir que, además de desmontar, hubieran tenido que despejar y emparejar la huella; ciertamente, una tarea impensada, inútil y delatora.

La hacienda mencionada era propiedad de la familia del capitán José Apolinario Saravia alias "El Chocolate" y lo que quizás sucedió es que pudo haber guiado una avanzada de infantería para asegurar que los realistas no habían descubierto la treta. Toda la caballería y los demás cuerpos del ejército, las personas de servicio y apoyo, el ganado en pie, las cincuenta carretas con bastimentos y el parque de artillería, ingresaron al valle de Lerma por el cauce del Mojotoro después de atravesar la estrechura donde desemboca entre los cerros Chachapoyas y San José. Luego desviaron a la izquierda y arribaron al campo de Castañares entre la noche del 17 y la madrugada siguiente.

Otra versión no confirmada, se refiere a que un grupo de oficiales y el mismo Belgrano se alojaron en el casco de Buena Vista. En el transcurso de la mañana del día previo a la cruzada, los cuerpos del ejército fueron destinados a ocupar posiciones.

El general informó entonces: "(…) a las once de la mañana del 19 salí con el Ejército de Castañares y me dirigí a la Pampa, aproximándome a la ciudad hasta situarme en las inmediaciones de Gallinato (…)"; haciendo referencia a la chacra de Gallinato, que distaba media legua de Castañares en dirección a la ciudad y no a la quebrada del Gallinato, ubicada en dirección contraria. Luego del triunfo y en horas de la noche del día 20 de febrero de 1813, escribió un detallado informe a las autoridades anoticiándolos del resultado de la batalla.

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