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El gobierno sigue atravesando semanas políticamente malas debido a su propia mala praxis y a su enorme problema de recursos humanos. La reacción de algunos ministros, buscando culpables fuera, no hace más que confirmar que la sucesión de errores internos comienza a preocupar a algunos integrantes del Ejecutivo nacional.
Los justificadores del gobierno en las redes sociales (su gran arma en campaña) ya carecen de toda credibilidad y publican cosas como si estuvieran justificando el sueldo. El gran daño autoinfligido comenzó hace meses, cuando alguien los vio vulnerables y les dio la idea de proponer a Ariel Lijo como miembro de la Corte Suprema.
No hay ninguna justificación para semejante dislate. Lijo es el máximo exponente de la casta judicial y política. Siempre utilizó las causas para cuestiones sospechosas. Por mencionar solo una: tiene cajoneada desde hace 19 años la denuncia penal por la venta de las acciones del Estado en YPF.
Además, acumula 34 denuncias disciplinarias ante el Consejo de la Magistratura. Es un especialista en mantener abiertas, sin resolución, las causas de corrupción. El gobierno compró el paquete Lijo completo (se lo vendió Ricardo Lorenzetti) y lo defendió con argumentos insostenibles.
Mauricio Macri, Elisa Carrió y, muy especialmente, María Eugenia Talerico fueron algunos de los que advirtieron su oposición a la nominación del juez y recordaron sus pésimos antecedentes. Ya es un disparate que Lijo sea juez federal, y querían ascenderlo a la Corte. No había manera de que eso sucediera.
Tras el rechazo en el Senado, algunos seguidores del gobierno decían que nunca había pasado que se rechazara un pliego en la cámara alta. Sin embargo, en todas partes del mundo, cuando un gobierno sabe que no tiene mayoría en un cuerpo legislativo, retira el pliego.
Podrían no haber presentado a Lijo o haber retirado la propuesta al ver las críticas y la patética presentación del juez en el Senado. Ahora buscan culpables fuera cuando los responsables del papelón los tienen todos dentro.
No hay peor manera de procesar una derrota que esa. "Toda verdad ignorada prepara su venganza", dijo Ortega y Gasset. El gobierno debe aprender que ignorar la verdad puede tener costos muy grandes en términos de credibilidad.
Mientras rechazaban el pliego de Lijo, Milei estaba en su penoso viaje a los Estados Unidos en busca de una reunión con Donald Trump. Es un mal presagio cuando el presidente de los Estados Unidos no te recibe en la Casa Blanca y te hace ir a fiestas patéticas a las que él no asiste. ¿A quién pueden culpar por una decisión tomada en la más absoluta soledad del "triángulo de hierro"?
Milei había publicado un tweet con la canción de Queen "Friends Will Be Friends" cuando Trump anunció su delirante política de aranceles, que está llevando al mundo a una guerra comercial.
Milei creyó que era un gesto de amistad que Argentina tuviera un 10% de aranceles, cuando otros países tienen aranceles mucho más altos.
Quiso decir que Trump tenía un gesto hacia él, pero al ver la lista de aranceles nos damos cuenta de que la Argentina tiene el mismo arancel que Australia, Brasil, Singapur, Reino Unido, entre otros. Ningún otro presidente se jactó de su "amistad" con Trump por tener un 10% de aranceles. El presidente debe entender que quienes lo critican a menudo quieren ayudarlo, mientras que quienes siempre le dicen que sí, muchas veces son los que lo perjudican. En el caso de Lijo, esto es evidente. Otro aspecto a considerar es que los logros se festejan cuando suceden, nunca antes. Desde el gobierno habían filtrado en todos los medios que viajaba a ver a Trump.
Es muy positivo para la República que Lijo quede fuera de la Corte. Lástima que este rédito republicano no le toque al presidente, que quedó solo defendiendo a un impresentable.