El 13 de febrero de 1813, en las márgenes del río Juramento, el general Manuel Belgrano hizo jurar a sus tropas lealtad a la recientemente conformada Asamblea del Año XIII y a la bandera celeste y blanca que llevaba consigo, guardada hasta entonces en sus alforjas.
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El 13 de febrero de 1813, en las márgenes del río Juramento, el general Manuel Belgrano hizo jurar a sus tropas lealtad a la recientemente conformada Asamblea del Año XIII y a la bandera celeste y blanca que llevaba consigo, guardada hasta entonces en sus alforjas.
En aquel momento, el Primer Triunvirato -gobierno en ejercicio- no había autorizado la creación ni el uso de la bandera nacional. De hecho, le ordenó a Belgrano avanzar hacia el norte empleando únicamente divisas con los colores del Reino de España. Esta situación cambió en enero de 1813, cuando la Asamblea del Año XIII desplazó al Triunvirato y comenzó a legitimar nuevos símbolos patrios como la escarapela, el himno nacional y la bandera.
Fue precisamente el 13 de febrero, mientras vadeaba el río Pasaje -hoy conocido como Juramento- con 3.500 hombres, que Belgrano recibió la notificación oficial de estos cambios. Ese mismo día, el jefe del Ejército del Norte formalizó un acto histórico: hizo jurar fidelidad a la Asamblea y a la bandera celeste y blanca, que por primera vez quedaba reconocida oficialmente. Desde entonces, esa insignia no volvió a guardarse; se mantuvo al frente de las tropas y acompañó cada batalla, comenzando por su bautismo de fuego en la Batalla de Salta.