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6 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Salteños que se fueron a construir sus vidas a villas de emergencia de Capital

Domingo, 30 de octubre de 2011 18:28

El GPS enciende una alerta cuando pasa por el barrio INTA, la ex Villa 19, en la localidad porteña de Villa Lugano: “zona peligrosa”, dice titilando. Allí armaron sus vidas tres de los miles de salteños que dejaron su pago con la esperanza de encontrar lo que no les dio su provincia: trabajo. Este es el caso de Moisés Bracamonte, Humberto Navarro y Marta Clara Cardozo, todos vecinos de ese barrio en los límites de la Capital Federal.

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El GPS enciende una alerta cuando pasa por el barrio INTA, la ex Villa 19, en la localidad porteña de Villa Lugano: “zona peligrosa”, dice titilando. Allí armaron sus vidas tres de los miles de salteños que dejaron su pago con la esperanza de encontrar lo que no les dio su provincia: trabajo. Este es el caso de Moisés Bracamonte, Humberto Navarro y Marta Clara Cardozo, todos vecinos de ese barrio en los límites de la Capital Federal.

Aunque hace 10 años la Villa 19 era un descampado con casillas desparramadas, hoy es un barrio con las calles asfaltadas, recientemente urbanizado. La luz la toman prestada casi la totalidad de la viviendas y bajo el puente de la autopista de la General Paz hay un operativo permanente de Gendarmería Nacional. De noche, nadie anda por un barrio que no es el suyo, en las villas de emergencia del sur de la ciudad de Buenos Aires.

Moisés Bracamonte, de 47 años, desciende de una familia de policías salteños. Es el oficio que siguió su padre y su tío fallecido “en cumplimento del deber”, Gualberto Bracamonte. Pero a Moisés siempre le gustó el campo y pasa el tiempo en la Capital esperando el momento para salir a campear por su pago, en Joaquín V. González. “Viajo cada vez que puedo, para mí es lo más lindo del mundo”, le dice a El Tribuno, tratando de ocultar la emoción que se le escapaba por los ojos.

Humberto Navarro, de 38 años, soñaba con jugar al fútbol profesionalmente, pero nunca llegó a probarse en algún equipo de primera. “Es peligroso vivir acá. Hay mucha droga y mucha delincuencia. Si venís a estudiar o a trabajar tenés que saber que es peligroso”, dice. En mayo se quedó sin trabajo cuando explotó el escándalo por las obras que realizaba la fundación Madres de Plaza de Mayo, bajo la administración de Sergio Schoklender. Fueron dos meses duros, hasta que una empresa privada retomó la construcción de las viviendas que levantaba la fundación y contrató a la mitad del personal de la obra. Humberto fue uno de los privilegiados. “Tengo trabajo para un año, hasta que se terminen todas las casas”, cuenta.

Un caso conmovedor es el de Marta Clara Cardozo. Salió de la indigencia con la que la recibió la villa miseria a fuerza de trabajo y sacrificio. Hoy tiene una casa para dejarle a su hijo, que ya terminó sus estudios y consiguió trabajo. “Todo lo que hice fue por mi hijo. Ahora quiero morir en mi tierra, para que alguien me visite en un cementerio”, asegura.

Tres salteños cuentan sus experiencias y los sueños que los llevaron lejos de su tierra. Conozca sus historias de desarraigo y sacrificios, pero que finalmente dieron sus frutos.

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