Todos los días, en el comedor Sopita de Letras de barrio San Antonio comen 60 niños de la zona y de los alrededores. En esa humilde casa, además, viven cuatro abuelitos.
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Todos los días, en el comedor Sopita de Letras de barrio San Antonio comen 60 niños de la zona y de los alrededores. En esa humilde casa, además, viven cuatro abuelitos.
Pinceles, pintura, escaleras y páginas de diario en el piso, para comenzar. Lo que vino después fue el color y el diseño sobre las paredes del comedor “Sopita de Letras”, donde todos los días comen 60 niños de los barrios de la zona y donde, también, viven cuatro abuelitos.
El viernes comenzó la tarea. Jóvenes de la Subsecretaría de Relaciones con Organizaciones Sociales de Acción Voluntaria, profesores de la Escuela Municipal de Artes y Oficios y algunos vecinos del barrio se pusieron manos a la obra y comenzaron a trabajar en las paredes del comedor.
Con la pintura donada por la fundación Santa Clara de Asís, que apadrina al comedor, el salón donde todos los días se le sirve la comida a los niños y abuelitos, fue tomando color.
El próximo paso será tomar las medidas del techo, que por ahora es de chapa, para luego revestirlo con machimbre y continuar mejorando la infraestructura del lugar.
“Estoy muy contenta de haber recibido esta ayuda tan grande de la gente. Mi tarea en el comedor es algo que hago con todo mi corazón y que espero que el día que yo no esté alguien pueda continuar porque hay mucha gente que lo necesita”, expresó Gloria Escalante, encargada del comedor.
Para Gloria, la ayuda que recibió durante estos dos días es también un reconocimiento a su labor, generosa y desinteresada. “Es sentir que no estoy sola”, describió.
“Sopita de Letras” ya tiene casi 14 años. Funciona gracias a donaciones de personas solidarias como Gloria, que todos los días acercan mercadería con la que dos mamás, voluntarias también, cocinan a diario. Es una gran cadena solidaria.