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7D: El gran debate nacional debería ocuparse de la Argentina del futuro

Sabado, 08 de diciembre de 2012 23:19

En estos días llegó a un punto extremo la confrontación entre el grupo Clarín y el Poder Ejecutivo Nacional. El enfrentamiento pone a prueba la independencia y el temple del Poder Judicial.

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En estos días llegó a un punto extremo la confrontación entre el grupo Clarín y el Poder Ejecutivo Nacional. El enfrentamiento pone a prueba la independencia y el temple del Poder Judicial.

La Justicia, cabe recordarlo constantemente, debe funcionar como garantía para que la Ley sea la misma para todos, aplicada en forma pareja y sin privilegios. Ni un medio de comunicación ni el Estado deben ser tratados de manera especial por los jueces, porque la Ley es la norma que regula la vida de las personas y las instituciones; para que sea justa y legítima debe ser objetiva, universal y consistente.

“Para ser libres debemos ser esclavos de la Ley”, enseñaba el gran pensador del Imperio Romano, Marco Tulio Cicerón, a quien la historia ubica, dos milenios después de su muerte, como un paradigma de la lucha contra la dictadura y la arbitrariedad.

La Ley no es un elemento secundario en la vida de las sociedades, sino la garantía para el Derecho y las libertades de los ciudadanos. Pero también es el sistema de reglas de juego para que cada persona pueda proyectar su futuro. Cuando las leyes cambian al ritmo de las crisis de cualquier índole o de los caprichos del gobernante dejan de ser garantía para la gente y para sus proyectos.

El conflicto de estos días se expandió por toda la sociedad y la conmovió, pero las preocupaciones de la ciudadanía, según las encuestas, transitan por otros carriles.

El hombre común valora los importantes avances en materia de Derechos Humanos, porque percibe que la investigación de los atropellos cometidos hace casi cuatro décadas pone una bisagra en la historia y asegura que nunca volverá a repetirse el terrorismo de Estado. Sin embargo, la seguridad, que también es un derecho humano, sigue siendo una asignatura pendiente. El sueño de la “mano dura” ya se ha esfumado, porque tampoco dio resultados nunca, pero la respuesta que espera el ciudadano común de sus gobernantes sigue sin aparecer. El despliegue del narcotráfico y el crimen organizado en las últimas décadas es la mayor preocupación ciudadana e involucra a los organismos de seguridad y a la Justicia.

Desde hace once años, la economía del país viene recuperándose. El crecimiento se refleja en la calidad de vida y la capacidad de consumo de mucha gente, aunque la inflación comienza a preocupar porque condiciona las economías familiares. Como la ley, la moneda requiere estabilidad porque es el instrumento que vuelve previsible la economía, doméstica o colectiva.

Los avances en la generación de empleo tampoco han eliminado las inseguridades cotidianas de la gente, porque las encuestas indican que los fantasmas de la desocupación y del trabajo precario y en negro figuran entre las grandes preocupaciones.

Inquietudes similares se plantean con la salud pública, la educación y la vivienda.

Estamos mucho mejor que en 2001, nadie lo duda.

Sin embargo, como país y como comunidad política, seguimos enfrascados en las emergencias del presente y en las cargas negativas del pasado sin que podamos pensar y planificar el futuro de la Nación.

La virtual desaparición de los partidos políticos y la tibieza de los dirigentes opositores comprometen la salud institucional de nuestra democracia.

La confrontación entre Clarín y el Gobierno, convertida en prioridad nacional, nos distrae de los grandes desafíos.

El sistema democrático representativo y republicano fue concebido como garantía para las personas y también como el único con aptitud para que se multipliquen las ideas, florezca el pluralismo y se asegure la participación ciudadana en las grandes decisiones.

La Argentina es un país con vocación de grandeza. Para realizar esa legítima y genuina aspiración es condición ineludible pensar con visión de futuro, analizar con madurez el mundo en que nos toca vivir para descubrir las enormes posibilidades que nos brinda y actuar como lo hicieron aquellos dirigentes que pudieron colocar al país entre los más prósperos y promisorios del mundo.

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