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Etchecopar, Hadad y Pagni; la realidad golpea a la puerta

Domingo, 18 de marzo de 2012 14:20

Tres episodios de estos días tuvieron como protagonistas a los medios de comunicación, en cuestiones que tienen que ver con flaquezas de la política y del Estado.

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Tres episodios de estos días tuvieron como protagonistas a los medios de comunicación, en cuestiones que tienen que ver con flaquezas de la política y del Estado.

El primero, trágico, fue el tiroteo producido en la casa del periodista y actor Baby Etchecopar. No se trata de cualquier periodista, sino de uno de los grandes íconos culturales de la “justicia por mano propia”, que cinco años atrás había detenido a un ladrón que ingresó a su casa.

Esta vez la resistencia pudo haber derivado en una masacre. Etchecopar puso en evidencia que la inseguridad es más que una sensación, aunque las estadísticas muestren que Buenos Aires es mucho más tranquila que Río de Janeiro, Caracas y México.

Casi en simultáneo, criminales golpearon con brutalidad salvaje a una anciana madre de Plaza de Mayo y secuestraron a un hombre cercano al vicepresidente Amado Boudou. Pudo ser casualidad, pero cada crimen resonante recuerda que la seguridad suele quedar a cargo de aficionados cuyo único currículum es el vínculo político.

Nilda Garré es el caso emblemático, aunque el modelo se repite en cada provincia, como lo vimos en Salta durante los últimos años.

El crimen, en todas sus formas, no se resuelve con abordajes ideológicos; no es de derecha ni de izquierda, sino un problema social que roba y mata sin preguntar qué piensa la víctima.

La censura

El empresario Daniel Hadad protagonizó otro episodio resonante, cuando admitió que el gobierno censurara el programa de Marcelo Longobardi. Abruptamente, lo sacaron del aire después de que Jorge Asís describiera con lujo de detalles las irregularidades que pusieron al vice Boudou contra las cuerdas y casi sin retorno; cuando se levantó el programa hablaba el exjefe de Gabinete Alberto Fernández, con una serie de advertencias sobre la crisis financiera, y esperaba su turno el periodista mexicano Alberto Padilla, quien se ocuparía poco después de proclamar a los cuatro vientos, a nivel internacional, que el autor material de la censura había sido el ministro de Planificación Julio De Vido. La actitud obsecuente de Hadad y Longobardi no fue llamativa: ellos saben que el dinero tampoco tiene ideología y sus vínculos con el Gobierno nacional, así como los que construyó el grupo con Carlos Menem, pasan por el dinero.

Longobardi se calló porque sabe que no puede sacar los pies del plato.

Peleas de fondo

Pero si el grupo Hadad está bajo control, no ocurre lo mismo con Clarín y La Nación. Allí no hubo censura, sino una crítica muy fuerte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a dos columnistas. Osvaldo Pepe, de Clarín, y Carlos Pagni, de La Nación, habían cuestionado duramente a la agrupación La Cámpora.

Al primero, que apuntó a la soberbia como rasgo común de los camporistas y los montoneros, lo consideró “muy nazi y parecido a Videla”. Al artículo de Pagni le atribuyó un tufillo antisemita porque describe al viceministro de Economía, Axel Kicillof, por su formación marxista y por los antecedentes familiares, “hijo de un psicoanalista y biznieto de un prestigioso rabino”.

La presidenta defendió a La Cámpora porque es la estructura sobre la que apoya sus expectativas.

El coro de obsecuentes, encabezado por Ricardo Forster y los animadores de 6, 7, 8, podría haber prescindido de los argumentos efectistas de Cristina, porque más allá del derecho de cualquiera a opinar, la creciente inquietud que genera La Cámpora se relaciona directamente con el crecimiento de su influencia.

El modelo

El perfil que Pagni hizo de Axel Kicillof refleja una mirada nada descabellada: destacar la formación teórica inspirada en el marxismo no es un arrebato macartista, sino un dato de la historia de este economista, exdirigente estudiantil y ahora investigador del Conicet. A partir de allí cabe esperar una radicalización del modelo económico, dado que Kicillof es viceministro de Economía y, según Pagni, un profesional muy escuchado por Cristina. Y recordar que es descendiente de un rabino famoso y de un psicoanalista solo habla de la formación desde la cuna de un economista no tan joven como se suele creer y con una trayectoria que no abreva, justamente, del peronismo ortodoxo.

En esta controversia de tono desafortunado queda a la vista la importancia que adquirió esta agrupación en la que la Presidenta cifra sus expectativas para una renovación de la política. Hoy los problemas del país no son ideológicos sino económicos: ya no hay superávit, sino déficit fiscal; para sostener el superávit comercial no es Kicillof quien lleva el timón, sino el peronista de viejo cuño Guillermo Moreno .

Se trata de un pragmático de inspiración nacionalista, que procede cerrando las importaciones y aplicando criterios voluntaristas -no marxistas ni keynesianos- . El tema central es la falta de recursos. Como la soja sola no alcanza, hubo que reformar la carta orgánica del BCRA, de manera de financiar el gasto con reservas .

La avanzada sobre YPF admite varias interpretaciones, pero hay una que parece dominante; la petrolera estatal abasteció de combustible al país durante décadas, pero siempre a pérdida. La reestatización parcial o total apunta a resolver la siempre negada crisis energética. De Vido quiere que sea parcial, con control del Estado; Kicillof, que se declare a los hidrocarburos como “recursos estratégicos”.

Los problemas, claramente, no son semánticos ni ideológicos, sino políticos y económicos. No alcanza con el discurso y el relato.

El uso de reservas como si fuera una cuenta corriente no es una novedad en la Argentina. Fue durante décadas el correlato de las empresas estatales deficitarias; YPF y Aerolíneas, entre ellas.

La Presidenta eligió a La Cámpora para construir el futuro y depositar en ella su herencia política. Son jóvenes, son nuevos y son militantes.

Nada resultará fácil: las resistencias que se perciben se deben, entre otras cosas, al miedo en ciertos casos y a la disputa por el espacio, en otros.

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