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El peronismo en estado puro

Lunes, 14 de mayo de 2012 23:11

La jefa no va por la re-re, sino por los libros de historia”, dijo por lo bajo un legislador camporista, pese a que la reciente nacionalización de YPF reactivó, puertas adentro del oficialismo, la idea de impulsar una reforma de la Constitución que incluya la posibilidad de habilitar un tercer mandato para la Presidenta. Pero la línea que baja La Cámpora no sintetiza el pensamiento de otros sectores del oficialismo, que, por el contrario, creen que Cristina de Kirchner decidirá su futuro político cuando se conozcan los resultados de las elecciones legislativas del año próximo.

Incluso no faltaron esta semana las voces que se refirieron a un eventual adelantamiento de esos comicios a julio de 2013, tres meses antes de lo previsto en el calendario electoral. ¿El motivo? Garantizar un amplio triunfo que refuerce las mayorías kirchneristas en el Congreso nacional.

“Los pibes van por todo. ¿Vos te creés que van a permitir que Cristina los deje en cuatro años? Se acabaría la política para ellos”, razonó un funcionario del Gobierno, que además dio cuenta de una fuerte avanzada camporista para desplazar al número dos del Ministerio de Planificación Federal, Roberto Baratta. El funcionario completó la información: “De Vido le dijo a Cristina que detrás de Baratta se iba él y la cosa quedó ahí”. Lo cierto es que La Cámpora quiere poner en Planificación a un dirigente con un rol parecido al de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía.

Aislamiento para Boudou

El encumbramiento de Kicillof, que se convirtió en la voz del Gobierno durante el proceso de expropiación de YPF, tuvo un efecto secundario para la interna oficialista: hace tiempo que el vicepresidente Amado Boudou dejó de ser el principal asesor económico de la jefa de Estado.

Aunque la Presidenta mantiene su apoyo al titular del Senado frente a las denuncias del llamado Caso Ciccone, también le viene haciendo sentir cierto aislamiento político. El vice ya no es una referencia kirchnerista en la Capital y ahora pierde terreno en la provincia de Buenos Aires.

Justamente en ese distrito terminaron de aflorar las diferencias más notorias en el campo oficialista, que tienen anclaje en el presente; pero, sobre todo, proyectan una parte importante del futuro político del país. La figura de Daniel Scioli se convirtió allí en un dilema para el kirchnerismo.

El gobernador, que acaba de blanquear sus aspiraciones presidenciales, cultiva un perfil distinto al de La Cámpora y al de su propio vice, Gabriel Mariotto, para quienes Scioli no termina de hacer propia la impronta ideológica que transmite el discurso kirchnerista. Es reconocida su capacidad para no reaccionar frente a las constantes embestidas del kirchnerismo.

Razones económicas

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La jefa no va por la re-re, sino por los libros de historia”, dijo por lo bajo un legislador camporista, pese a que la reciente nacionalización de YPF reactivó, puertas adentro del oficialismo, la idea de impulsar una reforma de la Constitución que incluya la posibilidad de habilitar un tercer mandato para la Presidenta. Pero la línea que baja La Cámpora no sintetiza el pensamiento de otros sectores del oficialismo, que, por el contrario, creen que Cristina de Kirchner decidirá su futuro político cuando se conozcan los resultados de las elecciones legislativas del año próximo.

Incluso no faltaron esta semana las voces que se refirieron a un eventual adelantamiento de esos comicios a julio de 2013, tres meses antes de lo previsto en el calendario electoral. ¿El motivo? Garantizar un amplio triunfo que refuerce las mayorías kirchneristas en el Congreso nacional.

“Los pibes van por todo. ¿Vos te creés que van a permitir que Cristina los deje en cuatro años? Se acabaría la política para ellos”, razonó un funcionario del Gobierno, que además dio cuenta de una fuerte avanzada camporista para desplazar al número dos del Ministerio de Planificación Federal, Roberto Baratta. El funcionario completó la información: “De Vido le dijo a Cristina que detrás de Baratta se iba él y la cosa quedó ahí”. Lo cierto es que La Cámpora quiere poner en Planificación a un dirigente con un rol parecido al de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía.

Aislamiento para Boudou

El encumbramiento de Kicillof, que se convirtió en la voz del Gobierno durante el proceso de expropiación de YPF, tuvo un efecto secundario para la interna oficialista: hace tiempo que el vicepresidente Amado Boudou dejó de ser el principal asesor económico de la jefa de Estado.

Aunque la Presidenta mantiene su apoyo al titular del Senado frente a las denuncias del llamado Caso Ciccone, también le viene haciendo sentir cierto aislamiento político. El vice ya no es una referencia kirchnerista en la Capital y ahora pierde terreno en la provincia de Buenos Aires.

Justamente en ese distrito terminaron de aflorar las diferencias más notorias en el campo oficialista, que tienen anclaje en el presente; pero, sobre todo, proyectan una parte importante del futuro político del país. La figura de Daniel Scioli se convirtió allí en un dilema para el kirchnerismo.

El gobernador, que acaba de blanquear sus aspiraciones presidenciales, cultiva un perfil distinto al de La Cámpora y al de su propio vice, Gabriel Mariotto, para quienes Scioli no termina de hacer propia la impronta ideológica que transmite el discurso kirchnerista. Es reconocida su capacidad para no reaccionar frente a las constantes embestidas del kirchnerismo.

Razones económicas

Sin embargo, Scioli tuvo sus motivos para adoptar esa postura. El principal de ellos no es político, sino económico: “Le pide a la Nación 6.000 millones de pesos por año para cerrar las cuentas de la Provincia y se gasta 1.600 millones en publicidad. ¿Cómo es?”, se preguntó mascullando bronca un legislador kirchnerista. Se sabe que no es un año de abundancia en materia fiscal. Y que no es solamente Buenos Aires la que tiene problemas. Por caso, esta semana regresaron los cacerolazos nada menos que a Santa Cruz, donde se hicieron escuchar de esa forma los estatales.

Por eso volvieron a escena las críticas de la Presidenta a las organizaciones sindicales, con un mensaje en el que les pidió que cuiden lo conquistado en los últimos años. Pero el aumento del costo de vida y las disputas internas en los gremios conspiran contra la moderación de las protestas.

La combatividad gremial forma parte del fenómeno político de los últimos años, en los que las demandas fueron alentadas, tras el letargo de la década del 90. Por eso le será ahora muy difícil a la Presidenta poner en caja no solo a Moyano -cuyo liderazgo viene declinando- sino al movimiento obrero en general. En definitiva, la política argentina vuelve a transpirar por sus poros las contradicciones históricas y las disputas de poder propias del Justicialismo. Como dijo alguna vez entre amigos el veterano Antonio Cafiero, esto no es más que “peronismo en estado puro”.

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