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La Gobernación del Señor del Milagro

Domingo, 23 de septiembre de 2012 12:46

En agosto de 1861 el coronel José María Todd fue electo gobernador de Salta. Era un militar patriota que había sido oficial del ejército formado por su tío, el general Juan Antonio Alvarez de Arenales, en la última campaña del Alto Perú. Había participado también en la guerra con el Brasil como ayudante del coronel José María Paz, jefe del Regimiento Salta.

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En agosto de 1861 el coronel José María Todd fue electo gobernador de Salta. Era un militar patriota que había sido oficial del ejército formado por su tío, el general Juan Antonio Alvarez de Arenales, en la última campaña del Alto Perú. Había participado también en la guerra con el Brasil como ayudante del coronel José María Paz, jefe del Regimiento Salta.

Todd era un salteño típico de su época y, aunque era de ascendencia británica por su padre, descendía de tradicionales familias salteñas como los Toledo Pimentel. Era, además, primo hermano por línea materna del general Rudecindo Alvarado.

En 1856, cuando regresó a Salta de su exilio en Bolivia, formó el Partido Federal con los exgobernadores Manuel Solá y Miguel Otero. Luego fue presidente de la Legislatura y gobernador interino.

Finalmente, en agosto de 1861, fue electo gobernador en reemplazo del unitario Anselmo Rojo. Y como llegó al gobierno en un momento de convulsiones intestinas, debió soportar los embates de una oposición pertinaz.

En el escenario nacional, pese a la unidad concertada en el año '60, aún se debatían temas posteriores a Caseros, interfiriendo así las alianzas pactadas entre los gobiernos de Buenos Aires y la Confederación Argentina.

Invasión tucumana

Así, en medio de un clima de discordia, tropas de la provincia de Tucumán, al mando del unitario José María del Campo, invadieron sorpresivamente los departamentos del sur de Salta.

Obviamente, ello obligó a Todd a organizar una expedición militar para defender la integridad territorial de su provincia. Pero el gobernador pronto cayó en cuenta que casualmente dicha invasión ocurría cuando se rumoreaba que sus opositores salteños tramaban una revuelta para desalojarlo del poder.

“Este bastón de gobernador no me es útil en la campaña. Yo lo deposito a los pies del protector de Salta”, dijo Todd.

Los contemporáneos de Todd dijeron que logró lo que buscaba: “evitar que la confabulación triunfara”.

Nunca se supo a ciencia cierta si la invasión tucumana tuvo algo que ver con la conspiración local, pero observadores de aquella época aseguraron que, efectivamente, las fuerzas invasoras habían tenido la intención de auxiliar a los opositores a Todd, al obligarlo a distraer fuerzas en el interior provincial. Así fue que presionado por las circunstancias, Todd se vio obligado a abandonar la ciudad para dirigirse al sur de la provincia.

Lista la expedición para marchar hacia Metán y Rosario de la Frontera, el gobernador mandó a celebrar una misa en el atrio de la Catedral con la asistencia de todas las autoridades y el pueblo. Allí se imploró el auxilio del Señor del Milagro para que las armas de Salta tuvieran éxito en la campaña que emprenderían. Al final de la ceremonia, Todd subió al altar y dijo estas palabras:

“Señores: En estos momentos solemnes no es la insignia del poder sino la acción lo que se necesita. Este bastón de gobernador no me es útil en la campaña que voy a emprender. Yo lo deposito a los pies del protector de Salta”, dejándolo sobre las andas, al pie del Señor del Milagro.

Años después, Todd aclaró el asunto en una entrevista transcripta por el historiador Antonio Zinny en “Historia de los gobernadores argentinos”. “La concurrencia -dijo Todd- aplaudió frenéticamente mi iniciativa, pero después mis enemigos me inventaron la patraña de que yo había delegado el mando en el Señor del Milagro para evitar la conjura”.

En realidad, al ausentarse Todd de la ciudad, legalmente correspondía que dejara en su lugar al presidente de la Legislatura, don Miguel Francisco Aráoz, pero éste curiosamente no estaba en Salta, sino San Pedro de Jujuy. El hecho es que ninguno de los contemporáneos de Todd dudaron sobre el éxito de su maniobra “pacifista”. “Logró lo que buscaba: evitar que la confabulación triunfara.

Otro milagro

Volviendo a la expedición de Todd, éste partió con su ejército hacia el sur para expulsar a los invasores, pero al llegar al río Juramento se enteró que las tropas tucumanas ya habían evacuado el territorio salteño. Más aún, lo habían hecho sin llevarse nada, lo que fue interpretada como una feliz intervención del Santo Cristo. Desde el Juramento, Todd emprendió el regreso y no bien llegó a la ciudad, lo primero que hizo fue pasar por la Catedral y retirar su bastón de mando, al pie del Señor del Milagro. Lo encontró tal cual lo había dejado días antes. Ningún adversario se había animado siquiera a alterar el orden en la ciudad. Cosa de no creer, los salteños habían permanecido en santas paces.

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