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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Los Nocheros cerraron anoche Cosquín

Lunes, 28 de enero de 2013 18:01

El Festival de Folclore de Cosquín concluyó anoche con una nueva apelación a la diversidad: la fuerza del Dúo Coplanacu, la sonoridad tradicional de Yamila Cafrune, las sutilezas del trío Aymama y la singular reversión de clásicos por Los Nocheros marcaron el paso de la última jornada de la 53ra. edición.
La presentación de Los Nocheros fue el momento más esperado que, sin alcanzar la expectativa de sus tiempos con Jorge Rojas, ratificaron su capacidad de convocatoria.
Sobre el escenario defendieron su último trabajo, ‘‘Pecado original’’, con el que se arriesgaron a singulares versiones de algunos clásicos del repertorio folclórico.
En esa apuesta se atrevieron a ‘‘Fuego en Anymaná (Armando Tejada Gómez y Cesar Isella), ‘‘Carnavalito del duende’’ (Manuel Castilla - Gustavo ‘Cuchi‘ Leguizamón), ‘‘El arriero’’ (Atahualpa Yupanqui), ‘‘Alfonsina y el mar’’ (Ariel Ramírez-Félix Luna) y aquel estandarte de Los Chalchaleros en Cosquín, ‘‘La López Pereyra’’ (Artodorio Cresseri-Andrés Chazarreta).
A pesar de su tendencia a los giros melódicos y a recostarse por fuera del linaje folclórico, Los Nocheros recibieron el respaldo del público que celebró con su música la clausura del festival.

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El Festival de Folclore de Cosquín concluyó anoche con una nueva apelación a la diversidad: la fuerza del Dúo Coplanacu, la sonoridad tradicional de Yamila Cafrune, las sutilezas del trío Aymama y la singular reversión de clásicos por Los Nocheros marcaron el paso de la última jornada de la 53ra. edición.
La presentación de Los Nocheros fue el momento más esperado que, sin alcanzar la expectativa de sus tiempos con Jorge Rojas, ratificaron su capacidad de convocatoria.
Sobre el escenario defendieron su último trabajo, ‘‘Pecado original’’, con el que se arriesgaron a singulares versiones de algunos clásicos del repertorio folclórico.
En esa apuesta se atrevieron a ‘‘Fuego en Anymaná (Armando Tejada Gómez y Cesar Isella), ‘‘Carnavalito del duende’’ (Manuel Castilla - Gustavo ‘Cuchi‘ Leguizamón), ‘‘El arriero’’ (Atahualpa Yupanqui), ‘‘Alfonsina y el mar’’ (Ariel Ramírez-Félix Luna) y aquel estandarte de Los Chalchaleros en Cosquín, ‘‘La López Pereyra’’ (Artodorio Cresseri-Andrés Chazarreta).
A pesar de su tendencia a los giros melódicos y a recostarse por fuera del linaje folclórico, Los Nocheros recibieron el respaldo del público que celebró con su música la clausura del festival.

REFLEXIÓN SOBRE EL COSQUÍN QUE PASÓ 
Por Mariano Suárez (Télam)

En el Festival de Folclore de Cosquín conviven expresiones sensibles con otras que invitan al desconcierto: el hecho artístico debate cada noche con variables ajenas a cualquier estética (la taquilla es la más saludable de todas ellas) y, en ese equilibrio, la edición 2013 ha transitado un rumbo errático; no por afirmarse en el error sino por insinuarse al mismo tiempo en distintas direcciones.
La historia de Cosquín nos advierte que no siempre fue así: que la vocación por las multitudes no necesariamente importó una ausencia o desinterés por la claridad estética, aun en sentidos que podrán o no compartise.
¿Esa confusión está presente en Cosquín u obedece a un momento de transicion del folclore?
Las exclusiones o alejamientos, según el caso, de artistas como Carlos Aguirre, Juan Quintero, Jaime Torres, Melania Pérez, Marián Farías Gómez o Dino Saluzzi nos hablan de las notables expresiones artísticas que el mayor festival del país no sabe contener. Están bien presentes para quien las quiera encontrar.
Claro que en Cosquín hay momentos que por sí solos justifican este complejo y fructífero encuentro de músicos y poetas. Allí estuvo Raúl Barboza despuntando la belleza de sus composiciones en colaboración con Chango Spasiuk; el joven trío MJC con su contundente versión de ‘‘Libertango’’; Liliana Herrero pintando el universo litoraleño con ‘‘Garza viajera’’ del inolvidable Aníbal Sampayo.
O Rolando Goldman con su charango; o esos espacios bien ganados y defenidos por Juan Falú y Omar Moreno Palacios; o la juvenil Milena Salamanca iluminando con ‘‘Surco’’ de Chabuca Granda y la promesa de reponer la profundidad de una sonoridad andina tantas veces bastardeada.
Entre esas apariciones, Cosquín 2013 ratificó aquella convicción que señala la necesidad de apelar a golpes de efecto para sostener la venta de entradas y el fervor festivalero y televisivo.
Así, la ausencia o el declive de algunas ‘‘figuras’’ del universo folclórico ha sido compensada con la apertura hacia artistas del cuarteto y el rock.
Del melodismo y el pop es difícil señalarlo como parte de una ’’apertura’’ pues se trata de una línea que desde hace tiempo ocupa las avenidas centrales de lo que se ordena bajo la categoría de folclore.
No se trata, en cualquier caso, de establecer límites de género rigurosos, pero sí de advertir sobre la conveniencia de ciertos estándares estéticos (hacia adentro y hacia afuera del folclore) donde no todo parezca salido del mismo lodo.
Esa confusión alimenta los enconos históricos por horarios y minutos en el escenario.
Rubén Patagonia se fue sin tocar enojado porque lo ubicaron en el fondo de la grilla (fue reprogramado la última noche); Gustavo Patiño blanqueó presiones de la industria sobre la programación en una noche donde Guitarreros y Canto 4 ocuparon espacios ofensivos para la sensibilidad artística; los interminables Manseros Santiagueños acusaron destrato.
Hay responsabilidades sobre la suerte del festival que son de los propios artistas. ¿Cuántos arriesgan sobre el escenario y cuántos festejan el empate?.
Unos pocos jugaron fuerte: Teresa Parodi y Ana Prada presentaron casi en su totalidad canciones que el público no había escuchado nunca. Y con espaldas mucho menos anchas, MJC trío salió a ganarse el aplauso con dos tangos propios (con tiempo para tres temas), sin gestos de demagogia.
El Premio Consagración que recayó, finalmente y tras los amagues de varios años, en manos del jujeño Bruno Arias, una expresión genuina de la música puneña, y fue un bálsamo para aliviar el sinsentido del lauro otorgado al cuarteto Alma de Luna, en 2012.
La Consagración instrumental para MJC y el Camin para la cordobesa Suna Rocha. Elecciones impecables para apuntalar un premio que perdió terreno en los últimos años.
Una parte de lo mejor del folclore y la música popular persiste en Cosquín. Merece ser defendida. (Télam).-


 

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