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Urtubey se olvidó de las virtudes gauchas

Domingo, 27 de octubre de 2013 02:01

Dicen los que saben que todo político que se precie de tal debe cultivar, entre las muchas exigidas, dos condiciones: una, no ser picón, y dos, no ser intolerante. Y si lo son, tener capacidad suficiente para disimular esos defectos para que, parafraseando la letra de un conocido tango, “no manyen que has quedado al descubierto al primer intento, y que por un par de púas bien filosas te perdés”. ¡Ojo!

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Dicen los que saben que todo político que se precie de tal debe cultivar, entre las muchas exigidas, dos condiciones: una, no ser picón, y dos, no ser intolerante. Y si lo son, tener capacidad suficiente para disimular esos defectos para que, parafraseando la letra de un conocido tango, “no manyen que has quedado al descubierto al primer intento, y que por un par de púas bien filosas te perdés”. ¡Ojo!

Debemos decir que un enorme porcentaje de políticos nacionales es picón e intolerante, además de otras agachadas de su personalidad, en lo que vendría a ser una histórica peculiaridad de la personalidad de esos representantes del llamado “ser argentino”.

Aquí, entre nosotros, ha aparecido uno con esas características. ¡El menos pensado! Se trata del señor gobernador de la Provincia, el abogado don Juan Manuel Urtubey, cuya constante, airosa y vistosa participación ecuestre de toda conmemoración de la gesta gaucha que tuvo a don Martín Miguel de Güemes como figura principal, hizo pensar a sus comprovincianos que en él, en Urtubey, decimos, estaban vivas las virtudes y la nobleza del héroe y de sus valientes infernales.

Pero resulta que no.
Ante un comentario del candidato a senador nacional José Ibarra, el mandatario reaccionó con desproporcionadas fiereza e inquina.

Bastó que Ibarra dijese que el convenio entre el garboso gobernante lugareño y el candidato a ocupar una banca en el Senado de la Nación, Alfredo Olmedo, impulsor de castraciones medievales y del restablecimiento del servicio militar obligatorio, semejaba “un pacto de chicos malcriados”.

Como si fuera alumno aventajado de Jorge Rial, chismoso mayor de la televisión, don Juan Manuel Urtubey encendió su ventilador y lanzó a los cuatro rumbos, ¡a las 8 de la mañana por un medio local!, que José Ibarra había tenido una relación homosexual con un juez de la Nación, el controvertido Norberto Oyarbide (ver la edición de ayer de nuestro diario, página 279).

El desdichado bocinazo del gobernador puso de manifiesto su homofobia, que no es otra cosa que intolerancia. Las virtudes gauchas no residen, simplemente, en saber andar a caballo, lucir vestimenta paisana acomodada a la última moda, desfilar como un señorito, y sonreír con suficiencia. De muchas otras cosas se olvidó Juan Manuel Urtubey, pero en atención a las actividades de hoy las dejaremos para otra ocasión. Y recordemos que la política no es para los picones.
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