Sorpresa y alivio. El gobierno de coalición del primer ministro italiano, Enrico Letta, obtuvo ayer el voto de confianza del Senado, con el apoyo del líder conservador Silvio Berlusconi, quien tras haber anunciado la ruptura en varias ocasiones, finalmente dio marcha atrás y le dio su respaldo.
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Sorpresa y alivio. El gobierno de coalición del primer ministro italiano, Enrico Letta, obtuvo ayer el voto de confianza del Senado, con el apoyo del líder conservador Silvio Berlusconi, quien tras haber anunciado la ruptura en varias ocasiones, finalmente dio marcha atrás y le dio su respaldo.
Por la tarde se presentó otra cuestión de confianza en la Cámara de Diputados, que tenía segura la victoria porque el Partido Democrático (PD) del primer ministro cuenta con una mayoría absoluta, informó la agencia de noticias DPA.
En el Senado, el gobierno dependía de los votos de los legisladores del Pueblo de la Libertad (PDL) de Berlusconi, quien poco antes de la votación dio un giro sorprendente y anunció que apoyaría a Letta, ante la rebelión que se produjo entre sus propias filas y el peligro de quedar casi en soledad impulsando la caída del Ejecutivo.
Berlusconi se retiró de la coalición gobernante la semana pasada porque el Gobierno se negó a negociar un indulto a su favor a cambio del apoyo.
Il Cavaliere fue condenado a prisión domiciliaria por evasión fiscal y será expulsado del Senado.
Rebelión interna
Sin embargo, su propio partido se dividió ante esta decisión y un grupo rebelde de 23 senadores anticipó ayer que votaría a favor de Letta, e incluso amenazó con formar una nueva agrupación. Ante este panorama, Berlusconi dio un giro de 180 grados. “Hemos decidido, no sin tormentos internos, manifestar un voto de confianza a este gobierno”, anunció Berlusconi, al tiempo que admitía que Italia necesita estabilidad.
Fuerte advertencia
Previamente, Letta había asegurado en la cámara que una crisis de gobierno sería fatal para Italia.
“Italia está corriendo un riesgo que puede ser fatal”, señaló, al tiempo que subrayó que quiere quedarse hasta fines de 2014, año en que Italia tiene que presidir la Unión Europea (UE), y que el país necesita estabilidad política para salir de una muy larga recesión económica y mantener la confianza de los mercados.