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Disminuir el déficit fiscal tiene que ser una política de Estado

Viernes, 29 de noviembre de 2013 01:45

Uno de los temas más preocupantes de este nuevo gabinete es el déficit fiscal, porque el Gobierno está gastando más de lo que recauda y, por supuesto, el desafío será disminuirlo.

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Uno de los temas más preocupantes de este nuevo gabinete es el déficit fiscal, porque el Gobierno está gastando más de lo que recauda y, por supuesto, el desafío será disminuirlo.

Las consecuencias no son menores, ya que cuando los egresos son mayores que los ingresos, el Gobierno se ve obligado a emitir moneda, sabiendo que provoca inflación.

Ante esta realidad, observamos con poco optimismo las medidas anunciadas hasta ahora. No se contempla el verdadero problema que es la inflación. Sería mejor que se anuncie un plan antiinflacionario general, que incluya la disminución del déficit fiscal.

O se aumentan los ingresos o se reducen los gastos, esa es la cuestión. Y como aumentar la presión tributaria (con la creación de nuevos impuestos) es económicamente difícil, lo que queda es reducir los gastos del Gobierno.

Para poder entender mejor esta realidad compartimos el informe N§ 521 del Instituto para el Desarrollo Social de Argentina (Idesa), que hace un análisis del crecimiento del déficit fiscal total. Según él, el desequilibrio responde a varios factores, y se le da importancia superlativa a los gastos que realiza el Gobierno. El más importante de ellos son los subsidios que se otorgan a las empresas deficitarias, ya sean públicas o privadas.

Los datos fueron obtenidos del Ministerio de Economía y, al computar los ingresos, no se contemplaron las transferencias desde otros organismos públicos como la Anses, el Banco Central, el Banco Nación y otros que aportan al Tesoro. Se consideraron solamente los ingresos genuinos.

Y estos fueron los resultados:

- En el año 2009, el déficit fiscal total ascendió a $ 29.000 millones y los subsidios a empresas públicas y privadas a $ 33.000 millones.

- En el 2012, el déficit fiscal fue de $ 90.000 millones y los subsidios de $99.000 millones.

- Hasta el mes de agosto del 2013, último disponible, el déficit fiscal llegó a $ 58.000 millones y los subsidios a empresas sumaban $ 79.000 millones.

Según estas cifras oficiales, observamos que el sector público nacional no tendría déficit fiscal si no tuviera que hacerse cargo de los problemas financieros de las empresas públicas como Aerolíneas Argentinas, AySA, los operadores ferroviarios, Yacimientos Rio Turbio, etcétera y de los operadores privados que administran servicios públicos con tarifas atrasadas, como las de electricidad, gas, transporte público, etc.

Si lo vemos desde otra óptica podemos afirmar que con la presión tributaria que actualmente padecemos solamente alcanza para financiar al Estado, pero no es suficiente si se pretende mantener con subsidios a las empresas públicas y privadas deficitarias.

El déficit fiscal se financia con emisión monetaria y esto se debe evitar porque es inflacionario. Si queremos ser más duros en nuestro análisis, a este mayor gasto lo podemos considerar -con toda razón- como recursos desaprovechados.

Se tiene que tomar la decisión política de dejar de apoyar proyectos inviables como es el caso de Aerolíneas Argentinas hasta que sea sustentable. La disminución de los subsidios a los servicios públicos como la luz, gas, agua y transporte es mucho más difícil de instrumentar, porque al disminuirles el apoyo financiero se tienen que actualizar las tarifas adaptándolas a los costos reales, especialmente en Capital Federal y el Gran Buenos Aires.

Cómo creció el gasto público

Según la misma fuente citada, observamos como creció el gasto público nacional desde los años 2004 hasta el 2013. Mientras los ingresos tributarios y de seguridad social aumentaron en $ 290.000 millones en términos reales (corregidos por inflación); el gasto público creció en $ 420.000 millones.

Este extraordinario incremento del gasto público nacional se divide de la siguiente manera: el 34% corresponden a subsidios económicos entregados a empresas públicas y privadas deficitarias; el 24% a las jubilaciones pagadas, incluidas las otorgadas sin haber hecho los aportes correspondientes (moratorias y pensiones no contributivas); el 18% por el incremento del gasto que demandó la generación de nuevos empleos públicos y el 24% restante a otros gastos.

Observamos que más de las tres cuartas partes del incremento del gasto público durante los años 2004 a 2013, corresponden a:

a) subsidios para mantener empresas privadas con tarifas retrasadas;

b) empresas públicas deficitarias;

c) jubilaciones sin aportes; y,

d) la incidencia de los mayores costos en la generación de empleos públicos en ese período.

Esos no son datos menores. Si aumenta el gasto público y la recaudación no lo hace en la misma proporción, sabemos que esa diferencia se financia con emisión monetaria y que esto es uno de los principales causantes de inflación.

El desafío que se viene

Lo primero que debe hacer el nuevo equipo económico es tratar de disminuir el gasto público. Las medidas anunciadas, como gravar la transferencia de vehículos importados, los controles de precios, la regulación en los aumentos de sueldos, las devaluaciones diarias del dólar, la apertura para importar determinados insumos industriales, etc., son solo medidas o parches que no solucionan el problema inflacionario. Entiendo que lo primero que se debe hacer es disminuir o por lo menos evitar que siga creciendo el gasto.

El nuevo gabinete liderado por Jorge Capitanich debe tener claro que disminuir el gasto público nacional es lo que requiere mayor atención para controlar la inflación.

Solo una cosa a tener en cuenta: al bajar el gasto, me atrevo a decirles que deben ser muy cuidadosos cuando tengan de disminuir los subsidios económicos a las empresas. No hay que olvidarse de las familias que realmente necesitan de estos, ayudándolas con tarifas sociales en los servicios públicos. Esa es la mejor forma de mejorar la distribución del ingreso.

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