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El tabaco amenaza dentadura y encías

Martes, 03 de diciembre de 2013 03:07

El daño que provoca el humo del tabaco en la salud bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de manchar los dientes y la halitosis. La mayor amenaza es el efecto nocivo que va provocando silenciosamente a lo largo del tiempo.

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El daño que provoca el humo del tabaco en la salud bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de manchar los dientes y la halitosis. La mayor amenaza es el efecto nocivo que va provocando silenciosamente a lo largo del tiempo.

Es también el peor enemigo de dientes y encías, ya que la cavidad bucal es la puerta de entrada al organismo, y a las consecuencias que provocan los productos tóxicos del tabaco se une el efecto del calor inducido al fumar.

Los especialistas afirman que existe una estrecha relación entre el tabaco y las enfermedades periodontales, tales como la gingivitis o la piorrea, patologías que se agudizan en los pacientes fumadores.

El humo de los cigarrillos está compuesto por 4 mil constituyentes que son farmacológicamente tóxicos, mutagénicos y carcinogénicos. Los fumadores tienen mayores niveles de bacterias patógenas en el periodonto y presentan una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano, lo que se asocia con un importante aumento en la susceptibilidad a sufrir una infección periodontal.

Además, la eficacia del tratamiento periodontal es menor en los fumadores. La Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) afirma que la encía del fumador recibe un menor aporte sanguíneo y de oxígeno, a la vez que disminuyen sus mecanismos defensivos contra bacterias de la placa bacteriana. Esto justifica que estos efectos dañinos produzcan “una mayor destrucción del conjunto de elementos de sujeción del diente.

Por otro lado, cuanto más tarde se tomen medidas con respecto a este hábito adictivo, más grave serán las consecuencias,

Los fumadores no sólo tienen tres veces más riesgo de sufrir periodontitis y de que ésta progrese más rápidamente, sino que en estas personas se suele retrasar mucho más el diagnóstico y, por lo tanto, se retrasa la puesta en marcha del tratamiento más oportuno para esta enfermedad.

Por otro lado, los dientes de los fumadores tienden a mancharse gradualmente debido a la acción de la nicotina y el alquitrán que se disuelven en la saliva y llegan a penetrar en el interior del diente, atravesando el esmalte hasta llegar incluso a la dentina.

Las piezas dentales adquieren un color pardo amarronado, que puede llegar a ser negro, y son más propensas a la aparición de sarro, aumentando el riesgo de gingivitis. El humo del tabaco aumenta también las posibilidades de padecer caries dental.

 

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