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Julio Raúl Méndez: ?Hay una fuerte crisis de olvido de Dios?

Sabado, 02 de febrero de 2013 18:36

Se abre la puerta del Instituto Superior Monseñor Tavella y él sale a recibir a El Tribuno. El padre Julio Raúl Méndez acaba de volver de unas largas vacaciones. En auto, recorrió varias provincias del sur del país, durante dieciséis días que lo devolvieron a Salta renovado. Listo para volver a abocarse a todas sus tareas. Tiene mucho trabajo.

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Se abre la puerta del Instituto Superior Monseñor Tavella y él sale a recibir a El Tribuno. El padre Julio Raúl Méndez acaba de volver de unas largas vacaciones. En auto, recorrió varias provincias del sur del país, durante dieciséis días que lo devolvieron a Salta renovado. Listo para volver a abocarse a todas sus tareas. Tiene mucho trabajo.

El padre Méndez es docente en la Universidad Nacional de Salta y la Universidad Católica de Salta. Está a cargo del Instituto de Ciencias Sagradas Monseñor Tavella, colabora en la comisión de bioética del Colegio de Médicos, participa en el curso de ética del Colegio de Escribanos, en la Pastoral Judicial, colabora los domingos en las misas de la Catedral de Salta y en la iglesia del Buen Pastor, los fines de semana. Además escribe, publica trabajos y participa en diferentes congresos. “Estoy muy contento con mi vida. Tengo el privilegio que tienen pocos de poder desarrollar mi vocación a pleno y eso me hace muy feliz. Vivo lleno de tareas y trabajo, pero lo disfruto intensamente”, expresó.

Además, la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino, de la Santa Sede, lo ha designado como académico. Durante su formación de posgrado fue becario interno y externo del Conicet. También ha desempeñado cargos de conducción en la Universidad Católica de Salta, en la Pontificia Universidad Católica Argentina de Buenos Aires y en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino de Tucumán.

El Dice lo Suyo de esta semana lo tiene como protagonista. Durante la amena conversación que mantuvo con este matutino habló sobre su vocación, el celibato de los sacerdotes, el sistema educativo y la realidad del país, ente otras cosas. Habló de lo suyo y, también, de mucho de lo nuestro: la fe cristiana, los jóvenes y la búsqueda de un camino personal en el cual desarrollar toda una vida.

¿Qué recuerda de los inicios de su vocación?

Crecí con mucha participación en la parroquia Virgen del Valle de mi barrio y también me eduqué en el Bachillerato Humanista, entre los últimos años del nivel primario y luego todo el secundario. Esto fue en la década de los 60' cuando, como adolescente, participaba en movimientos juveniles con el entusiasmo que hubo después del concilio Vaticano Segundo.

Me preguntaba si tendría o no vocación al sacerdocio. En esa época surgió muy fuerte también la importancia del apostolado de los laicos, que trabajan desde una profesión y participan de la vida de la iglesia sin ser sacerdotes. Yo me planteé la posibilidad de ser un laico con fuerte compromiso eclesial y con una fuerte actividad en el campo de la cultura, pero me di cuenta de una cosa: había algo que no iba a poder hacer y me sentía llamado a hacerlo también, que es el poder administrar los sacramentos, es decir, celebrar la misa y poder confesar. Si no lo hacía no iba a estar completo en mi vida. La vocación es encontrar cuál es el lugar personal de cada uno.

Después vino una búsqueda filosófica y el estudio de esa disciplina...

Sí, siempre he tenido vocación por la búsqueda de la verdad y la comunicación y la enseñanza de todo eso que uno va descubriendo.

Mi primer amor en el campo del estudio fue la historia y luego la literatura, pero cuando descubrí la filosofía se me abrió un gran horizonte que desembocó luego en la teología.

La filosofía es el máximo esfuerzo de la razón humana para encontrar respuestas que, una vez encontradas, hay que seguir indagando y profundizando, no se termina nunca.

Yo hice mis estudios de filosofía en Salta, La Plata, Buenos Aires, Roma, Alemania... He tenido distintas etapas en la vida y, al mismo tiempo, he trabajado siempre en la comunicación de los estudios a través de la docencia, especialmente en el campo universitario.

Recién hablaba de encontrar una vocación cuando se es joven... ¿Cree que los chicos se vuelcan cada vez menos a la religión?

No, en la juventud siempre hay inquietud religiosa. Daría la sensación de que lo que más se presenta en los jóvenes no es lo religioso pero siempre está esta inquietud porque la pregunta por Dios es algo que va dentro del corazón humano. Lo que hace falta a veces es acompañar a los chicos en esa búsqueda y ayudarlos a encontrar el camino por dónde canalizar esas inquietudes...

¿Piensa que de alguna manera se han perdido adeptos a la religión católica?

Creo que la vida católica en el mundo, en cifras generales, siempre crece. En nuestro contexto occidental hay una fuerte crisis de olvido de Dios, sobre todo en aspectos que marcan la vida de la convivencia social. Eso es un gran problema.

De todas maneras la búsqueda religiosa existe. Eso muchas veces se canaliza por caminos que son distintos a los que ya el cristianismo o las religiones de la revelación han ido mostrando. Quiere decir que la búsqueda de Dios nunca se apaga y si no se encuentra el camino por el que Dios ha hablado, el hombre va tratando de generarlo como puede. Me refiero a tantas ofertas que hoy existen y que muchas veces no llevan a un buen final.

Muchos debates se dan torno del celibato de los sacerdotes. Algunos dicen que es una cuestión casi anacrónica y que el ser humano fue hecho para el amor. ¿Cuál es su opinión?

Sí, el ser humano fue hecho para el amor y hay muchas formas de amor. La vida sacerdotal es, fundamentalmente, una forma de amor que se llama amor pastoral. Un sacerdote se dedica a sus fieles por amor, no hay otra razón. Me llama la atención cómo los cuestionamientos más fuertes contra el celibato no vienen desde adentro de la misma iglesia o de los mismos sacerdotes, sino que provienen, por lo general, desde afuera de la iglesia. Me llama la atención por qué nos quieren convencer de que se quite el celibato. Creo que esto demuestra que el celibato no ha perdido su valor de señal. Es una señal en el mundo de que la persona que vive célibemente no constituye su propia familia porque su familia es toda la comunidad.

Quizás el debate guarde relación con los casos de pedofilia y corrupción de menores que tuvieron a religiosos como protagonistas...

Es un error asociar la vida del celibato con los casos de pedofilia porque ésta es una perversión estructural muy profunda en la psicología de una persona y que no depende de si tiene o no un matrimonio. En las estadísticas, la pedofilia aparece en el seno de la vida familiar. A veces por padres, padrastros o algún familiar y hasta en los vínculos de adultos que guardan alguna relación con niños como educadores... Insisto en que no se puede asociar pedofilia y sacerdocio. Se trata de un problema muy grave de personalidad, una distorsión muy profunda de la sexualidad que, por lo general, se arrastra desde la estructuración de la personalidad en la infancia o la primera adolescencia. Es un problema al que hay que prestarle una atención muy seria.

La religión católica no tiende al fanatismo... ¿Cree que allí radica una de las principales diferencias con otros credos?

Comparto. El catolicismo es una fe que desde el comienzo ha buscado el desarrollo de la razón humana. Desde el principio la predicación del evangelio ha identificado a Jesucristo como el logos (noción que la filosofía griega ha aportado a la humanidad). El cristianismo siempre ha desarrollado la razón y por eso es que ha desplegado una ciencia que es la teología y una comprensión de la vida humana en su origen, en su desarrollo y en su destino final que abarca todos los matices. Por eso es que no es un auténtico cristianismo el fundamentalismo, que absolutiza algo que en realidad es relativo.

El catolicismo se precia de tener siempre una mirada de la totalidad pero, dentro de la totalidad, se contemplan todos los matices y las posibilidades, por eso no cabe el fanatismo.

¿Considera que este es un país de la inclusión como se dice desde el Gobierno nacional?

Yo creo que la Argentina tiene en su centro una gran búsqueda de inclusión. Esto se ha visto siempre en el mestizaje, la inmigración, la ampliación de los derechos sociales. Ahora estas matrices tienen que trabajarse permanentemente de manera tal que las personas puedan conducir su vida y que no dependan de una ayuda. La ayuda tiene sentido para salir de momentos de crisis, pero deben conducir a que cada uno mediante su propia iniciativa y su propio trabajo puedan desarrollarse y ser creativos dentro de la sociedad.

¿Cree que de alguna manera eso no está internalizado socialmente?

Creo que es necesario profundizar y potenciar ese aspecto de la participación creativa. Para eso es necesario el trabajo, el desarrollo de cuerpos intermedios para que la marcha de la sociedad no esté concentrada solamente en la cúspide sino que el poder esté compartido, participado, haya iniciativa y un ir y venir desde el nivel de la familia, los cuerpos intermedios y la autoridad política.

¿Y los jóvenes? ¿Coincide con las posturas negativas con las que muchas veces se habla de ellos?

Yo no creo que sea, como dicen, que la juventud de hoy está perdida. Creo que siempre ha habido una mirada crítica desde los adultos hacia los jóvenes. Pero sí veo que hoy hay peligros. Creo que la etapa de la adolescencia, si no es bien acompañada y bien guiada, está amenazada por peligros graves que pueden a una persona dañarle la vida para todo el futuro.

¿Cuáles son esos peligros?

Uno es la droga, un gran peligro. Los otros peligros son los riesgos de la promiscuidad y la falta de concentración en tareas educativas y laborales. También el desarrollo de la noche, la búsqueda del placer fácil y sin responsabilidades, estimulado por grandes intereses económicos de empresarios que no se detienen a pensar en la muerte o el peligro.

Esto es lo que aparece en la superficie. Ahora, si uno ve más allá, existen muchos jóvenes que todos los días hacen sus tareas, se preocupan, salen adelante y son los que en el fondo van llevando la marcha del mundo. Siempre digo que lo que mantiene la marcha del mundo es la gente que ama hacer el bien y lo hace bien.

De acuerdo a su vasta experiencia en docencia, ¿qué opina sobre el sistema educativo?

Creo que las distintas reformas que se han hecho en el sistema educativo argentino han insistido mucho en aspectos metodológicos o en aspectos organizativos de la educación, pero se ha perdido de vista lo principal que es la identidad del docente. Ha habido un deterioro muy fuerte del aprecio por la tarea que llevan a cabo.

Usted es una persona en constante búsqueda del conocimiento...

Hoy el desarrollo del conocimiento humano exige que nadie se estanque por eso es positivo que la Ley de Educación Nacional haya puesto el secundario como obligatorio. Aún terminado el secundario y accediendo a carreras superiores, tanto del nivel terciario como universitario, nadie puede decir “me he recibido y ya está”. Permanentemente hace falta perfeccionarse. Más que nuevas exigencias del mercado laboral es una posibilidad del espíritu humano. Dios nos ha dado una capacidad de aprender que no se completa nunca y debemos aprovechar.

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