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Elecciones legislativas: la oposición busca reconvertirse sin figuras de recambio

Domingo, 31 de marzo de 2013 12:17

Cristina de Kirchner decidió asumir el costo de excluir a Scioli para promover un perfil ultra K para la sucesión.

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Cristina de Kirchner decidió asumir el costo de excluir a Scioli para promover un perfil ultra K para la sucesión.

Los comicios construirán nuevas mayorías en el Congreso y podrían posicionar para la sucesión en 2015.

El inicio del ciclo lectivo se convirtió en una divisoria de aguas dentro del oficialismo y a su vez marcó una línea de acción para la próxima prueba electoral, ante una oposición que busca aprender de los errores del pasado pero casi sin figuras de recambio.

En ambos sectores esperan que concluyan los feriados de Semana Santa y por el Día del Veterano de Guerra para iniciar la cuenta regresiva al 22 de junio, primera fecha clave del año electoral, porque será el día en el que deberán presentarse las alianzas.

Pese a que en las últimas semanas corrió fuerte la versión de que el Gobierno podría suspender las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) por única vez, ante posibles “complicaciones” que surjan de los nuevos padrones, en el oficialismo lo niegan de manera tajante.

El rumor surgió de la lectura del escenario político: ante una oposición todavía sin liderazgos claros, las internas del 11 de agosto podrían precisamente construir referencias para el votante antikirchnerista hacia las generales del 27 de octubre.

Si bien son comicios de medio término en los que solo habrá en juego cargos legislativos -en Corrientes y Santiago del Estero también elegirán gobernador y vice-, construirán nuevas mayorías en el Congreso nacional y podrían posicionar finalmente a líderes opositores para la sucesión en 2015.

De todos modos, eso pareció ocurrir en 2009 cuando dos frentes opositores, el PJ disidente y el Acuerdo Cívico y Social, pusieron en aprietos al kirchnerismo y luego se disolvieron en medio de una lucha de egos para contribuir a una debacle opositora en 2011.

Panorama disociado

La presidenta Cristina de Kirchner está más clara en el plano político-electoral que en el económico, donde las últimas políticas de intervención estatal por ahora solo obtuvieron algunos triunfos parciales dentro de una coyuntura mucho más amplia y compleja.

A su modo, el Gobierno decidió avanzar en el combate a la inflación: extendió el congelamiento de precios en supermercados y casas de electrodomésticos por otros 60 días y anunció la implementación de la tarjeta Supercard para reducir las comisiones que pagan los comerciantes al sistema financiero.

El anuncio de la prórroga alejó rumores sobre una inminente devaluación del dólar, pero al mismo tiempo la brecha entre el oficial y el informal aún es muy amplia y pone presión sobre todos los sectores de la economía.

En ese contexto tampoco fue eficaz hasta el momento la búsqueda de que los gremios bajen sus pretensiones. La UOM que conduce el titular de la CGT más cercana al poder, Antonio Caló, se despachó con un pedido de 35 por ciento de aumento en un año.

En la política asoman más certezas: con un nivel de adhesión popular que todavía ronda en el 40 por ciento, Cristina de Kirchner decidió asumir el costo de excluir de su armado político a Daniel Scioli para promover un perfil ultra K para la sucesión.

La Presidenta alista a su cuñada Alicia Kirchner para encabezar una lista de pura cepa y repetirá esquema en todas las provincias en las que pueda hacerlo, con La Cámpora como eje.

En provincia de Buenos Aires

En Buenos Aires, el conflicto docente marcó un antes y un después. La Nación asistió financieramente de manera sistemática a la Provincia en los últimos cinco años de gobierno de Scioli y ahora no le permite ni siquiera endeudarse.

La pelea, en la que juegan su partido dirigentes gremiales con alineamientos políticos, se apresta a sumar 11 días de paro y le está dando un garrotazo a la educación pública.

En el sciolismo ya se imaginan fuera del armado kirchnerista, pero hay que ver cómo se canaliza el nuevo escenario en las elecciones.

Seguramente dará pelea interna en las listas provinciales, para alejar cualquier intento posterior de golpe institucional por parte del cristinismo.

Una situación similar atraviesa Daniel Peralta en Santa Cruz, aunque el gobernador patagónico está más decidido que Scioli a refugiarse ahora en un armado federal del PJ no kirchnerista.

Volviendo a Buenos Aires, ante la indefinición del intendente de Tigre, Sergio Massa, resurge naturalmente la figura de Francisco de Narváez.

El Colorado, dos veces candidato a diputado y dos veces aspirante a la Gobernación, ahora corporiza una rara combinación: puede aglutinar el voto del peronismo no kirchnerista bonaerense y garantizarle a Scioli la gobernabilidad en la Legislatura bonaerense.

De Narváez y Peralta posiblemente formen parte de un reunión que organiza en Córdoba José Manuel de la Sota. Ese encuentro busca reunir a todo el espectro del peronismo anti-K.

Están invitados, entre otros, Roberto Lavagna, Jorge Busti y Hugo Moyano, quienes tienen a su vez la particularidad de estar alentando posibles alianzas con Mauricio Macri. Hacia esas costas vuelve a acercarse Felipe Solá.

Macri busca construir y reciclar frentes con partidos tradicionales en todo el país. En algunos casos está logrando propuestas competitivas, con caras nuevas, en otros no tanto. Sus armadores dan por hecho el reencuentro con De Narváez, pero en el búnker de Las Cañitas dicen que la opción sigue muy fría.

El FAP y la UCR

Otros que tienen un destino común son el Frente Amplio Progresista y la UCR, pero hay fuerzas dentro del esquema que lidera el socialismo que no quieren saber nada con los radicales.

Hermes Binner, Ricardo Alfonsín, Margarita Stolbizer y Julio Cobos son algunos de sus exponentes y volverán a ser candidatos.

El socialista fue lo más novedoso de la última elección, pero no va a estar fácil liderar una construcción volátil y llena de personalismos a la que quizá abreven otros dos viejos trajinadores de la política: Elisa Carrió y Pino Solanas.

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