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El paso a paso de la "película de terror" que vive Migliore

Lunes, 01 de abril de 2013 19:52

Toda la trama que involucra al arquero de san Lorenzo comenzó el 29 de agosto de 2011, con una pelea en las calles de Mataderos que terminó con la vida de Ernesto Cirino, una persona que no tenía ninguna relación con el ambiente del fútbol.

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Toda la trama que involucra al arquero de san Lorenzo comenzó el 29 de agosto de 2011, con una pelea en las calles de Mataderos que terminó con la vida de Ernesto Cirino, una persona que no tenía ninguna relación con el ambiente del fútbol.

Sucedió que este hombre solía sacar a pasear a su pequeño perro por el barrio porteño y frecuentaba hacerle usar como baño el frente de la casa de Gustavo Petrinelli, un vecino de aquella localidad y que a la vez es el cuñado de Mauro Martín, reconocido jefe de la barrabrava de Boca.

Cansado de pelear siempre por el mismo tema, Petrinelli le contó la situación al líder de la barra brava de Boca, quien decidió tomar cartas en el asunto y lo fue a buscar directamente a su domicilio. Como mínimo, Martín acudió al lugar con otras dos personas, aunque otros testigos aseguran que fueron cuatro y hasta otros aseveran que fueron diez. La discusión verbal subió de tono y el dueño del perro fue agredido inmediatamente. Según sospecha la Justicia, Martín y Maximiliano Mazzaro, el ex número 2 de la hinchada, fueron los que encabezaron la movida. Como consecuencia de la golpiza, Cirino murió y hasta se culpó a otro individuo llamado Daniel Whebe como el autor material (dicen que no le pegó para matarlo, pero la caída contra un cordón provocó la fractura de cráneo y su posterior deceso dos días más tarde en el Policlínico Bancario).

Por ese caso, el juez imputó a las cuatro personas: Mauro Martín y su cuñado ya están presos, pero Maximiliano Mazzaro y Daniel Whebe permanecen prófugos.

A la caza de Mazzaro, Manuel De Campos (quien está a cargo de la causa) mandó a intervenir todas las líneas telefónicas del barra brava, quien es buscado desde hace tres meses. Pero también fueron investigadas las de sus allegados y, lógicamente, una era de la mujer del violento.

Ese celular arrojó como resultado importante en la causa una comunicación, que ocurrió en febrero, que hizo Migliore. No hubo ninguna pista como para actuar anticipadamente, pero prendió la luz de alerta para seguirla de cerca. Al tiempo, hubo una segunda llamada que era más sugestiva.

Tras conversar con la esposa de Mazzaro, el arquero de san Lorenzo le pasó el teléfono a otra persona que hablaba bajito, en código y alterando la voz. La misma fue grabada por la SIDE y no dudaron en afirmar: “Es Mazzaro”.

Se utilizó un software específico para comparar voces, analizar timbres, respiración, pausas y modos, pero si bien las coincidencias eran altas con el hombre buscado, el juez necesitaba certeza absoluta porque en caso de fallar, la causa caería estrepitosamente y también su carrera judicial.

Apareció otro llamado más, de parte de Pablo Migliore, y la línea rebotaba de una antena a la otra, siempre dentro del partido de La Matanza, como si el jugador estuviera siempre en el auto y jamás se detuviera. Nuevamente le pasaba el teléfono a una tercera persona, quien pronunciaba términos crípticos y sin adultar su voz. Las autoridades sospecharon que se trataba de la misma persona, ejecutaron la comparación con el software y determinaron que la coincidencia era total.

Eso se decidió el miércoles pasado, pero fueron por Migliore recién anoche en el Nuevo Gasómetro. Se desconocen las causas de su búsqueda en un ámbito tan particular cuando podían hallarlo en cualquier otro momento, pero se cree que se intentó generar un revuelo mediático porque en 48 horas habrá otra audiencia en cámara donde se decidirá el futuro de esta causa y de todos los imputados. Y piensan que con el alto impacto que tomó, los camaristas no se animarán a rever la decisión.

Lo cierto es que el juez fue a fondo con total seguridad y las pruebas en su poder comprometen seriamente la vida de Migliore, quien podría recibir una pena de uno a seis años de prisión por encubrimiento agravado del homicidio citado. Ahora el arquero, quien ya consiguió dos abogados prestigiosos para armar su defensa, tendrá que convencer con sus declaraciones para hacer caer las sospechas de ayuda económica, traslados y alojamientos a Mazzaro.
 

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