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El ejército sirio retomó una ciudad del área de Homs

Domingo, 19 de mayo de 2013 20:41

Al menos 18 personas murieron ayer en un bombardeo del ejército sirio contra la ciudad de Al Quseir, en la frontera con el Líbano, informó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

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Al menos 18 personas murieron ayer en un bombardeo del ejército sirio contra la ciudad de Al Quseir, en la frontera con el Líbano, informó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

El Observatorio señaló en un comunicado que murieron trece personas, entre ellos insurgentes sirios, y agregó que las fuerzas gubernamentales están en los alrededores de Al Quseir y que son apoyadas por presuntos miembros de la milicia libanesa chiíta de Hezbollah.

En tanto, la opositora Comisión General de la Revolución Siria precisó que son 18 los muertos por el bombardeo de Al Quseir, una de las ciudades más importantes de la zona de Homs y bastión opositor desde hace más de un año.

En los últimos meses, Al Quseir fue escenario de intensos combates entre opositores y leales al gobierno del presidente Bashar al Assad, que la consideran estratégica porque une la capital, Damasco, con la costa.

La intervención de Hezbollah es denunciada desde hace meses por la oposición siria.

El jeque Hasan Nasralá, jefe de Hezbollah, expresó en declaraciones recientes que “los amigos de Siria” no permitirán que el país caiga en manos de Estados Unidos ni de grupos extremistas.

Asimismo, señaló que Hezbollah no dudará en defender a los libaneses que permanecen en Siria.

Desde el inicio del conflicto en Siria en marzo de 2011, más de 70.000 personas murieron, según datos de la ONU. Sin embargo, el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos eleva la cifra a 94.000.

Una normalidad aparente

Situación extraña la que vive Damasco. Es imposible llegar a través de su aeropuerto internacional porque los combates con los rebeldes aún son muy intensos en esa zona, pero a poco de ingresar en el casco urbano desde la frontera con Líbano el ritmo de vida tiene una normalidad que choca de frente con lo que se espera encontrar. Nada cambió en la rutina de los damascenos: comercios, escuelas, transporte público, bancos, todo funciona como si no existiese un conflicto armado que torna cotidiano el ulular de sirenas, el caos vehicular y el sonido grave, profundo, de cañonazos y bombas que se adivinan en la periferia.

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